Este artículo apareció por primera vez en
el sitio deAnything Peaceful.
ElNational Review llegó a las titulares de la prensa la semana
pasada con su nuevo número, titulado simplemente “Against Trump” (Contra
Trump). Los editores atacan a Trump calificándolo como “un oportunista político
sin una base filosófica que sacudirá el amplio consenso ideológico conservador
del Partido Republicano.”
El mensaje es claro: la principal revista
conservadora hace un claro llamado a la base del Partido Republicana para que
se una contra Donald Trump. Trump no es conservador, por lo que los
republicanos incondicionales y los votantes conservadores deben rechazarlo.
Sin embargo, ¿a quién le importa si Trump es
un verdadero conservador o no?
Es claro que esto no es importante para
las personas que asisten a sus mítines. No es ninguna noticia que este multimillonario
neoyorquino y astro de realioty showsque
apoyaba a Clinton no es Barry Goldwater. Trump ha apoyado la atención sanitaria
universal y el derecho a la expropiación (y ha atacado a antiguos nominados del
partido), saliéndose del guión a la menor señal de debilidad en la cobertura de
los medios.
Donald Trump derrumba cualquier análisis
tradicional de la política electoral porque no pasa a través de los filtros de
los medios de comunicación y de los grupos políticos establecidos. No tiene que
jugar el prolongado juego del teorema del votante promedio, comenzando con los
donantes principales, los miembros internos del partido y sus conexiones con
los medios, recurrir a los fieles del partido y, por último, ir al centro para
captar a los independientes.. Trump va directo a las masas.
El ascenso de Trump a la prominencia en el
Partido Republicano indica que hay una enorme desconexión entre los incondicionales
ideológicos de Washington D.C. y el hombre de la calle.
Las personas comunes pueden identificarse
como conservadoras cuando se les pregunta acerca de sus creencias, pero eso se
debe a que, para ellas, “conservadurismo” significa algo mucho más personal que
la tradición de William F. Buckley y de Russell Kirk. El conservadurismo
significa mantener sus empleos y el plan de vida que han establecido, y
cualquiera que sirva para este fin obtiene su apoyo, y al diablo con la
ideología.
Preferencias políticas
Este es otro caso de la diferencia entre
las preferencias declaradas y las reveladas.
Mitras que las elecciones y las encuestas
son notoriamente deficientes para recoger datos precisos acerca de las
creencias de las personas, algunas formas de sumar opiniones son peores que
otras. Preguntar a las personas si creen en posturas como “El gobierno debe
tener poderes limitados”, “El libre comercio es una situación donde todas las
partes ganan en la mayoría de las economías” y “El derecho a portar armas es
una parte fundamental para la preservación de una sociedad libre”,
probablemente producirán respuestas distintas que si se le pide a las personas
que seleccionen de entre un grupo de candidatos a aquel que respalde muchas
creencias distintas.
Aún si existe un candidato que se alinee
mejor en lo abstracto con las creencias de las personas, si éstas no se
comunican convincentemente con las preocupaciones cotidianas de esa persona, lo
más probable es que ese candidato obtenga una menor puntuación que uno que sí
lo haga.
Eso es lo que obtenemos con Trump.
Aún si la base republicana y los
conservadores demócratas, que constituyen una buena parte de los partidarios de
Trump, dijeran en una encuesta que creen en ideas conservadoras, esto no se
traduce automáticamente en que caudirán a votar por un candidato que refleje
esas creencias. Sus preferencias reveladas muestran otra cosa.
En un mercado de apuestas, en los que las
personas están obligadas a aportar dinero al candidato que piensen que tendrá
un mejor desempeño, sus respuestas serán diferentes (y más precisas) que cuando
responden de manera anónima en una encuesta. De manera similar, cuando una
persona decide dedicar varias horas del día a asistir a mitin político, la
decisión del mitin al cual asistieron será diferente de su respuesta a la
pregunta, “Me identifico con estas creencias”.
Mientras muchos candidatos tienen
problemas para llenar un desayuno en New Hampshire, Trump llena estadios debido
a que habla a las preferencias reveladas de su público, y no a sus afiliaciones
declaradas. Éste es el núcleo del populismo: ver más allá de la señalización,
de las encuestas y de las creencias declaradas e ir directamente a aquello que
preocupa activamente a las personas.
Para bien o para mal, las personas a las
que les preocupan los fundamentos ideológicos del conservadurismo son aquellas
que asisten a reuniones de los Jóvenes Republicanos en Harvard y pasan horas
felices entre Cato y Heritage en D.C.
¿Pero qué pasa con el granjero de Des
Moines? A él le preocupa si podrá mantener sus tierras o no durante el año
próximo.
¿Y el trabajador automotriz de Ohio? A
este le preocupa si su trabajo será automatizado o realizado en otro país en
los próximos 18 meses.
¿Y al médico de emergencias de Pittsburgh?
A él le preocupan cuantas sobredosis deberá atender cada noche.
¿Y el piloto de Texas? A él le preocupa si
tendrá que combatir a secuestradores o no.
¿Y al abogado de Arizona? A él le
preocupan los cárteles y la actividad de las pandillas que cruzan las fronteras.
Cada una de estas personas podría
identificarse como “conservadora”, pero cuando aumenta la presión, esas
personas tienen prioridades que tienen muy poco que ver con la ideología.
Preferencias de vida
¿Acaso todas estas personas son los
terribles y autoritarios xenófobos que siempre han querido a un hombre fuerte
en Washington y que simplemente esperaban tener la oportunidad? Probablemente
no.
La política es famosa por convertir a
personas normales y agradables en dementes crueles y anormales. Esto se aplica
a conservadores y liberales y a autoritarios y libertarios por igual. El hecho
de que las personas se sientan atraídas por candidatos políticos aterradores no
significa que ellas mismas sean personas terribles, sino que la política debe
ser una terrible forma de implementar nuestras creencias en el mundo.
En lugar de ello, debemos trabajar
directamente para alcanzar nuestras metas. Debemos aportar nuestro tiempo y
nuestro dinero a aquello que proclamamos, y desafiar a los demás para que hagan
lo mismo. Para mover la aguja del progreso hacia nuestras metas, es necesario
provocar realmente un cambio, no sólo asistir a un mitin, aparecernos en alguna
estación de encuestas, o manifestarnos a favor o en contra de un político.
¿ContraTrump? Seguro, pero intentémoslo sin él, o
cualquier otro político.,
Zachary Slayback es director de
desarrollo de negocios de Praxis, un programa de un año que capacita a futuros
empresarios. Escribe en ZakSlayback.com.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek