“Solo dijo que era una mercenaria y que se ganaba la vida matando personas.”
Con esa frase, lo que debió haber sido un caso rutinario para el Juzgado de lo Familiar puso de cabeza a TMZ y los principales sitios web de deportes de Estados Unidos. Kurt Busch, un importante corredor de NASCAR clasificado por GQ como el tercer atleta más odiado del mundo, recordaba la noche en la que conoció a Patricia Driscoll, su exnovia. Estaba en el Juzgado de lo Familiar en Delaware porque Driscoll afirmaba que él había tratado de ahorcarla y le había azotado la cabeza contra una pared, en septiembre de 2014, por lo que pedía una orden de restricción. Pero una vez que estuvo en el estrado, Busch comenzó a lanzar acusaciones, afirmando que jamás se habría atrevido a agredir a Driscoll. “Sabía que podía destruirme en cualquier momento”, dijo, “porque es una maldita”.
Añadió que Driscoll realizó misiones encubiertas en África y América del Sur y había sido contratada para matar a narcotraficantes. Una vez, dijo, entró en la habitación del hotel que ambos compartían en El Paso, Texas, vistiendo una gabardina sobre un traje de noche empapado en sangre. “Ello me hizo creer que era una agente que trabajaba en operaciones clandestinas para el ejército”, dijo bajo juramento. “Todo el mundo podrá decirme que estoy loco, pero yo lo viví desde dentro y lo vi de primera mano.”
Busch nunca usó las palabras “asesina entrenada” para describir a su ex; eso lo dijo otra persona que fue llamada al estrado, pero los tabloides se abalanzaron sobre ese término, en parte porque la afirmación hizo que Busch pareciera trastornado y desesperado. Las personas lo comparaban con Ray Rice, y los ejecutivos de NASCAR se apresuraron para evitar una pesadilla de relaciones públicas como la que sacudió a la NFL el año pasado, cuando salió a la luz pública el video de vigilancia en el que Rice golpeaba a su prometida hasta dejarla inconsciente en un ascensor de hotel.
Driscoll, que vende sensores al gobierno y dirige una organización sin fines de lucro para veteranos en apuros, ahora se burla de la afirmación de su ex. “Mido 1.52 de estatura. Jamás he usado una gabardina, pues sus faldones arrastrarían por el suelo… ¿pero el traje de noche ensangrentado? Uno podría pensar, ¿qué película estabas viendo anoche? ¿O qué tipo de crack estás fumando?”
Ella afirma que Busch tomó la idea de la asesina de un guion que ella misma escribió, titulado Enigma, “sobre una agente de la CIA, una especie de versión femenina de Jason Bourne”. Alguien que conoce a Driscoll y a Busch afirmó, en materiales presentados ante el tribunal, que Driscoll le había dicho que Enigma estaba basada en su vida.
Pero hay otra película de Hollywood que puede ser un modelo aún mejor en este caso, dice un antiguo amigo de Driscoll: “Si hubiera una película escrita sobre ella, esta sería Gone Girl (Desaparecida)”.
“Muy pálido y enloquecido”
Su relación de cuatro años se deterioraba rápidamente. Kurt Busch había corrido bien durante gran parte de la temporada de NASCAR de 2014, pero siempre que bajaba en la clasificación, culpaba a su amante, Patricia Driscoll. Era demasiado controladora, dijo después, y lo mantenía lejos de su equipo. Después de una carrera particularmente mala, rompió con ella. Cinco días después, el 26 de septiembre de 2014, ella le envió un mensaje de texto: “Espero que estés bien”. Su respuesta le preocupó: “Estoy llorando, tirado en el piso”, escribió. “Estoy desorientado.”
“Te amo”, escribió ella.
“Lo sé, pero no sé si yo también te amo. Ahora mismo, no amo nada ni a nadie”, le respondió él. Dijo que sentía que el mundo estaba “encima de mí”.
Tras haber trabajado con veteranos que luchaban contra el trastorno de estrés postraumático (TEPT), Driscoll afirma que puede reconocer las señales que indican que una persona está en el límite. Así que cuando recibió esos mensajes de texto, la diminuta rubia puso a su hijo de nueve años en la parte trasera de su Range Rover blanca y condujo 125 kilómetros de Maryland a Delaware para ver cómo estaba Busch.
El Autódromo Internacional de Dover tiene una enorme playa de estacionamiento para las atractivas casas rodantes de los conductores en medio de la pista de carreras (La gente lo llama el “campamento de remolques del millón de dólares”). Busch estaba ahí esa noche, preparándose para su siguiente carrera, que se llevaría a cabo dentro de dos días. Alrededor de las 10 p. m., el guardia dejó pasar a Driscoll por la puerta de seguridad (ella aún tenía su tarjeta NASCAR de acceso ilimitado). Aparcó afuera de la casa rodante de Busch, introdujo la clave para abrir la puerta, y entró con su hijo. Encontró a Busch en la parte posterior del remolque, desnudo y acostado en su cama extragrande. Lo que ocurrió después está aún en disputa, pero de acuerdo con lo que Driscoll dijo ante el tribunal, Busch le dio la bienvenida diciendo: “¿Por qué carajo estás aquí?”
“Estamos aquí porque te amamos y nos preocupamos por ti. ¿Estás bien?”, respondió ella.
Driscoll afirma que le pidió a su hijo que esperara en la otra habitación y que Busch la llamó “psicópata” y que lucía “muy pálido y enloquecido”. Dijo que si tuviera una pistola, se dispararía a él mismo.
Entonces, Busch le dijo que habían terminado. Con la intención de “desafiarlo a cumplir su amenaza”, le dijo que le daría la noticia a su hijo. “Saltó de la cama, le agarró la garganta con la mano izquierda, le puso la mano derecha en la cara con el pulgar cerca de la barbilla y los demás dedos cerca de la oreja izquierda, entonces la estranguló mientras le azotaba tres veces la cabeza contra la pared del dormitorio”, de acuerdo con documentos judiciales. Ella dijo que “no podía respirar” y que sentía que Busch “aplastaba su garganta”.
Cuando se le pidió que dijera bajo juramento si la había agredido, Busch respondió: “Absolutamente no”. Y añadió que ella deseaba arruinar su imagen.
“¿Puede quitarme de enfrente a esta hija de puta?”
“Si eres un admirador de Kurt Busch, debes enfrentar una gran cantidad de cosas”, afirma Cinde Trebesch, quien ha dirigido un club de admiradores del corredor desde 2005. “Debes enfrentar a quienes te abuchean. Debes enfrentar a las personas que te tiran cerveza en la cabeza. Debes enfrentar un gran acoso debido a todas las controversias por las que él ha atravesado.”
Desde el principio, Busch fue un ganador y un perdedor en NASCAR, excelente al volante, excepto cuando era sumamente malo. Llegó al circuito profesional en 2001, y su primer gran problema se produjo al año siguiente, cuando NASCAR le impuso una multa de 10 000 dólares por golpear un automóvil durante una competencia. Tuvo algunos altercados más con otros corredores, y en 2005 la policía lo arrestó porque, al parecer, había conducido en estado de ebriedad. Solo fue acusado por conducir de manera imprudente, pero se difundieron noticias que afirmaban que no había jugado limpio con los policías (la policía afirmó que Busch preguntó: “¿Sabe usted quién soy?”, y dijo que no haría la prueba de sobriedad porque “eso era para maricones”). Su equipo lo suspendió durante las últimas dos carreras de la temporada y dijo que “se retiraban como defensores de Kurt Busch”.
En 2007, NASCAR le impuso una multa de 100 000 dólares y lo puso a prueba después de que casi se estrella de frente contra un miembro del equipo de otro corredor luego de un altercado con este durante una carrera.
En febrero de 2011, Busch se separó de su esposa, con la que estuvo casado durante cinco años, pero eso no pareció apagar su fuego. Aquel mes de septiembre, durante una conferencia de prensa, una reportera de Associated Press le pidió que comentara sobre algo desagradable que había dicho acerca de un competidor. “No dije eso aquella noche. No lo dije”, respondió. Cuando la conferencia terminó, la reportera le ofreció la transcripción impresa; él la rompió en dos y la arrojó a su regazo. Dos meses después, mientras esperaba a salir al aire con un reportero de ESPN, dijo: “¿Puede quitarme de enfrente a esta hija de puta?” Por ello, y por mostrarle el dedo medio a un miembro de su equipo ese mismo día, NASCAR le impuso una multa de 50 000 dólares.
Busch anunció en diciembre de 2011 que acudiría a un psicólogo deportivo para trabajar con “problemas personales”. En la primavera, NASCAR lo puso a prueba y le impuso una multa de 50 000 dólares tras chocar con un automóvil en el pit y tuvo que ser sujetado para evitar que golpeara al equipo del otro corredor. Meses después, cuando un reportero de Sporting News le preguntó de qué manera el periodo de prueba afectaba su manera de conducir, Busch respondió: “Me impide partirte la cara ahora mismo por preguntarme estas estupideces”.
Desde el inicio de su relación, Driscoll, a quien Busch conoció en un evento de veteranos en septiembre de 2010 y con quien empezó a salir en los meses siguientes, sabía que este tenía que aprender a callarse y sentarse. “Ese tipo de furia acabará con él”, dijo Driscoll en un documental de 2012 sobre la carrera deportiva del corredor. Más tarde, testificó ante el Juzgado de lo Familiar que, durante ese tiempo, Busch volvió su cólera contra ella y la agredió una vez. “Una lo deja pasar… como un incidente de borrachos”, dice ahora. Ella recuerda haberle dicho: “Si dejas de beber, vuelves a tomar tus medicamentos y acudes con el psiquiatra, continuaré mi relación contigo” (un publicista del equipo de Busch declinó programar una entrevista con él, y Busch testificó que el incidente al que Driscoll se refería nunca ocurrió).
En 2012, Busch y su equipo decidieron convertir su reputación en una oportunidad de mercadotecnia. Presentaron un apodo (El Proscrito) y lo plantaron en su automóvil y en su mercancía. “Estoy harto de luchar esta batalla”, dijo en esa película de 2012. “Mi imagen es lo que es.”
Durante un tiempo, pareció tener su furia bajo control. Pero después de algunas carreras decepcionantes, a mediados de 2014, afirma Driscoll, “simplemente dejó de hacer ejercicio y empezó a beber otra vez, y pronto cayó en una espiral descendente”.
Su relación pronto se deterioró a partir de allí. El 21 de septiembre de 2014, después de una carrera en el Autódromo de Nueva Hampshire, la pareja tuvo una disputa en un auto de alquiler de Hertz. Busch, molesto por su resultado, arrancó el espejo retrovisor del parabrisas y rompió la ventana, y Driscoll testificó más tarde que le provocó una contusión en la pierna al arrojar el espejo en el asiento trasero. Pelearon durante todo el trayecto de noventa minutos hasta el Aeropuerto Internacional de Logan en Boston, y él rompió con ella en el camino. Ella dijo también que él le colocó el cinturón de seguridad alrededor del cuello y luego lo soltó, lo cual él ha negado. En una bifurcación en el camino, el algún sitio entre “Departures” y el retorno de “Rent—a—Car”, él salió del camino. Cuando bajó del automóvil, ella saltó al asiento del conductor y se alejó a toda prisa, llevándose su equipaje.
Él le envió un mensaje de texto cuando ella arrancó: “Adiós para siempre”.
“Voy a destruirlo”
Después de huir de la casa rodante de Busch esa noche en Dover, Driscoll y su hijo se detuvieron en la casa de un conocido que vivía cerca de ahí para contarle a él y a su esposa lo que había ocurrido y luego condujeron de vuelta hasta Maryland. Ella telefoneó desesperadamente a sus amigos durante todo el trayecto. Algunos de ellos no comprendían lo que ella decía porque sollozaba profundamente. De regreso en su casa, alrededor de la 1:30 a. m., invitó a casa a una vecina, quien testificó más tarde que el cuello de Driscoll estaba enrojecido, sugiriendo que había sufrido un intento de ahorcamiento.
Driscoll dice que apenas durmió esa noche. En un momento dado, se miró en un espejo y revisó su cuello, donde, según afirma, habían empezado a aparecer moretones. Tomó fotos y dice que recordó cómo una amiga había muerto a manos de un hombre. Se dijo a sí misma: no importa lo que te diga, no importa si trata de engatusarte, este es el final.
Una de las personas a las que llamó esa noche era Richard Andrew Sniffen, un ministro que conocía a la pareja desde 2012. Sniffen dice que cuando hablaron por primera vez después del rompimiento, Driscoll parecía acongojada y que esperaba que ella y Busch pudieran volver a unirse. Pero esa esperanza se desvaneció rápidamente, y vio que “cualesquier emociones que reflejaran un deseo de reconciliación… de inmediato se convirtieron en venganza”, afirma. “Ella hizo comentarios muy específicos sobre sacarlo del automóvil y perjudicar su carrera de manera que nunca pudiera correr otra vez.”
Jonathan Helfman, quien trabajó en el área de mercadotecnia con Driscoll y Busch y era amigo de ambos, declaró a los abogados de él, en documentos presentados ante el tribunal, que, después del rompimiento, ella dijo: “Si piensa que puede salirse con la suya, darme la espalda a mí y a [mi hijo], va a lamentarlo por el resto de su vida”. A fines de octubre, presuntamente le dijo: “No puede ser el fin, pero si lo es, voy a destruirlo… No saben de lo que soy capaz”.
“Le dijimos que siguiera adelante”, señala Beverly Young, que hasta hace poco era homónima de un fondo otorgado por la organización sin fines de lucro de Driscoll. “Eres lista, tienes dinero, tienes una empresa, sigue adelante antes de que te metas en problemas. Y ella empezó con todas estas acusaciones, y el asunto se volvió cada vez más profundo”. Driscoll consideraba a los Young como su familia adoptiva, pero “no nos escuchó”, afirma Young, quien voló de Florida para verla la noche después de la supuesta disputa en la casa rodante de Busch.
El 5 de noviembre de 2014, unas seis semanas después de ese incidente y al otro día de las elecciones intermedias, cuando todos sus amigos en Washington estaban preocupados, Driscoll acudió a la policía y presentó una demanda para obtener una orden de protección.
La historia fue emitida el 7 de noviembre. Busch contrató a Rusty Hardin, un abogado de Houston con un tono sureño que se ha convertido en el legista al que recurren todas las estrellas deportivas acusadas de algún delito, entre ellas, Roger Clemens y Adrian Peterson. Hardin negó todas las acusaciones de Driscoll.
El juez del Juzgado de lo Familiar, el comisionado David Jones, convocó cuatro audiencias en diciembre y enero. Escribiría después que, en el estrado, Driscoll parecía “genuina” y “los músculos de su cuello parecían contraerse, como si volviera a experimentar el supuesto estrangulamiento”. El testimonio de Busch mostró a Driscoll como una exnovia enloquecida que entró por la fuerza a su remolque mientras él dormía y se negó a irse. Dijo que solo “le había sostenido suavemente las mejillas con las manos”.
A Jones no le convenció el testimonio de Busch. Escribió después que el corredor de autos “parecía haber memorizado su versión de los hechos”, y también desacreditó a las personas que testificaron a favor de Busch, diciendo que tenían relaciones financieras con él. Pero varios de ellos señalaron que también tienen relaciones financieras con Driscoll. “Soy al menos una de las personas que conocen completamente y a ciencia cierta cuál era su intención y sus motivos”, dice Sniffen sobre Driscoll. “Básicamente, estaba decidida a destruir su carrera, su reputación y sus finanzas.”
“Evaluado para detectar problemas de salud mental”
El 16 de febrero, Jones concedió a Driscoll una orden de protección contra abusos. Busch no solo tendría que mantenerse alejado y abstenerse de contactar con ella, sino que también tendría que “ser valorado para detectar problemas de salud mental relacionados con el control de la ira y el control de sus impulsos”, además de seguir cualquier tratamiento recomendado.
En unos días, y justo antes de la carrera Daytona 500, Chevrolet dejó de patrocinar a Busch, y NASCAR lo suspendió indefinidamente.
El 19 de febrero, Hardin solicitó reabrir el caso y preparó una nueva lista de personas dispuestas a testificar a favor de su cliente, entre ellas, Jonathan Helfman y Beverly Young. El 5 de marzo, la oficina del procurador general de Delaware dijo que, después de examinar los hallazgos de la policía, no presentaría un caso penal. Algunos días después, NASCAR reinstaló a Busch. Chevrolet también volvió a patrocinarlo.
La noticia devastó a Driscoll. “Para mí, simplemente no tiene sentido descubrir que, como por arte de magia, ha sido curado, ha sido reinstalado”, dice ahora. La decisión también irritó a los defensores de víctimas. Kim Gandy, presidente y director ejecutivo de la Red Nacional para Poner Fin a la Violencia Doméstica, escribió a NASCAR, expresando “una profunda preocupación con respecto a la postura de su organización sobre la violencia doméstica… Su decisión de abandonar su suspensión envía el mensaje equivocado sobre este importante asunto”.
En marzo, y de nuevo tras el volante, Busch proclamó nuevamente su inocencia. “Para mí, estar de vuelta en el auto es lo más importante del mundo”, declaró a la prensa. “Los últimos meses han sido muy difíciles, y he pasado por esto con confianza, sabiendo que conozco la verdad y que nunca hice ninguna de las cosas por las que fui acusado. Fue una completa falsificación.”
“Me gusta disparar tanto como me gusta el sexo”
En Washington, D. C., un interno de la Fundación de las Fuerzas Armadas, la organización sin fines de lucro que Driscoll dirige, navega por el pesado tránsito cerca del Capitolio. Desde el asiento de pasajero, Driscoll ve cómo su iPhone vibra con un mensaje de su abogado: Jones no consentirá la moción para reabrir el caso en el Juzgado de lo Familiar.
Ella transmite la buena noticia a su equipo de relaciones públicas en el asiento trasero, pero su reacción parece apagada, y cambia de tema. Tiene otras cosas en mente, como la reunión que está a punto de sostener con un senador por Luisiana y dos congresistas para hablar del financiamiento de la atención a la salud mental para los veteranos.
Los legisladores dan la bienvenida a Driscoll como si fuera una vieja amiga. Esto se debe a que ella ha estado trabajando alrededor de la capital de Estados Unidos durante más de una década. En 2002, fundó Frontline Defense Systems, una empresa de sensores y vigilancia, y al año siguiente se convirtió en presidente de la Fundación de las Fuerzas Armadas. Ha coescrito un libro sobre soldados con TEPT, producido un documental sobre los problemas de los veteranos e incrementado ochenta veces los ingresos de la fundación. Esta última ha otorgado más de 95 millones de dólares a familias de militares. NASCAR es uno de sus patrocinadores. Busch era uno de sus portavoces.
Entre sus admiradores se encuentra el general de División Randall West, quien fue miembro del Consejo directivo y afirma que “ella tenía un celo y una pasión por hacer lo correcto y ayudar a tantas personas como pudiera”. Pero a pesar de sus muchos admiradores, la madre soltera de Texas que carece de un título universitario sabe que es odiada por algunas personas en D. C. y en el mundo de NASCAR, y se refiere a ella misma, medio en broma, como “la enemiga pública número uno” en ciertos círculos.
Driscoll creció en El Paso, fue la mayor de tres hijos. Su padre estaba en la Guardia Nacional, dirigió un sindicato de maestros y trabajó en una compañía contratista de defensa. Su madre fue hija de militares y se convirtió en enfermera. Driscoll dice que ella era una lideresa en la escuela secundaria, y que se unió a tantos clubes y equipos como pudo, convirtiéndose en una de las primeras chicas de Texas en jugar fútbol americano en la escuela secundaria.
Después de la escuela secundaria, siguió a un novio, Gilbert Chiquito III, a Cape May, Nueva Jersey, donde él entrenaba para unirse a la Guardia Costera. Ambos se casaron en 1995, un mes antes de que ella cumpliera dieciocho años. Más tarde se mudaron a Maryland, y Driscoll asistió a la escuela nocturna. “Realmente no encajaba entre las personas de la Universidad. Tenía ideas y programas diferentes de lo que quería lograr en la vida, y muchos de estos tipos querían divertirse y vivir del dinero de sus padres”, dice. “Yo vivía sola desde los diecisiete años. Pagaba mis propias facturas. Mis padres no me pagaron la universidad. No tenía muchas de las cosas que otros chicos tenían.”
El matrimonio no resultó. No fue posible localizar a Chiquito para que hiciera algún comentario, pero su padre y su madrastra dicen que hacia el final del matrimonio, Driscoll afirmó que él la tiró por las escaleras, provocándole un aborto espontáneo. Un antiguo amigo recuerda haberla oído hablar de otros incidentes violentos. Chiquito siempre ha negado haberla atacado, señalan su padre y su madrastra. “Ha inventado muchas cosas”, afirma Sandra, la madrastra. “Era una buena narradora de historias.”
Driscoll obtuvo una orden de protección contra Chiquito y dice ahora que él la acechaba. La policía recibió un llamado por lo menos una vez, en 1999, cuando Driscoll afirmó que su exesposo infringió la orden de no contacto, además de agredirla y acosarla. El caso fue presentado ante un juzgado de lo penal y archivado en una lista de casos inactivos, lo cual significaba que, si él se mantenía alejado de los problemas durante tres años, no se presentaría ningún cargo.
Driscoll nunca terminó la universidad y, cuando tenía apenas veintitrés años, se casó con Geoffrey Hermanstorfer, en 2001. Asimismo, en esa misma época, fundó Frontline Defense Systems y de repente se vio inmersa en el mundo del tráfico de influencias. En 2003, testificó ante el Congreso que entre sus clientes se encontraban la Oficina Militar de la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, el Departamento de Energía, la Administración Federal de Aviación, la Guardia Costera, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, ocho gobiernos extranjeros y “sitios secretos de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos”.
Ella y Hermanstorfer tuvieron un hijo en 2004. Su matrimonio terminó en febrero de 2011, y poco después comenzó su batalla por obtener la custodia. En los documentos de custodia, Driscoll alegó nuevamente que su pareja había abusado físicamente de ella. Hermanstorfer dijo a Newsweek que esas afirmaciones son falsas. “Es interesante que Patricia haya hecho acusaciones similares con respecto a los tres últimos hombres [con los que] ha tenido relaciones significativas”, declaró a Newsweek en un correo electrónico. El caso de custodia sigue abierto.
“No soy diferente de muchas mujeres que son víctimas de la violencia doméstica; seguimos eligiendo parejas violentas”, responde Driscoll. “Quieren presentarme como una villana solo porque elijo a malas personas.”
Fue en torno a la época de su segundo matrimonio que algunas personas que la conocían afirman que Driscoll empezó a hablar de su trabajo como pistolera secreta. “Ha estado diciendo estas cosas a la gente durante años”, afirma el antiguo amigo que comparaba a Driscoll con el personaje de Gone Girl y que pidió no ser identificado por temor a sufrir represalias, añadiendo que Driscoll decía estas cosas “cada vez” que conocía a alguien nuevo. “Comenzaba contando la historia de que tenía un novio que traficaba con drogas y que la DEA le había pedido… que le informara acerca de él y… que ella les había ayudado en sus misiones contra capos mexicanos”.
“Me contó las mismas historias”, afirma otro conocido que también temía sufrir represalias por hablar de ella. “No es como si durante el día fuera una maestra de guardería y durante la noche se convirtiera en asesina”, dice esta persona, pero “ha hablado mucho de eso”.
Billy Young Jr., el hijo de Beverly Young, y un antiguo empleado de Driscoll, también señalan que ella decía frecuentemente que era una agente misteriosa. Y Charis Burrett, modelo de Playboy cuya hermana sale actualmente con Busch y que hace negocios con este último, declaró al sitio web Kickin’ the Tires y a ESPN Radio que la segunda vez que se reunieron, Driscoll le mostró la foto de un hombre con la cabeza reventada, a quien afirmó haber matado. Burrett dijo que Driscoll también se levantó la blusa para mostrar una cicatriz en el abdomen que, según afirmó, le habían hecho durante una misión (Driscoll presentó recientemente una demanda por difamación por un monto de 10 millones de dólares contra Burrett y su marido por los distintos comentarios que ella hizo en ESPN Radio, y los que ambos hicieron en Twitter acerca de que Driscoll era una pistolera, incluyendo el detalle sobre la cicatriz en el abdomen; Driscoll dice que no tiene tal cicatriz).
En los documentos presentados ante el Juzgado de lo Familiar, Helfman afirmó que Driscoll le dijo que tenía un par de botas con una navaja oculta y que “la usaba contra los villanos”. Michael Domcheff, que conduce la casa rodante de Busch, dijo al tribunal que Driscoll hablaba sobre ser una “asesina entrenada”.
En un video publicitario para un reality show llamado Pocket Commando(Comando de bolsillo), hecho con Driscoll hace algunos años, dice: “No soy una madre común… He trabajado y apoyado al ejército durante muchos, muchos años. Soy una de las pocas mujeres que poseen y dirigen una compañía de defensa. Me gusta disparar tanto como me gusta bailar y tener sexo. Tengo la reputación de no ser la persona más agradable del mundo, y me la he ganado”. Ella aparece en un campo de tiro, con una blusa escotada, y dice también que “existen muchas cosas delicadas en las que trabajo; la mayoría de las cuales ustedes nunca verán”.
“En pie de guerra”
El 15 de marzo de 2015, en el Autódromo Internacional de Phoenix, durante su primera carrera después de su suspensión por el tema de Driscoll, Busch terminó en quinto lugar, su primera finalización entre los primeros cinco lugares en doce carreras. Una semana después, terminó en tercer lugar. James Edward Yorks, quien escribió un libro sobre NASCAR, dice que Busch está en una “fase de resurrección… en pie de guerra para volver a ocupar el sitio que tenía”.
Busch viaja ahora con una nueva novia, Ashley Van Metre, la hermana de veinticuatro años de Burrett, quien los presentó en noviembre pasado y afirma que Van Metre es “el polo opuesto” de Driscoll, “callada y más bien sumisa”. El segundo cambio: el automóvil del Busch ya no tiene el letrero de “El Proscrito”.
El equipo de Busch ha presentado una apelación ante el Juzgado de lo Familiar y Hardin dice que su cliente está decidido a limpiar su nombre.
Driscoll no hizo ningún comentario sobre la acción legal que podría emprender contra Busch. “Fui atacada el 26 de septiembre, y los ataques continúan”, afirma Driscoll entre lágrimas. “Las personas que se presentan y son lo suficientemente valientes como para decir: ‘Esto no está bien’ e informar sobre el crimen, no deben seguir siendo golpeadas… Él me agredió. Y al final del día, somos solo dos personas. Y él es una celebridad, sí, pero no está por encima de la ley”.
Señala que su mayor temor es que las víctimas de la violencia doméstica dejen de levantar la voz al ver lo que le pasó, entre ellas, mujeres pertenecientes a la comunidad de NASCAR, quienes la han contactado en privado, dice. “Demasiadas mujeres se quedan calladas. Su corazón interfiere”, dice.
Sin embargo, algunas personas que conocen ambas partes de esta conflagración doméstica dicen que Busch es quien necesita protección. Debido a que este asunto tiene tantos tintes hollywoodienses como del Juzgado de lo Familiar, resulta adecuado que la última palabra provenga de un excolega de Driscoll, quien habló sobre ella en Pocket Commando: “Si usted la contraría, ella le agarrará por las [bolas] y se las retorcerá hasta arrancárselas por completo”.