La presentación del paquete de modificaciones fiscales por parte del gobierno federal mexicano levantó expectativas y comentarios encontrados, pues desaparecen impuestos polémicos y se aumentan otros que podrían serlos.
BUENAS y malas noticias. O un vaso medio lleno, o medio vacío, según la óptica desde la cual se vean las cosas.
Así es como se recibió en México la iniciativa de reforma hacendaria que el presidente Enrique Peña Nieto presentó apenas llegó de la reunión del G20, en Rusia, y que mantuvo en expectación durante días tanto a poderosos empresarios como a los activistas sociales del país.
Expectación porque la principal apuesta que se cruzaba en los corrillos políticos e industriales de México se refería a una posible aplicación del Impuesto al Valor Agregado, el IVA, a los alimentos y medicinas, algo que finalmente no ocurrió porque, a decir del gobierno federal, se afectaría a la población con menos ingresos en un 5.6 por ciento anual. No aplicar el IVA generalizado, señaló el gobierno, permitió que cada hogar ahorrara 5601 pesos mensuales.
Y si bien el IVA se mantendrá a una tasa de 16 por ciento, se propone que ese impuesto sea aplicado en todo el país, contrario a lo que ocurre actualmente, lo que significa eliminar la medida que establece un IVA menor en las zonas fronterizas de México.
Pero si bien no se generalizó uno de los impuestos más universales (todos pagarían al consumir), en la iniciativa presidencial sí se presentaron cambios importantes, entre ellos, desaparecer gravámenes impopulares como el Impuesto Empresarial de Tasa Única (IETU), que afecta los ingresos por enajenación de bienes o prestación de servicios, y el polémico Impuesto sobre Depósitos en Efectivo (IDE), un gravamen de 3 por ciento sobre el excedente de los depósitos bancarios en efectivo mayores a 15 000 pesos, instituido en el gobierno de Felipe Calderón con el propósito de cobrar a los comerciantes informales que suelen manejar todo su dinero en billetes y monedas.
No extender el IVA, y eliminar los polémicos y hasta molestos IETU e IDE, fueron buenas noticias para muchos. Pero no todo fue miel sobre hojuelas.
Peña Nieto, acompañado del pleno de su gabinete y ante gobernadores y dirigentes del PAN, PRI, PRD y PVEM, anunció un nuevo impuesto sobre los combustibles con contenido de carbono, sobre los plaguicidas y, en una medida que se vislumbraba desde hace tiempo, un gravamen especial sobre las bebidas azucaradas con el argumento de que ello ayudará a disminuir los índices de obesidad en México, uno de los países que más bebidas carbonatadas consume en el mundo, y el primer lugar en obesidad infantil.
Respecto a las gasolinas, el anuncio es que se eliminarán gradualmente los subsidios a los combustibles, aunque se suavizarán los incrementos mensuales en sus precios, los popularmente llamados “gasolinazos”.
Otra de las medidas importantes es el anuncio de que la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) tendría un nuevo régimen fiscal en caso de que la iniciativa sea aprobada. En este renglón, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que se disminuirá la carga fiscal de la única empresa petrolera del país hasta establecer un régimen para Pemex “igual al de cualquier empresa. Las decisiones de reinversión maximizarán la rentabilidad social a lo largo del tiempo”.
También se anunció el cobro de impuesto de 10 por ciento a los dividendos y ganancias de las operaciones en la Bolsa Mexicana de Valores, una medida inexistente en el país y que ha sido duramente criticada por organizaciones sociales y partidos de izquierda durante años.
El Impuesto Sobre la Renta (ISR) también recibe propuesta de modificación, pues se cobrará más a quien más gana, y se toparán las deducciones hasta en 10 por ciento.
¿Qué ofrece el gobierno federal a cambio de la nueva política hacendaria y sus múltiples cambios? El propio discurso de Enrique Peña Nieto lo señaló: más apoyo a la recién aprobada reforma educativa, y más becas para estudiantes; establecer una red de protección social mediante un seguro de desempleo y pensión a quienes no la tienen, y más inversión en infraestructura.
Además, la propuesta presidencial contempla simplificar los trámites de los particulares ante el Servicio de Administración tributaria (SAT) mediante un sistema electrónico sencillo y, según dijo el Presidente, sin necesidad de un contador público.
De ida y vuelta
Apenas terminado el discurso de Enrique Peña Nieto, el cual fue transmitido en cadena nacional, la avalancha de opiniones sobre la iniciativa inundó las redes sociales en un domingo poco acostumbrado a las grandes noticias.
Diputados, senadores y gobernadores del PRI dedicaron largo espacio en sus cuentas de Twitter y Facebook a hablar de las bondades de la propuesta presidencial, incluyendo en sus mensajes accesos a los sitios de internet del gobierno federal donde se detallan los aspectos de la iniciativa.
Políticos de oposición y analistas, por su parte, diferían y hasta debatían en las redes sobre lo que vendría para México con el plan hacendario recién presentado.
El periodista económico Luis Miguel González, director editorial del diario mexicano El Economista, así opinó respecto a la reforma: “Definir es definirse. Enrique Peña presenta una reforma hacendaria que le garantiza dos cosas: el apoyo del PRD en el Congreso y una grieta en su relación con el sector privado. Es la reforma fiscal más ambiciosa de las últimas décadas, donde el sector privado llevará la carga: acaba la consolidación; se reducen los regímenes especiales y se crean tres nuevos impuestos: a las emisiones de carbono, a las transacciones bursátiles y a los refrescos. El IVA queda sin cambios significativos”.
González añade que “Luis Videgaray llevaba un rato diciéndolo: pagarán más quienes más tienen. Es una reforma redistributiva que aspira a captar 1.4 por ciento del PIB para financiar un seguro de desempleo y seguridad social universal. La izquierda sumará sus votos. El sector privado no la aplaudirá, ni por compromiso”.
“¿No que no? Peña le quitó las banderas fiscales a AMLO. Y ahora con qué patraña engañará AMLO a sus fieles?”, sentenció el columnista Ricardo Alemán en su cuenta de Twitter. “No IVA en medicinas y alimentos, pago a bolsa, fin a privilegios a grandes capitales, seguro de desempleo, fin a IETU e IDE. Todas banderas del PRD!”, añadió en un mensaje en la red el articulista y periodista de televisión.
Andrés Manuel López Obrador, el AMLO mencionado por Alemán en Twitter, no necesitó escuchar el mensaje de Peña Nieto para descalificar la iniciativa. Horas antes de la presentación presidencial, el activista de izquierda y excandidato presidencial lanzó severas críticas contra lo que, dijo, vendría en el mensaje del Presidente.
“¿Qué es lo que van a dar a conocer el día de hoy?”, preguntó a miles de asistentes a un mitin en la ciudad de México en contra de la iniciativa de reforma energética presentada hace apenas unos días. Y él mismo respondió: “Los aumentos a impuestos. Eso sí, bien envueltos. Así como manejaron la iniciativa de reforma energética, y utilizaron de manera vil e infame la imagen del general Lázaro Cárdenas, así a partir de hoy, con todos los medios de comunicación, desde luego con honrosas excepciones, van a decir que esa reforma hacendaria nos conviene a todos los mexicanos”.
En realidad, dijo López Obrador, “lo que quieren es tapar el hueco, el hoyo, que dejaría la entrega de las ganancias del petróleo a extranjeros, aumentando los impuestos a todos los mexicanos. Hoy va a hablar Peña de este asunto, pero ya de una vez les adelantamos cuál es el propósito, qué es lo que realmente están tramando, ya no van a volver a engañar al pueblo de México. En esencia, van a proponer a los mexicanos que paguemos la factura por la entrega de las ganancias del petróleo a extranjeros”.
Otro izquierdista, Jesús Ortega, también se sumó a los comentarios con varios mensajes, entre ellos uno que rezaba: “Hay personas que deseaban que hubiera IVA en alimentos y medicinas. Les daría ‘causa’ política. Y ese deseo les hace olvidar la causa social”.
Activo también en su cuenta de Twitter, el senador panista Javier Lozano, quien abiertamente no comulga con el apoyo de su partido a las iniciativas presidenciales, posteó tres mensajes en contra de lo anunciado. “Dijo @EPN que seguirán los aumentos graduales de las gasolinas para eliminar el subsidio. ¿Cuál subsidio? Ya están más caras que en EE UU”. Luego, minutos después, el legislador panista se dijo decepcionado: “Que devuelvan las entradas #ReformaFiscal”. Y después remató: “Y no, no pagarán más los que más tienen, sino los que siempre pagamos. Los que no pagan se quedan en la informalidad y les darán subsidios”.
El sentir popular en las redes era contradictorio. Hubo quienes apoyaron la iniciativa en su mayoría; otros buscaban pros y contras. @Ronrics, un tuitero, fue quizá uno de los más irónicos y ocurrentes en el debate socializado al postear su sentir: “Impuesto a las decepciones amorosas, eso jode más la salud que el refresco”.