La discusión pública sobre la despenalización del aborto empezó en 1936, cuando la doctora Ofelia Domínguez Navarro presentó la primera disertación sobre la necesidad de reformular la ley que prohibía el aborto argumentando que había que despenalizarlo por causas económicas y sociales.
En la década de 1940 el tema perdió peso con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, a partir de la cual la lucha feminista se concentró en conseguir el voto, el cual en México se lograría en 1947, durante la administración del presidente Miguel Alemán Valdés, y en ocupar puestos políticos que ese mismo año fue posible cuando las mujeres obtuvieron el derecho de participar en elecciones municipales. En 1953 obtuvieron el sufragio universal y el derecho a ser candidatas en elecciones nacionales, cuando Adolfo Ruiz Cortines estaba en el poder.
Con la llegada de una nueva ola de feminismo —la segunda a nivel mundial y la tercera en México—, en 1970 se creó Mujeres en Acción Solidaria, y el asunto volvió a cobrar importancia; asimismo, se comenzó a plantear el tema de la maternidad voluntaria, que consistía en cuatro puntos: educación sexual, anticonceptivos, aborto libre y gratuito y el no a la esterilización sin la voluntad de la mujer.
Cuatro años más tarde se creó el Movimiento de Liberación de la Mujer, y en 1976 se formó la Coalición de Mujeres Feministas, que enfocó su agenda política hacia el derecho al aborto legal y gratuito y la lucha contra la violación y la violencia hacia la mujer; entonces llevó una iniciativa a la Cámara de Diputados, cuando todavía no había una oposición de izquierda, y el Partido Revolucionario Institucional la congeló. El Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres fue creado en 1979.
En 1980, cuando el Partido Comunista ya estaba legalizado, por segunda vez se presentó la iniciativa, pero tampoco pasó, y en 1982 se creó la Red Nacional de Mujeres y, con ella, una serie de grupos feministas que se consolidaron para continuar su lucha. Llegado el año 2007 se presentó por tercera vez la iniciativa de despenalización del aborto y finalmente fue aprobada.
La doctora Marta Lamas, investigadora del programa de estudios de género de la UNAM, profesora de Ciencias Políticas del ITAM y directora de la revista Debate Feminista, en entrevista con Newsweek en Español habla del significado que tiene el haber aprobado el aborto en un país mayoritariamente católico y que está liderado por una clase política conservadora, en el que la Iglesia instruye a sus fieles en el tema de la defensa de la vida.
¿Qué supone la despenalización del aborto, durante las 12 primeras semanas de gestación, en la ciudad de México?
El haber aprobado la despenalización del aborto en el Distrito Federal ha sido algo que ha movi-do muchísimo el tapete, lo movió al grado de que inmediatamente se puso un recurso de anticonstitucionalidad; la Suprema Corte tuvo que resolver y decir que sí era constitucional, pero permitió que los demás estados, las demás entidades federativas, de repente dijeran: ay, pues es legal en la ciudad de México ¿y qué vamos a hacer nosotros? De hecho, casi un 25 por ciento de las interrupciones legales que se hacen en el Distrito Federal son de mujeres que han venido de todos partes de la República y, evidentemente, regresan a sus estados a contar lo bueno de que sea una interrupción sana, legal, tranquila, etcétera, y también se preguntan el porqué en su estado no lo tienen.
En ese sentido, la despenalización hizo, por un lado, que la derecha conservadora se organizara para meter lo que han sido 17 reformas a las constituciones de los estados para proteger la vida desde el momento de la concepción, lo cual no tendría por qué afectar a la despenalización del aborto; todos los países en Europa que tienen despenalizado el aborto también tienen la protección a la vida desde el momento de la concepción porque la protección a la vida es un valor abstracto general, siempre se debe de protegerla y hay excluyentes, existe, por ejemplo, la legítima defensa, no le vas a proteger la vida a un tipo que te está digamos queriendo atacar.
Por otro lado, las reformas que se hicieron sí han tenido un efecto negativo por el nivel de ignorancia que tienen nuestras autoridades y han metido lo que se llama incertidumbre jurídica. O sea, hay médicos en hospitales que, aunque el aborto, por ejemplo por violación, está permitido en todas las entidades federativas, dicen que no lo pueden hacer porque se protege la vida desde el momento de la concepción. Esa es la incertidumbre jurídica, un problema al que hoy, después de la despenalización, nos estamos enfrentando.
El caso de México se ha convertido en un modelo para otros países de América Latina; Uruguay, por ejemplo, despenalizó el aborto hace poco más de un mes e invitó a nuestros funcionarios de la Secretaría de Salud a que vayan a ver a los secretarios de salud de Uruguay para contarles cómo se ha resuelto el tema del servicio.
¿Hasta dónde cree que la Iglesia y el Estado pueden interferir en la decisión de una mujer de abortar sin que asuman ninguna responsabilidad cuando es la madre, y en algunos casos el padre, el que asume el costo emocional y económico de un bebé?
A mí evidentemente me parece que no deben de intervenir, y con un ejemplo voy a apoyar mi postura. En Francia, después de que se despenalizó el aborto, en 1976, los grupos pro vida quisieron organizar una especie de referéndum y querían juntar millones de firmas para que se rechazara la ley, ante lo cual la psicoanalista católica Francoise Dolto dijo que las personas que firmaran ese manifiesto deberían de comprometerse a sostener económica y emocionalmente hasta los 18 años de edad a los niños de las mujeres a las que no se les permitiera abortar. Una vez que Dolto hizo ese planteamiento, el movimiento se paró y los grupos pro vida desistieron de reunir las firmas, nadie estaba dispuesto a sostener económica y emocionalmente la vida de un ser humano hasta que fuera mayor de edad.
Un caso como el ocurrido en Francia deja claro que, desde el punto de vista racional, evidentemente no hay nada que permita pensar que se pueden tomar decisiones de un proceso que ocurre en el cuerpo de otra persona y que, por lo tanto, nadie debe pretender impedir o intervenir en ese proceso. Ese ha sido digamos uno de los ejes racionales que ha hecho que en Europa, excepto Irlanda, la despenalización del aborto sea una realidad. Pero todavía los prejuicios, la ideología, la religión, juegan en contra con esa cosa abstracta de la vida, de salvar la vida; bueno, ahí hay una vida de una mujer de veintitantos, de treinta y tantos, cuarenta y tantos años que, frente a un embrión, pues verdaderamente la decisión parecería no tener conflicto, pero muchas personas prefieren el embrión que la persona ya viva, funcionando en la vida.
¿Entonces la Iglesia y el Estado deberían de hacerse responsables de los hijos que les obligan a tener a las mujeres a las que les prohíben abortar?
Yo creo que la Iglesia no; digamos, en todo caso, sus fieles. El Estado es el que debería de ofrecerles a esas mujeres que enfrentan un dilema, el decir: bueno, si estás abortando digamos en contra de tu voluntad por cuestiones económicas, pues no te preocupes, vas a tener un apoyo económico de parte del Estado. Pero eso ocurriría solo si es que al Estado le interesara, pero yo no veo que en México repare en eso. Más bien, la mayoría de los estados dicen que esa es una decisión individual que compete a la persona involucrada y es del ámbito de su vida privada, y el Estado ni tiene que intervenir.
¿Por qué en pleno siglo XXI el derecho a decidir sobre la vida sexual y reproductiva cuesta tanto entenderlo en el caso de las mujeres?
Porque llevamos siglos de una concepción religiosa que ha dicho: ten todos los hijos que Dios te mande; en donde la maternidad ha sido mistificada como la misión de la mujer hasta el punto de que lo que es una posibilidad —tener hijos— se vuelve un mandato.
Yo creo, y esto lo dicen las mujeres de Católicas por el Derecho a Decidir, que desde que cae el Muro de Berlín, en 1989, la Iglesia se queda sin su gran enemigo, que era el comunismo, y como ya no tiene forma de estar peleándose y haciendo política, toma como bandera el tema del dere-cho a la vida.
A partir de entonces, la Iglesia ha armado toda su oposición, su propaganda, todo, en función de una defensa absurda, y no porque sea absurdo defender la vida, sino porque hay que distinguir en qué momento de esa vida estamos. No es lo mismo un huevo fecundado, una blástula, una mórula, un embrión, a un feto. Entonces es un discurso que ha permeado porque han tenido los recursos tanto del Vaticano como de los empresarios católicos del país para hacer una campaña amarillista, para llevar a las escuelas secundarias, incluso a las oficiales, un cortometraje donde asustan a los adolescentes como si los abortos fueran ya de fetos grandes y una cosa sangrienta, con el que han creado una campaña de intimidación, de terrorismo y de desinformación.
¿Qué opinión le merece la ideología religiosa que tiene como discurso el que el ser humano no es dueño de su propia vida y que no puede disponer de ella?
Yo creo que el tema con la religión es que siempre hay que distinguir entre la religión en sí y sus representantes oficiales. La religión en sí es algo que muchísimas personas viven con un nivel de espiritualidad y de fe que es muy difícil de alcanzar; los representantes oficiales de la religión, por su parte, son seres humanos que se equivocan, como lo deja en claro una breve revisión de lo que ha sido la trayectoria de la Iglesia católica a través de la cual los obispos y los papas han hecho barbaridades. En ese sentido, no hay que confundir a la Iglesia como institución y a la religión. La institución Iglesia tiene, además, una división entre la Iglesia de base, que son los curas progresistas, y las monjas progresistas, que es la burocracia digamos oficial; y te vas a encontrar entre los curas de base, como nosotros que hemos tenido total apoyo, a sacerdotes, jesuitas, dominicos y monjas muy progresistas que están por la despenalización del aborto. No podemos poner todo en el mismo saco, tenemos que ir distinguiendo de quién estamos hablando.
Por supuesto, no hay que negar que la Iglesia va rezagada con respecto al conocimiento científico; las posiciones de la Iglesia con respecto al aborto, las últimas, tienen que ver con los descubrimientos del siglo XIX, cuando vieron que el espermatozoide se movía dijeron: ah, hay vida. Ahí se quedó y no entró a revisar todo lo que tiene que ver con la actividad cerebral y todo lo que hoy en día la neurología nos puede ofrecer como información científica. La excepción de la regla es Carlo María Martini, obispo de Milán, quien decía que la Iglesia tiene que modernizarse, poner al día sus dictados con respecto a lo que ya la información científica en materia de sexualidad y reproducción nos ofrece, así que hay de todo.
¿La sociedad ya ha despenalizado moralmente el aborto?
La sociedad es un bloque en el que no creo, es decir, ¿qué sociedad? La del Distrito Federal sí, la mayoría, que representa un 80 por ciento. En los estados es distinto, ¿qué sociedad? Depende de si hablamos de una comunidad indígena en la sierra de Guerrero o de las mujeres de la frontera, que se cruzan a Estados Unidos para abortar libremente. Según las encuestas nacionales que se han hecho, de Gallup por ejemplo, hay una cierta despenalización moral, o por lo menos ya se habla de que el aborto es un asunto que tiene que decidir la mujer.
Hoy en día la pregunta ya cambió, ya no es: ¿estás a favor o en contra del aborto? La pregunta es: ¿quién debe de tomar la decisión del aborto? Según las encuestas nacionales que hemos hecho, como es nuevamente el caso de Gallup, entre el 78 y el 86 por ciento de las personas encuestadas creen que es una decisión que le compete a la mujer, algunos piensan que a la mujer y su pareja, otros, que a la mujer sola, pero nadie dice que es una decisión del Estado ni de la Iglesia, ni de los médicos ni de los diputados, entonces eso está claro.
¿El aborto sigue siendo un tabú?
No, no creo que siga siendo un tabú. A lo mejor lo que es un tabú en ciertos círculos muy conservadores es que una chica o una mujer digan que se hicieron un aborto, eso es lo que de alguna manera trae un estigma, te convierte en una abortista. Sin embargo, eso en otros ambientes, como el universitario, no ocurre, las chicas hablan con bastante libertad de que se han hecho un aborto, de si les fue bien, si no les fue bien, etcétera, algo que supongo en ciertos enclaves del conservadurismo en México es impensable.
¿Cómo hacer para que los derechos sexuales y reproductivos de la mujer se cumplan y se respeten?
Primero se debe conocerlos, o sea, los derechos ahí están, pero si no hay una ciudadanía que conozca, que presione, que proteste y que ponga una demanda cuando sus derechos son violados, pues por mucho que estén escritos no funcionan. Hay mucha necesidad de información y, también, mucha necesidad de acción legal.
Nosotras estamos trabajando con mujeres que después de que fueron a hacerse un aborto legal y los médicos en los estados les dijeron que no argumentando que deben proteger la vida, ellas no se regresaron a llorar a su casa, sino que se buscaron un abogado porque quisieron pleito y pusieron una demanda, que es lo que hace la diferencia. Desafortunadamente, en México no tenemos una cultura de litigio jurídico, te hacen algo malo y te regresas a llorar a tu casa o te enojas, no pones una demanda legal contra quien hizo esa violación de tu derecho, sino que dices: ¡ay no, qué flojera ir a la delegación!, ¡ay no, qué flojera conseguir un abogado!, ¡ay no…! Entonces, si no cambia eso y si no nos damos cuenta de que para que se respete la ley se necesita luchar, pues seguiremos estancados.
Debemos entender que, cuando la ley no es respetada por las autoridades, nosotros como ciudadanos debemos hacernos responsables de eso y decir: me violaron un derecho, protesto, demando, me meto a litigio y lo llevo hasta el final. A lo mejor los primeros litigios se van a perder, a lo mejor las primeras demandas no van a prosperar, pero cuando ya sean un chingo de demandas te aseguro que eso va a cambiar.
¿Cómo lograr que en México se modifique la legislación respecto al aborto a nivel nacional?
Yo propongo que las personas sepan quiénes son sus diputados, que vayan con argumentos a convencerlos, que haya una presión social, que busquen aliados, que se unan en sociedad de padres, que armen grupos en las colonias y que vayan con sus diputados a presionarlos y a decirles que cambien la ley.
Yo creo mucho en el gradualismo, es decir, nosotras no conseguimos de un día para otro la despenalización; conseguimos, primero en el 2000, con Rosario Robles, la ampliación de causales; en el 2004, con Andrés Manuel [López Obrador], que el aborto por ciertas causas no fuera considerado delito; y, por último, conseguimos la despenalización de las 12 semanas en el 2007. Entonces, si no has hecho nada y de repente un día vas a ver a tu diputado y quieres que de la noche a la mañana te despenalice, lo veo medio difícil, por no decir imposible. En vez de eso revisa la legislación, ve qué causales están aceptadas, por qué cada estado tiene distintas causales, entérate de que solamente el aborto por el producto de la violación es el que está legalizado en todos los estados, etcétera, se deben conjugar y tomar en cuenta muchos elementos.
Y, por último, no hay que olvidar que existen organizaciones ciudadanas que fueron fundamentales en el proceso de despenalización del aborto, cinco de ellas, no solo GIRE, está Católicas por el Derecho a Decidir, Ipas, el Population Council y Equidad de Género, que en todo momento están dispuestísimas a acompañar el proceso que cualquier grupo ciudadano quiera hacer en su estado. Entonces, si como individuo no sabes por dónde, ya hay expertas, que consulten con ellas.
¿Qué papel juega la sociedad en el tema del aborto? ¿Qué tan importante es su participación y apoyo para las mujeres que deciden abortar?
Es importantísima, si las feministas no hubiéramos estado chinga y jode, chinga y jode aquí, en el Distrito Federal, durante 40 años, la despenalización no hubiera ocurrido. Hay que aclarar que no solamente era chinga y jode, estuvimos preparándonos, formándonos, planteando cuáles eran nuestros argumentos, hablando con abogados, con bioéticos, con médicos, con periodistas, o sea, hubo todo un proceso en el que no solo participamos en términos de protesta, sino de aprender a litigar y a abogar por una causa y a convencer. En el 2007 no todos los diputados del PRD estaban convencidos, hubo que convencerlos también, había diputados católicos para quienes eso era un dilema y tuvieron que venir nuestros amigos jesuitas y dominicos a hablar con ellos, o sea, hay estrategias para lograr las cosas, no es con varita mágica de un día para otro.
¿Por qué el feminismo no ha logrado reformar, como prioridad de la sociedad, los temas de las mujeres en México?
Porque es un movimiento minoritario en México. En cualquier país del mundo salen miles de mujeres a la calle; en Italia, en Roma, que era una ciudad de dos millones de habitantes, salieron 50 000 mujeres en una marcha pidiendo la despenalización del aborto en los años de 1970, era una marcha gigantesca. Aquí, cuando ha habido una marcha, salimos 50 locas, no 50 000.
El movimiento feminista es minoritario, está fragmentado, tiene de repente figuras o intervenciones y todo, pero no es un movimiento masivo y tampoco tiene gran participación dentro de los partidos. Ahora, probablemente en el próximo gobierno vamos a ver a Rosario Robles, que es una figura feminista importante, vamos a ver de repente a dos o tres más de las priistas conocidas que han sido feministas desde hace 20, 30 años, y habrá que ver ellas desde ese lugar qué pueden hacer, claro, sin olvidar que no solo necesitas a las figuras allá arriba, sino un movimiento que desde abajo empuje.
¿Cuáles han sido los valores y las prácticas que han desarrollado los grupos feministas aquí en México en torno al aborto?
Los grupos feministas son muchos y distintos; en la tendencia a la que yo pertenezco uno de los valores ha sido el tema de la profesionalización, o sea, no es este rollo nada más de ir a gritar espontáneamente, sino que hay que hacer un mapa de actores, hay que hacer un diagnóstico, tener argumentos, entender los argumentos que dan los médicos, los abogados, etcétera.
El tema de la profesionalización, del activismo, es muy importante para la tendencia feminista a la que yo pertenezco; hay otras para las que no porque consideran que hay que ser espontáneas, que hay que ir a gritonear e ir a hacer happenings y cosas por el estilo. También tenemos otros valores, como el de la laicidad, estamos en un Estado laico y hay que estarlo reivindicando todo el tiempo, esta implica el respeto a todas las creencias religiosas, no la imposición de una sola creencia religiosa.
Las prácticas han sido armar organizaciones no gubernamentales, como fue el caso de GIRE hace 20 años, o el de Equidad de Género y otras, para dentro de ese proceso de profesionalización ir convenciendo, abogando por una causa de una manera que te puedan escuchar, porque el chiste para convencer es dar argumentos. Entonces, una de las prácticas fue esa, hacer revisiones de las estadísticas y mostrarlas, hacer un mapa para que los diputados pudieran ver cómo estaba la situación, hacer encuestas, o sea, hubo muchísimas prácticas que van asociadas a ese tema.
Mencionó la laicidad, ¿por qué entonces en un Estado laico la Iglesia sigue teniendo tanto peso en una decisión como esta, que tiene que ver con la sociedad?
Porque tienes políticos como López Portillo, que cuando se presentó el tema de la despenalización, su mamá, muy católica, se acercó y le dijo: por favor, hijito, no lo hagas. El tema del catolicismo en la cultura mexicana tiene mucho peso, y a eso súmale que muchos de los políticos en lo referente al aborto están en un estado muy primitivo de reflexión, siguen con ese rollo de si es bueno o es malo, no han seguido el debate internacional; claro, con excepciones, como Marcelo Ebrard, quien estuvo en la punta y apoyó y respaldó y fue un elemento decisivo en el proceso, pero otros no. Ni siquiera ser gobernador del PRD garantiza que vaya a querer apoyar porque es, además, un tema que como la Iglesia lo ha agarrado como bandera, cualquier político que quiera despenalizar sabe que la Iglesia le va a armar una campaña en contra y nadie quiere tener a la Iglesia, que es poderosa, que tiene muchas figuras en los medios, haciéndote una campaña en contra todo el tiempo. Entonces, se necesita ser un político muy convencido y con principios.
Acuérdate de cuando Marcelo Ebrard despenalizó la campaña que le hicieron en contra, al igual que a Rosario Robles, o sea que sí ha habido el temor de los políticos para meterse en un tema al que, si la sociedad no lo está empujando, pues por qué tú como político te vas a meter y comprarte un pleito con la Iglesia si no tienes una sociedad que esté empujando y que lo esté pidiendo.
¿Cuál es la verdadera base social de apoyo que tienen los grupos feministas y cuáles son sus concepciones políticas?
Yo creo que hay una ciudadanía ilustrada, creo que hay un cambio generacional en el país, creo que muchísimos universitarios y universitarias están con esta idea de la despenalización. Sí hay una base social, a lo mejor no es una base social que está manifestándose todo el tiempo, pero sí se siente identificada con nuestras posiciones, como lo hemos visto a lo largo de estos años. Las personas se acercan, te dicen que qué bueno que se despenalizó y nos felicitan, etcétera.
Entonces, yo creo que es básicamente eso, hay una clase media urbana, ilustrada, y hay un cambio generacional yo te diría que de 30 años para abajo, la mayoría de los jóvenes, incluso aquellos que vienen de familias muy religiosas, panistas, están por la despenalización. La tendencia de la modernidad y la tendencia del país va hacia despenalizar a través de una sociedad joven como la mexicana; ahora te vas a enclaves rurales, a Guanajuato o a algún lugar así, en donde evidentemente no tenemos base social, pero incluso en zonas indígenas las feministas indígenas ya tienen una alianza y las chicas jóvenes están hablando de despenalizar el aborto en las comunidades indígenas, Marta Sánchez y su grupo son un claro ejemplo de ello.
El cambio de mentalidad se debe al proceso de ilustración: si tú estudias, vas a la univer-sidad, lees, estás conectado a internet, oyes debates y aprendes cosas; pero si estás encerrado en tu ranchería pues obviamente no.
¿Qué queda por hacer?
Que se despenalice en todo el país. Hay muchas tareas, unas tienen que ver con defender legalmente a las mujeres que han sido encarceladas o han sido detenidas o no se les ha querido dar el servicio cuando se les tenía que dar el servicio; y otra es un trabajo de la sociedad de presionar a sus representantes y a los diputados para que amplíen las causales o despenalicen de la misma manera en que se hizo aquí, en el Distrito Federal.