La riqueza y la salud están intrínsecamente ligadas en Estados Unidos, donde los estadounidenses acaudalados viven entre 10 y 15 años más que sus homólogos pobres, reveló un estudio.
Una serie de cinco artículos, publicados en la revista médica The Lancet, halló que una brecha de ingreso cada vez más amplia, el racismo estructural y el encarcelamiento masivo están impulsando crecientes desigualdades de salud.
“Estados Unidos es uno de los países más ricos del mundo, pero esa realidad significa muy poco para la mayoría de los habitantes, porque mucha de esa riqueza está en manos de una diminuta fracción de estadounidenses”, escribió el senador Bernie Sanders en un artículo que introduce la investigación.
Sanders exigió reformas al sistema de salud, el cual describió como “el más costoso, burocrático, derrochador e ineficaz” del mundo.
“La atención de la salud no es un lujo. Es un derecho humano”, declaró. “El objetivo de un sistema de atención de la salud debiera ser mantener sanas a las personas, no enriquecer a los accionistas”.
“‘Medicare para todos’ cambiará eso al eliminar las ganancias de las aseguradoras de salud privadas y los costos generales, así como gran parte del papeleo que imponen a los hospitales y a los doctores, ahorrando cientos de miles de millones de dólares en costos médicos”.
La investigación descubrió que el 5 por ciento de los estadounidenses más pobres no ha experimentado incrementos de supervivencia desde 2001, en tanto que los ciudadanos de ingresos medio y alto han tenido un aumento de dos años en la expectativa de vida. La diferencia en la expectativa de vida entre el 1 por ciento más rico y el 1 por ciento más pobre es, actualmente, de 10 a 15 años.
Los estudios fueron publicados cuando la nueva presidencia se aproxima a los primeros 100 días de mandato, y los autores esperan que sus hallazgos resalten la necesidad urgente de atacar el problema para prevenir una “trampa sanitaria de pobreza en el siglo XXI”.
“Estamos presenciando un desastre que se desarrolla lentamente en la salud de los estadounidenses de bajos ingresos, quienes han pasado sus vidas productivas en un periodo de crecientes desigualdades de ingreso”, dijo el Dr. Jacob Bor, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston.
“La creciente inseguridad económica de los estadounidenses de clase pobre y media ha conducido a la persistencia del tabaquismo y al aumento de las epidemias de obesidad y opioides, con consecuencias adversas para la salud y la expectativa de vida”.
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