El sándwich
mentado –de pan integral y tomates orgánicos– se lo preparó con mucho cariño la
mamá de una estudiante de la escuela primaria, en Milán. Todo bien, al parecer.
Pues no, porque la legislación italiana prohíbe consumir en el colegio
alimentos llevados de casa.
La pequeña fue obligada a almorzar sola en su aula, y
ante semejante humillación, de inmediato se convirtió en el símbolo de quienes se
oponen a la medida, y a favor de la schiscetta,
o comida llevada de casa.
El debate no es nuevo, sólo que tomo bríos el pasado
13 de septiembre cuando un grupo de familias de Turín obtuvo una importante
victoria judicial en un proceso que habían iniciado tres años atrás, con el que
se les reconoce el derecho de los litigantes a alimentar a sus hijos en la
escuela con comida casera.
Envalentonados por el triunfo, muchos padres
–incluyendo los del emparedado famoso– decidieron ir por todo, y enviaron a sus
hijos a clases armados con bocadillos y otros platos.
No todos los niños almuerzan en la escuela en Italia,
pero el servicio –conocido como mensa
scolastica– está garantizado para los alumnos que estudian hasta la
tarde, en particular los de la escuela primaria. Se estima que, en total, más
de dos millones de alumnos entre los 3 y los 10 años desayunan a diario en los
comedores escolares.
El servicio se cobra según la capacidad económica de
la familia, y los precios y menús varían según la región y el municipio.
Hay quienes se suman a la contienda porque la ven como
un combate a favor del derecho fundamental que es el de elegir libremente. Anna
Scavuzzo, vicealcaldesa de Milán, calificó la polémica como una “batalla
ideológica de cuatro o cinco padres sobre 80 mil comidas (que se sirven a
diario en las escuelas de Milán)”.
La vicealcaldesa argumentó a favor de las normas
establecidas aduciendo que el almuerzo en la escuela es un valioso espacio
educativo que precisa reglas: “Queremos impulsar una buena forma de comer, ese
es también uno de los objetivos de la educación”.
La
alcaldía milanesa reconoció haberse equivocado al enviar a la pequeña de la
escuela Pirelli a comer sola. Recapacitaron y consideran ahora que lo correcto
habría sido confiscarle el sándwich. Se les pasó la mano y la niña del lunch
salió llorando.