Ma-kin-dell* duerme entre cobijas y ropa, en el piso. De pie, y a un costado, su mamá la mira sonriendo. Parece ajena al bullicio que impera al interior del que ahora es su hogar. La joven, no mayor de unos 30 años, escucha las preguntas, pero apenas dice algunas palabras en español. Su hija tiene cinco días de vida, y afirma que fue traída al mundo con ayuda de su esposo. Resulta increíble que una bebé tan pequeña pueda dormir tan plácidamente, entre tanto ruido y tantas personas. Pero lo hace, y legalmente, ella es aguascalentense.
Decenas de migrantes centroamericanos, y aún más haitianos, están varados actualmente en los alrededores del municipio de Jesús María. Justo frente al Instituto Nacional de Migración hay un inmueble que, en los planes originales, se estaba preparando para abrir como un bar. Hay un espacio para que toque un DJ, también una cocineta, mobiliario, y una barra, y es bastante oscuro.
Este es el lugar en donde cerca de un centenar de migrantes se están refugiando. La mayoría, provenientes de Haití. De hecho, hay una clara división entre los pocos centroamericanos que ahí habitan, y los haitianos. Pero todos tienen que acomodarse. Viven entre restos de alimentos, cobijas, basura, juguetes rotos desperdigados por el piso, y decenas de cosas más.
Y en estas condiciones, los bebés aguascalentenses están pasando los primeros días de sus vidas.
El bar que se convirtió en cuna
Antonio Maya, empresario dueño del inmueble, permitió que su bar se utilizara como una especie de refugio, para que los migrantes no tuvieran que dormir en la calle. Explica que en los últimos días, fueron tres las madres que dieron a luz, y se esperan más nacimientos.
“Ahí con nosotros se registraron dos nacimientos, y uno más en una casa vecina. Hay una chica que llega de Honduras, es estudiante de enfermería, y ella es la que ve y valora que ya están por nacer los bebés. Cuando se pidió la ambulancia, fueron trasladados al Hospital Tercer Milenio. Estos niños son hidrocálidos, son mexicanos.”
Tanto él como algunos de los vecinos del lugar se han esforzado por ofrecerles las mejores condiciones posibles, especialmente a los niños pequeños y a bebés. Pero admiten que las condiciones son deplorables, resaltando aughoa, más que nunca, la falta de un albergue, estrategia o plan para lidiar con la crisis migrante que cada semana trae a decenas a Aguascalientes.
“Ahora sí son unas condiciones muy lamentables” relata. “Nosotros no contamos con ningún tipo de apoyo, esto ha salido únicamente de mi salario, de los vecinos. No hay espacios privados; donde era la cabina de sonido, se le hizo espacio a una menor chilena de un año que tiene problemas respiratorios severos. A uno de los bebés le hicieron algo con tablas, para el otro estamos consiguiendo tablaroca. Y vienen dos bebés más esta semana.
Atención hospitalaria
Al menos dos de los nacimientos más recientes alcanzaron a ver un hospital. Pese a que sus nacimientos aun no pasan por el registro civil, Antonio Maya revela que otros dos bebés acaban de nacer hace pocos días en el Hospital Tercer Milenio, en donde asegura que sí se les dió asistencia a las mamás, pero una vez que ponen el pie fuera del hospital ya no son responsabilidad de nadie. Regresan al bar, con los bebés en brazos. Prenden una hornilla dentro y cocinan algo. Juntan cobijas y tratan de acunar a sus hijos.
Los vecinos de Jesus María conocen más de cerca esta situación. Varios de ellos han grabado algunos videos para dar a conocer la situación. Piden pañales, ropa, toallitas húmedas, arroz y pollo (comidas comunes para los haitianos), y cualquier cosa que mejore la situación en la que viven.
Es así como Makindell (así lo pronuncia su madre) se da a conocer al mundo. Su progenitora no revela si ella es una de los bebés que fue atendida en un hospital, únicamente mencionan que su esposo la ayudó. Aunque así haya sido, las madres y sus bebés vuelven a este espacio. En donde ya hay más de una decena de niños de todas las edades. Aunque pocos de ellos son aguascalentenses. Al menos legalmente.
Niños legalmente hidrocálidos
La directora general del Registro Civil, Carmen Lucía Franco Ruiz Esparza, asegura que al menos 4 niños ya han sido registrados legalmente como aguascalentenses. Dos de ellos en 2021, y dos más este año.
“Hay países que ya atraviesan por situaciones políticas o de inestabilidad que hacen imposible el poder apostillar o legalizar los documentos que solicitamos en el registro civil para el registro de un nacimiento; cuando un extranjero solicita el registro de nacimiento de su hijo, necesita presentar acta de nacimiento de los padres o de matrimonio, pero apostilladas” explica.
Menciona que dos de estos menores, según consta en las actas, fueron recibidos en el Hospital de la Mujer, otro en Médica Norte, y otro más en Biomaterna. Pese a que los padres no contaban con los documentos necesarios, por cuestiones humanitarias la dirección de registro civil en el estado accedió a darles identidad.
“En el caso de las personas de Haití, por cuestiones humanitarias se tomó el criterio, desde la situación en Venezuela, de protección de los derechos de los niños y niñas, de poder proceder al registro para darles identidad” asegura Carmen Franco.
Se espera que en los próximos días más bebés nazcan en territorio hidrocálido. Menores que vuelven con un acta de nacimiento al bar, y con un futuro incierto.