EL AUGE DE LO “BIODEGRADABLE” Y SUS PROMESAS
En los últimos años, los plásticos biodegradables se han consolidado como una alternativa “ecológica” frente a los plásticos convencionales. Diversas empresas han comenzado a ofrecer bolsas, envases y utensilios que, en teoría, se descomponen sin dejar una huella contaminante. La idea de un plástico que desaparece rápidamente resulta atractiva como solución a la crisis de la contaminación; sin embargo, investigaciones recientes están sacando a la luz el lado menos visible de estos materiales “verdes”. Algunos estudios sugieren que ciertos plásticos biodegradables podrían favorecer la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos, planteando así un nuevo reto para la salud pública global.

LA PLASTISFERA: UN CALDO DE CULTIVO MICROBIANO
Cuando un plástico entra en contacto con el medio ambiente, su superficie es colonizada por bacterias, hongos, algas y virus. A este ecosistema se le conoce como plastisfera. Muchas de estas superficies plásticas, tanto sumergidas como expuestas al aire, funcionan como sustrato en el que se forman biopelículas, es decir, capas de microorganismos adheridos que acaban convirtiéndose en auténticos caldos de cultivo. Estas estructuras microbianas favorecen el intercambio de genes, incluidos aquellos que otorgan resistencia a los antibióticos. Además, los fagos −virus que infectan bacterias− pueden facilitar la transferencia de estos genes, lo que incrementa la presencia de bacterias patógenas resistentes. Así, los plásticos presentes en el entorno acaban actuando como reservorios dinámicos donde los microorganismos intercambian material genético, con consecuencias sanitarias que empiezan a preocupar a la comunidad científica.
¿UN RIESGO OCULTO?
Diversas investigaciones han empezado a alertar sobre la posible relación entre los plásticos biodegradables y la proliferación de bacterias resistentes. Algunos estudios indican que estos materiales, en comparación con los plásticos tradicionales, tienden a atraer y concentrar más microorganismos, incluidos fagos y bacterias potencialmente patógenas. Además, al fragmentarse con el tiempo, especialmente en el caso de envases y bolsas de un solo uso, pueden generar superficies donde estas bacterias no solo sobreviven, sino que también encuentran condiciones favorables para multiplicarse y volverse más resistentes. Todo ello cuestiona la idea de que “biodegradable” sea sinónimo de seguro. Aunque estos materiales se degradan más rápidamente que los convencionales, también pueden convertirse en microplásticos que actúan como plataformas para comunidades microbianas resistentes. Así, un producto diseñado para proteger el medio ambiente podría estar, de forma involuntaria, alimentando silenciosamente un nuevo desafío sanitario global.
RESISTENCIA ANTIMICROBIANA: UN RIESGO CRECIENTE
La resistencia a los antimicrobianos está considerada una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel mundial. Se estima que en 2019 causó alrededor de 1,3 millones de muertes, y que podría llegar a provocar hasta 10 millones de fallecimientos anuales en 2050. Aunque suele asociarse principalmente al uso de antibióticos en medicina y ganadería, el medio ambiente también desempeña un papel fundamental en su propagación. La contaminación derivada de residuos hospitalarios, vertidos industriales o escorrentías agrícolas introduce al entorno tanto antibióticos como bacterias resistentes, lo que genera condiciones propicias para su propagación. En este escenario, los microplásticos, incluidos los que provienen de plásticos biodegradables mal gestionados, pueden actuar como vectores que transportan genes de resistencia. Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, estos microplásticos desempeñan un papel importante en la expansión de la resistencia a los antimicrobianos en el medio natural. Esto significa que la amenaza de las “superbacterias” no se limita a hospitales o explotaciones ganaderas. También se está gestando en el corazón mismo de nuestros ecosistemas.

EMPRESAS ANTE UN DILEMA: SOSTENIBILIDAD FRENTE A SALUD
Los hallazgos recientes suponen un reto para aquellas empresas que apuestan por materiales biodegradables como solución sostenible. Muchas han adoptado este tipo de productos con el objetivo de reducir su huella ambiental y dar respuesta a una creciente demanda de consumidores comprometidos con el medio ambiente. En los últimos años, decenas de organizaciones se han unido a iniciativas globales que promueven acuerdos internacionales para reducir la contaminación por plásticos. El mensaje es claro: la sostenibilidad se ha convertido en un valor estratégico dentro del mundo empresarial. Sin embargo, en su esfuerzo por avanzar hacia modelos más responsables, es importante que las empresas consideren también los posibles efectos no deseados. Algunas ya han sustituido plásticos de un solo uso por alternativas biodegradables. Pero ¿son realmente seguros estos nuevos materiales? Diversos estudios apuntan a que no basta con reducir el impacto superficial de los residuos. También conviene tener en cuenta su comportamiento en el medio ambiente y los posibles efectos asociados. Un vaso biodegradable, por ejemplo, puede degradarse a simple vista, pero en ciertas condiciones también puede convertirse en un entorno que favorezca la presencia de bacterias re
sistentes.

RECOMENDACIONES PARA UNA ESTRATEGIA EMPRESARIAL SOSTENIBILIDAD
Para avanzar hacia una sostenibilidad real, es fundamental que las decisiones empresariales contemplen la conexión entre la salud humana, animal y ambiental. Un primer paso consiste en evaluar con rigor los materiales utilizados, considerando su ciclo de vida, las condiciones en que se degradan y los posibles efectos asociados, como la formación de microplásticos o biopelículas. También resulta clave gestionar adecuadamente los residuos, impulsando sistemas de compostaje o reciclaje y facilitando información clara y accesible al consumidor sobre tiempos de degradación y condiciones ideales. Siempre que sea posible, conviene priorizar la reducción y la reutilización frente al uso de productos desechables, incluso cuando estos sean biodegradables. La colaboración con expertos, centros de investigación y organizaciones sociales fortalece la estrategia y permite anticipar riesgos. Por último, una comunicación honesta sobre los beneficios y limitaciones de cada acción refuerza la confianza y muestra coherencia con los valores de sostenibilidad.
CONCLUSIÓN: LIDERAL CON VISÓN Y RESPONSABILIDAD
Los plásticos biodegradables pueden formar parte de la solución si se gestionan adecuadamente. No obstante, también pueden representar ciertos riesgos sanitarios cuando se les atribuyen beneficios absolutos sin un respaldo científico suficiente. Para las empresas, esto implica encontrar un equilibrio entre la innovación y la responsabilidad. La sostenibilidad real se define por sus efectos a largo plazo en el medio ambiente y en la salud, no únicamente por las toneladas recicladas o el uso de materiales alternativos. En un contexto donde la resistencia a los antimicrobianos y la crisis ecológica se entrelazan, adoptar una perspectiva integral basada en el enfoque One Health no es solo deseable, sino necesario. Con información, colaboración y pensamiento crítico, las empresas tienen la oportunidad de marcar una diferencia real. Porque, en última instancia, el liderazgo empieza por anticipar impactos y actuar con conciencia global. N
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