Un grupo de científicos considera haber descubierto la causa de que la temperatura corporal humana haya disminuido a lo largo del tiempo: los microbios intestinales.
En un artículo publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, los investigadores informan que la temperatura corporal de los pacientes con sepsis (infección grave y hasta mortal) se asocia directamente con la diversidad de las especies bacterianas que conforman el microbioma intestinal, ya que, al parecer, algunas especies microbianas contribuyen a la capacidad de esos enfermos para elevar la temperatura de sus cuerpos.
Este hallazgo podría permitir que los científicos expliquen la extraña caída en la temperatura corporal humana registrada en los últimos 150 años. En 2020, un estudio publicado en la revista eLife demostró que, en promedio, la temperatura del cuerpo ha disminuido en más de 0.3 grados centígrados desde el siglo XIX.
En dicho artículo, los autores precisan que la temperatura de los hombres nacidos entre principios y mediados de la década de 1990 es 0.59 grados centígrados más baja que la de los varones nacidos en la década equivalente del siglo XIX.
Y, por supuesto, observaron un patrón similar en la población femenina, pues las nacidas entre principios y mediados de la década de 1990 reflejaron un promedio de temperatura 0.32 grados centígrados más bajo que el registrado en las mujeres nacidas en la década correspondiente del siglo XIX.
¿Y EL RESULTADO CLÍNICO?
En la investigación más reciente —que incluyó una población de estudio de 116 pacientes con sepsis—, los investigadores hallaron que las variaciones de temperatura corporal atribuibles al microbioma también apuntaban al resultado clínico. En otras palabras, la temperatura y el microbioma intestinal aportaron pistas sobre la probabilidad de supervivencia.
“Es bien sabido que la temperatura corporal en pacientes con sepsis es muy importante, porque sirve para predecir quién vivirá o morirá”, escribió en un comunicado el Dr. Robert Dickson, inmunólogo y microbiólogo de la Universidad de Michigan. “Lo que desconocíamos era la causa de esa variación, y si era posible inducir modificaciones para ayudar a los enfermos”.
La fiebre es la respuesta del sistema inmunológico ante una infección. Indica que, en su esfuerzo para combatir los patógenos que causan la enfermedad, el cuerpo eleva su temperatura interna para que los microbios no puedan funcionar adecuadamente. Por otra parte, se sabe que el sistema inmunológico trabaja mejor a temperaturas más elevadas.
La investigación sugiere que la presencia de ciertas especies en el microbioma intestinal hace que el sistema inmunológico sea más eficaz para combatir infecciones. Los investigadores también realizaron pruebas con roedores y hallaron que un patrón de microbiota semejante influía en la temperatura como respuesta a la infección.
“En el caso de los ratones, la heterogeneidad en la respuesta febril ante la sepsis fue dependiente de las variaciones en la microbiota intestinal”, escribieron los autores en su artículo.
RESPUESTA A LAS BACTERIAS
Los científicos hallaron que si el microbioma intestinal del enfermo incluía un filo bacteriano denominado Firmicutes (también conocido como Bacillota), la respuesta febril era más intensa. La razón es que esas bacterias producen metabolitos químicos que pueden influir en el metabolismo y en la respuesta inmunitaria del individuo.
Las bacterias Firmicutes estuvieron presentes en el microbioma intestinal de todos los pacientes incluidos en el estudio. Sin embargo, los individuos con mayores poblaciones bacterianas desarrollaron temperaturas más altas y combatieron mejor la infección.
“No hay duda de que la variación de la microbiota es mayor que la variación genética de las personas”, explicó en una declaración el Dr. Kale Bongers, instructor clínico del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Michigan y autor principal del estudio.
“Es decir, si analizáramos cualquier par de genomas del grupo de estudio hallaríamos que esos dos individuos tendrían más de 99 por ciento de coincidencia genética. No obstante, esos mismos dos individuos podrían tener, literalmente, cero por ciento de coincidencia en sus bacterias intestinales”, añadió Bongers.
Ese hallazgo también se hizo evidente en el experimento con roedores, cuya variación en la temperatura corporal guardó una estrecha correlación con el filo bacteriano Firmicutes.
“Descubrimos que la variación de temperatura se relacionaba con el mismo tipo de bacteria intestinal presente tanto en nuestros sujetos humanos como en los ratones de laboratorio”, interpuso Dickson. “Esto nos dio confianza en la validez de nuestros hallazgos, y nos proporcionó un nuevo objetivo para esclarecer la biología subyacente al descubrimiento”.
TEMPERATURA CORPORAL Y SUPERVIVENCIA
En sus declaraciones, ambos autores principales enfatizan la necesidad de emprender investigaciones adicionales para determinar si una modificación del microbioma que induzca una mayor capacidad para elevar la temperatura corporal podría ser relevante para incrementar las probabilidades de supervivencia de los pacientes con sepsis.
“El microbioma intestinal es un regulador crítico de la variación de temperatura corporal, tanto en condiciones de salud como en estados infecciosos graves. Por consiguiente, es un objetivo fundamental —aunque poco estudiado— para estudiar la modulación de la heterogeneidad fisiológica en pacientes con sepsis”, escribieron los investigadores.
La investigación aquí citada también proporciona pistas sobre el papel del microbioma intestinal en la regulación de la temperatura corporal y, por tanto, podría explicar parcialmente la extraña e incomprensible temperatura corporal humana observada a lo largo de los últimos 150 años.
“Aun cuando no demostramos que los cambios del microbioma explican el descenso en la temperatura del cuerpo humano, creemos que nuestra hipótesis es razonable”, agregó Bongers.
“La genética humana no ha experimentado cambios significativos en los últimos 150 años. Sin embargo, los cambios en nuestros hábitos dietéticos e higiénicos, así como el uso de los antibióticos, han tenido efectos muy profundos en nuestras bacterias intestinales”, concluyó el investigador. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).