Entre los pasillos de la universidad hay una conversación que, aunque omnipresente, es casi totalmente silenciosa: se dice en susurros y se responde con gestos incómodos. El espectacular crecimiento de la herramienta ChatGPT (que alcanzó el billón de usuarios en menos de una semana), hace urgente y visible un tema que se veía ya venir desde hace tiempo: presente y futuro de la Inteligencia Artificial.
Los jóvenes -obviamente- se han subido a la ola mucho antes que muchos adultos, y saben que la inteligencia artificial puede generar de manera creíble contenido escrito: ensayos, artículos y comentarios articulados sobre cualquier tema. También puede generar diseños e imágenes “artísticas” de forma rápida, líneas de código de programación y muchas cosas más. Las implicaciones para el periodismo, el mundo editorial, el arte, la academia y el marketing; así como otro sinfín de entornos industriales, empresariales y económicos, parecen cernirse sobre todos nosotros. En algunos círculos intelectuales se habla de la Inteligencia Artificial como se habla del calentamiento global: un terrible futuro inevitable… que no hace buena conversación de sobremesa.
Ignorar lo inevitable no hace bien a nadie. En los siguientes años, la inteligencia artificial causará despidos masivos y desaparecerá millones de puestos de trabajo; al mismo tiempo, otros tantos millones serán creados. Según creo, esta transición me afectará directamente: como profesor y escritor, el ecosistema en que me desenvuelvo se encuentra amenazado. Como en cualquiera de las grandes revoluciones y cataclismos, son los organismos que se adapten los que, eventualmente, sobrevivirán. Aprender a vivir, convivir y controlar esta mal llamada “inteligencia” hoy se torna en una habilidad indispensable en cualquier negocio, tecnológico o no.
Sin embargo, a pesar de ser tan increíble, la IA tiene límites que por ahora parecen infranqueables, pues hay habilidades plenamente humanas que le son inalcanzables.
Puesto que soy investigador serio (y no carente de sentido de la ironía) decidí ir a la fuente directa e hice al ChatGPT la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las habilidades humanas que jamás podrán ser remplazadas por la inteligencia artificial? Estas son sus respuestas:
1. Creatividad: La creatividad es una habilidad humana esencial que se usa en una amplia variedad de campos, como el arte, la música, la literatura, la publicidad y el diseño. Aunque la IA puede generar nuevas ideas y patrones basados en datos existentes, aún no puede crear algo completamente nuevo sin la dirección humana.
2. Empatía: La empatía es la habilidad de ponerse en los zapatos de los demás, comprender sus sentimientos y perspectivas, y responder de manera apropiada y empática. Aunque la IA puede analizar y procesar datos, no tiene la capacidad de empatizar con otros seres humanos de la misma manera que los humanos.
3. Juicio y toma de decisiones: Aunque la IA puede procesar grandes cantidades de información y hacer recomendaciones precisas, aún no puede tomar decisiones difíciles o complejas en situaciones inciertas o en constante cambio sin la intervención humana. Los humanos tienen la capacidad de utilizar su juicio, intuición y experiencia para evaluar las situaciones y tomar decisiones difíciles basadas en valores y principios éticos.
4. Pensamiento crítico: El pensamiento crítico es la habilidad de analizar, evaluar y sintetizar información, y luego aplicarla de manera efectiva. La IA puede procesar y analizar datos en grandes cantidades, pero no puede comprender la información de la misma manera que los humanos. Los humanos tienen la capacidad de aplicar el pensamiento crítico para evaluar la información en un contexto más amplio y con una perspectiva más amplia.
5. Comunicación interpersonal: La comunicación interpersonal es la habilidad de comunicarse con otros de manera efectiva y persuasiva. Aunque la IA puede comunicar y transmitir información, no tiene la capacidad de comprender la dinámica humana, como la emoción, el tono de voz y la postura, que son fundamentales para una comunicación efectiva.
Habrá que sumar a estas cinco -que la IA confiesa de sí misma- muchas otras que implican movimiento, fuerza y tacto humano. La IA es la herramienta que definirá en gran medida el siglo XXI; que como cualquier herramienta puede usarse para construir y destruir, y que habrá de regularse, monetizarse, especializarse y desarrollarse. Su presencia es tan inevitable como fue el vapor en el XIX y el automóvil en el XX. La IA será muchas cosas, pero nunca -no importa lo que digan los futuristas más acendrados- nunca será humana.