Entre 1979 y 1981, los estudios Universal y NBC produjeron 37 episodios de la serie de ciencia ficción Buck Rogers en el siglo XXV. La premisa del programa consiste en que en 1987 la nave Ranger 3 de la NASA es afectada por una tormenta de meteoritos de hielo que la desvían a una órbita en que su único tripulante y piloto, el capitán William [Buck] Rogers, permanece en congelamiento criogénico por 504 años.
El protagonista regresa a la tierra en el año 2491. En ese futuro de ficción, nuestro planeta ha sucumbido y sobrevivido a medias al holocausto nuclear. Rogers descubre una sociedad donde los seres humanos conviven con androides como Twiki y con inteligencias artificiales como el Dr. Theopolis, que hace parte del Concejo de Computadoras que gobierna la Federación de la Tierra.
La idea de que en el futuro una inteligencia artificial asuma el gobierno se convierte cada día en una posibilidad más real. De hecho, diferentes formas de inteligencia artificial ya manejan muchos procesos en las bolsas de valores del mundo. El comercio es literalmente cada segundo más inhumano y responde a unas condiciones definidas por medio ambientes electrónicos y digitales.
Aunque el último ser humano en pisar la luna, el astronauta Gene Cernan, lo hizo hace ya 50 años (1972), la serie asumía que la carrera espacial continuaría y que se detendría con el fin de la Guerra Fría que eventualmente daría paso a un conflicto nuclear.
Es decir, la globalización que establecería al Concejo de Computadoras en el poder sería determinada por la catástrofe atómica. En realidad, como sabemos ahora, la Guerra Fría terminó con la caída del Muro de Berlín (1989) y el posterior desmantelamiento de la Unión Soviética.
LA MISIÓN ARTEMIS I
El comercio capitalista y globalizante se impuso con la promesa de que la mutua dependencia de productos, insumos y servicios impuestos en una economía global haría que las potencias nucleares desistieran de usar ese tipo de fuerza, pues ya no habría economías que pudieran ser autosuficientes.
La situación de la guerra de invasión de Rusia a Ucrania ha levantado serios interrogantes que ponen en duda el proyecto de la globalización. El día de hoy, Rusia amenaza con detener la distribución de gas a países como Alemania que lo requieren para que sus habitantes puedan sobrevivir el invierno.
La estrategia de Putin se puede leer como una estrategia mixta que combina el comercio capitalista con la imposición de la fuerza militar en un país vecino. Mientras, por otra parte, se amenaza con el desabastecimiento a todas las naciones que tengan una relación comercial con Rusia.
El lanzamiento de la misión Artemis I se ha pospuesto en varias ocasiones. De acuerdo con la información oficial de la NASA, se espera que despegue el próximo mes de noviembre. Esta misión no tripulada busca preparar el camino para que en 2025 tres astronautas pisen la luna. A diferencia de todas las misiones anteriores, la nave Orión transportará una tripulación diversa que incluirá a la primera mujer y a la primera persona no caucásica en viajar hasta allí.
RETORNAR AL FUTURO DE ROGERS
De lograrse, esto sucederá más de 50 años después de que Gene Cernan se convirtiera en la última persona en alunizar. De alguna forma, el regreso a la luna significa un retorno al futuro, es decir, el retorno de unas utopías de exploración espacial que hace medio siglo estaban motivadas por la carrera armamentistas entre los bloques hegemónicos dominantes de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética.
El sistema de propulsión criogénica que utiliza Artemis I me hace pensar en la historia de ficción que inspiró a Buck Rogers. La idea de una nave orbitando alrededor de la luna y el regreso del protagonista a un futuro en que la inteligencia artificial gobierna la tierra me hace pensar en que, si bien por un lado hemos tardado más de lo esperado en regresar a la luna, por otra parte ya convivimos con formas de inteligencia artificial que controlan en gran medida nuestra existencia.
Los paralelismos entre la serie de televisión y nuestra realidad actual no son accidentales. Deben servirnos para evaluar la historia reciente y discernir sobre los avances y retrocesos logrados en los últimos 50 años.
La lista de las astronautas que al día de hoy son las candidatas a convertirse en la primera mujer en pisar la luna es diversa e inspiradora. Sus nombres son Kayla Barron, Christina Koch, Nicole Mann, Anne McClain, Jessica Meir, Jasmin Moghbeli, Kate Rubins, Jessica Watkins y Stephanie Wilson.
Cada una de ellas puede verse como una proyección y concreción del personaje de la coronel Wilma Deering (interpretada por Erin Gray) que siempre estuvo en un rango superior al del capitán Rogers. N
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Carlos Aguasaco es escritor, académico y profesor en The City College of New York. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.