Iniciamos el año en medio de rituales de prosperidad, abundancia y riqueza, pero un mes después olvidamos las promesas que nos hacemos a nosotros mismos. Y volvemos a las mismas rutinas de siempre. En esta oportunidad hablaremos de cómo lograr los objetivos del año, especialmente las metas financieras, haciendo uso de nuestras fortalezas cerebrales y mentales.
EL CEREBRO ES SOBREVIVENCIA
Para los neurocientíficos, la inconsistencia en la obtención de metas financieras no es una novedad. Es bien sabido que todo el sistema nervioso, especialmente el cerebro, está diseñado para sobrevivir y que trascender la sobrevivencia es un lujo evolutivo.
La sobrevivencia está asociada con las decisiones de corto plazo, y aquí es donde las metas financieras consiguen su mayor obstáculo. Por este motivo debemos comprender, en primer lugar, que debemos combinar acciones de corto plazo que alimenten la sobrevivencia, con los objetivos de largo plazo que se relacionan con las metas financieras.
METAS DE AHORRO
Cuando hablamos de ahorrar escuchamos con frecuencia la frase “es que no gano lo suficiente”. Esto nos dice que, para la mayoría de nosotros, privarnos de cosas en el día a día para cumplir metas de ahorro no es viable. Pero ¿por qué nos afecta tanto gastar menos?
La respuesta está en la teoría de prospectivas, que describe cómo percibimos los humanos las pérdidas, frente a la forma como lo hacemos con las ganancias. A diferencia de lo que describe la economía clásica, el ser humano procesa las pérdidas psicológicas con mucha más fuerza que las económicas. Por esta razón, dejar de comprar lo que ya estamos acostumbrados no se percibe como una incomodidad, sino que se siente como una amenaza a nuestra integridad personal.
¿Cuál es la forma más adecuada de ahorrar? En primer lugar, definir el plan de ahorro con anticipación, donde nuestro cerebro no perciba la amenaza de pérdida en el corto plazo. En segundo lugar, automatizar el proceso de ahorro para que no podamos observar la pérdida ni podamos hacer algo al respecto. De esta manera nos vamos acomodando cada mes al dinero que no percibimos, pero sin el dolor de pérdida que produce la sobrevivencia.
METAS DE INVERSIÓN
A diferencia del ahorro, la inversión está asociado con ganar, o al menos es lo que la mayoría cree. En realidad, la inversión está relacionada con el arte de saber arriesgarse para crecer. A pesar de esto, los estudios en finanzas conductuales han demostrado que los inversionistas al comienzo sufren de sobreconfianza y pierden dinero sistemáticamente en las inversiones. ¿Por qué nos ocurre esto?
La respuesta está en la creencia de que las decisiones que se toman bajo un esquema emocional se van a mantener a través del tiempo, lo cual es incorrecto. Las emociones tienen la característica de ser de alta intensidad (no las podemos ignorar), pero son de corto plazo. Y lo que decidimos con emociones no garantiza su continuidad. Adicional a los impulsos emocionales, otro elemento que afecta el rendimiento financiero es la sobreactividad de transacciones, conocido en el mundo de las inversiones como el overtrading, que se traduce como exceso de transacciones. En muchos casos es mayor el costo de transacción que el beneficio obtenido por dicha transacción.
También lee: Los bancos: ¿generadores de pobreza o propulsores de riqueza?
¿Cuál es la forma adecuada para invertir? Lo primero es saber que los recursos destinados a inversiones son excedentes y no algo que requieras para subsistir. Hay que soltar la creencia de que, por ser inversión, siempre vas a ganar. Invertir es arriesgar, y el arte está en aprender a manejar los riesgos. Lo segundo consiste en diversificar, ya que cada inversión tiene riesgos que no se pueden controlar. La única estrategia inteligente es combinar en inversiones de distintos niveles de riesgo para tener un portafolio eficiente. Lo tercero es reconocer que las inversiones son decisiones de largo plazo, diferente de la especulación que es a corto plazo.
METAS DE INGRESOS
Cualquiera de nosotros puede ganar todo lo que desee, siempre y cuando tenga claro que gana más quien más valor aporte a su entorno. Ser valiosos y ser caros son dos cosas diferentes, y esto es algo que nos cuesta diferenciar. Nuestro diseño evolutivo está en recibir lo mínimo para sobrevivir, y por ello es tan difícil proponernos ganar más. Aquí vamos a conocer cómo generar aumentos de ingresos de forma ética y sostenible.
Es diferente pedir un aumento que permitirnos un aumento de ingresos. Quienes están en una situación de dependencia laboral sienten que sus ingresos dependen de su empleador, lo cual es incorrecto. Los ingresos siempre dependen de cada uno de nosotros, pero la incapacidad de gestionar nuestra capacidad proveedora nos cuenta una historia de dependencia económica. Esto proviene de la forma como nos relacionamos con el dinero en la familia, en especial la forma como concebíamos la mesada que nos daban nuestros padres durante la niñez. Las creencias alrededor de “pedir” y las experiencias vividas nos marcaron en nuestra autonomía financiera.
No te pierdas: Efectos cerebrales de vivir en gratitud
¿Cuál es la forma adecuada para aumentar los ingresos? Lo primero es reconocer que los ingresos no dependen de un país, ni de una economía ni de un origen familiar, pues siempre es una responsabilidad personal. Lo segundo es identificar la dinámica de valor que se aporta al entorno para determinar cuán valiosos estamos siendo donde estamos y si es posible que tengamos que movernos a un lugar donde nuestro valor sea mejor percibido. Lo tercero es tomar la decisión de resaltar el valor que se aporta y tomar acción congruente. Esto implica comenzar a buscar un empleo nuevo, mejorar los productos o servicios que nuestro negocio ofrece o sencillamente abrirnos a ofrecer algo nuevo.
Como puedes observar, las metas financieras implican esquemas de pensamiento y una biología que sostenga el proceso en un horizonte de largo plazo. De acuerdo con los estudios en finanzas conductuales, la mayoría de las decisiones que tomamos con el dinero están asociadas con la sobrevivencia, tienen relación directa con los impulsos emocionales y poseen una visión cortoplacista. Por ello es común que, habiendo tenido tan buenos propósitos financieros de año nuevo, nos cueste tanto hacerlos realidad. N
—∞—
Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.