México empieza a dar los primeros pasos para implementar una economía circular que permita reintegrar los desechos a una nueva cadena de valor. Los esfuerzos van desde la creación de una app hasta la adaptación del programa Mares, de la ONU, en Puerto Escondido, Oaxaca.
EN MÉXICO CADA PERSONA produce diariamente 0.86 kilos de residuos y el gobierno federal estima que en 2050 la población crecerá a 148.2 millones de habitantes. Es decir, para ese año estaríamos generando 127,452 toneladas de desechos todos los días.
Por ello, implementar en nuestro país un sistema de reciclaje inclusivo, como se hace en algunos países de América Latina, podría reducir la producción de desechos y aumentar el aprovechamiento de residuos valorizables.
Jadira Vivanco, responsable de la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR) en Colombia, considera que la situación en Latinoamérica en torno al uso de los desechos es muy variada. “Hay un desarrollo claramente notable en Brasil, Argentina, Ecuador y Colombia en reciclaje inclusivo, que es el reciclaje con recicladores o recolectores”.
En México no existe un censo oficial de las personas que se dedican a la recolección de residuos urbanos. Además, el manejo de los residuos sólidos es atendido por los municipios y estos son los que asignan el presupuesto destinado a esta tarea.
Las autoridades estatales solo se encargan de los residuos de manejo especial, y los residuos peligrosos son de atención federal.
En Ciudad de México, por ejemplo, la jornada de un trabajador de limpia comienza entre las cinco y las seis de la mañana. Después de ponerle gasolina al camión, recorre colonias, mercados, escuelas, hospitales recogiendo los desechos.
Hugo Alfredo Alonso Ortiz, secretario general de la sección uno del Sindicato Único de Limpia y Transportes, tardó varios años en conseguir su base como trabajador del gobierno. Antes formaba parte de los “meritorios”, conocidos así en el gremio por los méritos que deben hacer para obtener un sueldo.
“Yo estuve así y había días que nos daban oportunidad de entrar en las bodegas o subirnos a un camión para poder llevarnos algo, algún material que pudiéramos reciclar”.
Relata que la pepena en Ciudad de México comenzó hace 30 años porque antes lo hacía la gente que tenía controlado los destinos de disposición final y estaba prohibido entrar en los tiraderos.
“Prohibido sin estar prohibido, es decir, no estaba escrito, era algo que tenían acordado”, dice, pero cuando se creó el sindicato único lograron tener acceso.
“Los trabajadores podían meter mano [a los tiraderos al aire libre] y rescatar algunos materiales como metal, cartón o hasta un ropero, computadoras… y de alguna manera sacar una ganancia extra”, además de las propinas que la gente les da cuando recogen la basura.
Hugo Alonso considera que uno de los principales problemas es que la gente no reconoce su trabajo: “Si a la gente no le sirve lo desecha, lo deja en la esquina”.
Ana Laura Martínez, coordinadora en IRR, plantea para Newsweek México que la labor de los recolectores —recoger, separar, empacar y enviar a reciclaje o compostaje los residuos sólidos urbanos— es una actividad que agrega valor ambiental, social, económico y de salud pública a nuestro entorno.
Sin embargo, añade, “no hay municipios que tenga presupuesto público que les alcance para contratar a todas las personas necesarias para recolectar los residuos con todos los derechos de ley”.
Por lo tanto, el ingreso de las personas que se dedican a la recolección, y que no tienen un contrato en el sector de limpia de alguna alcaldía o municipio, depende diariamente de lo que logran sacar de las bolsas de residuos. Además, no cuentan con acceso a servicios de salud, un sueldo base ni otras prestaciones de ley.
“Imagina que metes las manos en una bolsa con residuos y te encuentras con tijeras, jeringas, toallas sanitarias, el pañal del niño con caca…”, dice. Así es el trabajo de los recolectores.
Tampoco cuentan con los suministros básicos para realizar su trabajo, como uniformes, guantes o un lugar donde lavarse las manos al terminar su jornada; condiciones que los dejan expuestos a infecciones de ojos, piel y estómago.
La Norma Ambiental NADF-024-AMBT 2013, que entró en vigor en 2017, establece que los residuos deben separarse en cuatro categorías: orgánicos, inorgánicos reciclables, inorgánicos no reciclables de manejo especial y voluminosos, lo cual permite una mejor gestión de los residuos.
Para Hugo Alonso, la separación de la basura va más allá de una norma, una obligación o una orden. Es conciencia social, dice, “cuando a ti te obligan a hacer algo encuentras mil pretextos para no hacerlo, pero nosotros como trabajadores no podemos hacer nada y si no te quieres llevar la basura, la gente se molesta”.
Hugo Alonso relata que el gobierno pasado “los volteó a ver” y unos 10,000 meritorios fueron contratados en la nómina y se les pagan 1,500 pesos a la quincena y se les da aguinaldo, vales y seguro”. Aunque, reconoce, “no es mucho, y faltan muchos”.
ECONOMÍA CIRCULAR EN MARCHA
El reciclaje es un fenómeno que va a existir mientras haya alguien que compre lo que otros desechan. “Es un sistema de capitalismo puro: si tienes quien te compre cartón, pues habrá más gente recolectando cartón”, dice Ana Martínez.
Los empleados que pertenecen al sistema de limpia de Ciudad de México, por ejemplo, ocupan el lugar más bajo en el tabulador salarial. Hugo Alonso considera que “hay inequidad”, y agrega, “somos muchas personas, pero somos los que mantenemos limpia la ciudad”.
Para ayudar a la economía y empoderamiento de los recolectores, organizaciones y empresas han comenzado a trabajar en proyectos comunes.
Tal es el caso de Sustentabilidad en Energía y Medio Ambiente (Suema), un proyecto que nació en 2010 y que busca combatir el cambio climático.
Suema trabaja en Recíclatelo, una aplicación que permitirá la colaboración entre las personas que separan sus residuos y los recolectores. Ambos entrarán en comunicación para que estos últimos puedan hacer una economía donde los desechos se reúsen y reciclen.
Jahír Mojica, fundador y director de SUEMA, reconoce que el sistema de gestión de residuos en Ciudad de México es muy eficiente, y aunque el monto oficial de recuperación de residuos es de 5 por ciento, señala que, de acuerdo con cálculos de Suema, se recupera hasta un 20 por ciento.
Jahír reconoce que esta cifra es posible “gracias a que los trabajadores del sistema de limpia todos los días se juegan la vida y dedican su trabajo a recuperar materiales que ellos encuentran en las bolsas de basura que nosotros sacamos a la calle”.
Es así como pensaron en implementar la tecnología como un medio para intervenir el sistema y lograr esos cambios.
Recíclatelo dará a las personas que separan los residuos en sus casas algunos incentivos, descuentos y promociones para que la puedan intercambiarlos en algunos negocios de la ciudad. La condición es, explica Mojica, “que los residuos se entreguen (debidamente separados) en la mano del trabajador de limpia o del recolector de la cuadra para que ellos puedan venderlos en los centros de acopio”.
El programa piloto de la aplicación saldrá en tres alcaldías de la ciudad: Cuauhtémoc, Álvaro Obregón y Azcapotzalco. Y en una primera etapa del proyecto, la aplicación va a funcionar solo para los envases de plástico.
La aplicación se está programando para los equipos que tengan el sistema operativo de Android y será completamente gratuita para los usuarios y para los trabajadores a los que no se les cobrará ningún tipo de cuota por utilizarla.
“Nos interesa que el reciclaje crezca en la ciudad, pero de la mano de los trabajadores. La situación en la que nos encontramos es de urgencia. No tenemos tiempo de educar a las siguientes generaciones, tenemos que reducir los plásticos que están llegando a los ecosistemas porque ya es un tema de salud y un problema a escala mundial”.
Uno de los problemas que más afecta a nuestro planeta es el plástico en los mares. De ahí que otro de los proyectos que se está desarrollando en México es el “Laboratorio de reciclaje comunitario: mares libres de plásticos”, en Puerto Escondido, Oaxaca.
https://newsweekespanol.com/2019/05/isla-basura-plasticos-mediterraneo/
Fundación Avina y la empresa Coca Cola buscan generar conciencia en la sociedad para trabajar de manera proactiva. Miguel Ángel Laporta, director de sustentabilidad de Fundación Coca Cola, explica que el laboratorio busca acopiar plástico y transformarlo.
“Queremos generar una conciencia en la sociedad para trabajar de manera proactiva. No es algo que se quede de manera exclusiva con el PET, la idea es tomar todo el plástico que consumimos, que no necesariamente viene de bebidas”.
Este plástico, explica, se convertirá en diferentes accesorios, “como puede ser una silla, la funda de un celular, etcétera. y que tendrá una venta local”.
Laporta añade que este proyecto tiene una meta de reciclar 100 toneladas de plástico al año, y aunque “en cantidad no es muy grande”, asegura que el modelo se evaluará para al final replicarlo en otras partes del país.
AMÉRICA LATINA, EL EJEMPLO
En enero de este año, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) publicó el documento “Visión nacional Hacia una gestión sustentable: cero residuos”, donde presenta un plan para enfrentar los más de 44 millones de toneladas de residuos que se generan al año en el país y de los cuales alrededor de 90 por ciento termina en tiraderos a cielo abierto o rellenos sanitarios.
Plantea la creación de asociaciones intermunicipales y organismo públicos descentralizados, que serán conocidos como organismos operadores locales o regionales para transparentar y hacer eficiente el servicio de recolección.
El documento establece que los organismos operadores serán los encargados de integrar en su labor “a recolectores urbanos y al sector informal en materia de reciclaje. Tendrán la misión de transformar la operación tradicional en un esquema de economía circular, con el respeto a la jerarquía del manejo de los residuos”.
Agrega que la “conformación de los organismos operadores contará con la participación de sociedades cooperativas para organizar a recolectores urbanos (conocidos comúnmente como pepenadores) y, de esta forma, que cuenten con empleos formales y los beneficios que esto conlleva como seguridad social, créditos para vivienda y jubilación”.
En América Latina hay ejemplos de cómo empoderando a los recolectores, capacitándolos y reconociendo su labor, es posible enfrentar la creciente ola de residuos sólidos.
La Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR), creada por el Fondo Multilateral de Inversiones, y la División de Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, además de Coca Cola Latinoamérica, PepsiCo Latinoamérica, la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores y Fundación Avina, ha sido parte fundamental para el desarrollo de sistemas de reciclaje.
COLOMBIA: “SOMOS MÁS QUE EL EJÉRCITO”
En marzo de 1992 fueron hallados en la Universidad Libre de Barranquilla los cuerpos de 11 personas que fueron asesinadas para la venta de órganos. Todos eran recicladores.
Este hecho marcó pauta en la historia de los recicladores colombianos. Los ayudó a empoderarse y, 16 años después, en 2008, participaron en el Primer Congreso Mundial de Organizaciones de Recicladores, donde además se decretó el Día Mundial de los Recicladores.
Jadira Vivanco, responsable de la IRR en Colombia, habla del proceso que se vivió en el país para que la importancia de los recicladores de base, quienes años atrás eran solo conocidos despectivamente como “los desechables”, drogadictos o delincuentes, fuera reconocida.
En Colombia hay 60,000 recicladores de base. Vivanco cuenta que una de las lideresas de recicladores del país dice orgullosa: “Somos más que el ejército colombiano”, que se compone de 40,000 integrantes.
Vivanco dice que reciclar es la acción más tangible en Latinoamérica, la más grande y la que genera más impacto en el tema ambiental. “Aproximadamente en Latinoamérica hay dos millones de recicladores, y cuando vas a los datos de la recuperación de residuos, más de 60 por ciento son recuperados por recicladores de base”.
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En 2016, Colombia le apostó a reconocer la actividad del reciclaje y a los recicladores se les reconoció tarifariamente, es decir, a pagarles por su servicio.
“Nosotros hacemos el siguiente símil: le pagamos a la oficina tradicional de aseo para que recoja los residuos que nosotros depositamos y los desaparezca de nuestra vista. Es decir, pagamos por cada tonelada que se mueve en ese sistema; entonces por qué no pagamos por cada tonelada que el reciclador recupera de cada una de las bolsas de la basura”.
Además, dice, la separación que se hace con las manos es la que tiene menos rechazo en el proceso de reciclaje.
Vivanco expone que hay países donde los recolectores aún trabajan en tiraderos de cielo abierto como Guatemala, donde la situación se ha convertido en un tema muy social porque, “la gente, los recicladores, mueren aplastados por toneladas de basura”.
Pero en Colombia ya nadie puede estar en un relleno sanitario, la recolección se sigue haciendo en la calle, metiendo las manos de bolsa en bolsa, recuperando el material”.
De los 60,000, solo 25,000 están inscritos en el sistema de reconocimiento tarifario; en 2018 lograron recolectar 970,000 toneladas, “eso te da una magnitud del trabajo que ellos generan”, dice Vivanco.
BRASIL: POLÍTICA NACIONAL DE RESIDUOS
Uno de los avances de Brasil en materia de reciclaje inclusivo y economía circular es su Política Nacional de Residuos Sólidos, que entró en vigor en 2012, luego de ocho años de discusiones.
Esta política ha permitido, entre otras cosas, comprobar que el trabajo de los recolectores resulta más barato para los municipios que la contratación de empresas para realzar la misma actividad y suma el gran impacto social que tiene, relata Anna Romannell, gestora de la agenda de reciclaje inclusivo para Brasil.
La IRR en Brasil trabaja en la capacitación de los recicladores y las cooperativas. También busca mejorar el diálogo entre las organizaciones para brindar una mejor prestación del servicio.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos en Brasil es la corrupción y que existen cooperativas que no se integran con la gestión de los residuos en algunos municipios, pero al menos es 30 municipios brasileños tiene programas de recolección selectiva.
El asunto que tiene más fuerza en Brasil es la economía circular que, de acuerdo con Romannell, es un tema que tiene el compromiso y respaldo de las empresas: “Se está cambiando el destino de materiales [que producen las empresas] de manera que sea un poco mejor desde el punto de vista de sustentabilidad”.
“Un caso que vale contar es el del equipo de Danone y los recicladores de la red sur que se conectaron, los recicladores contaron a Danone que el envase de un tipo de yogur no funcionaba para ellos, no era reciclable, entonces iba a comenzar a aparecer en todos los basureros”.
La empresa cambió la forma de envasar uno de sus productos para que el material se pudiera reciclar.
El impacto de los proyectos apoyados por la IRR y la coinversión con el Fondo Ecosysteme de Danone en Brasil fue la recuperación de 33,393 toneladas de material reciclable que generó un ahorro ambiental de aproximadamente 39 millones de dólares.
ECUADOR: EMPODERAMIENTO HUMANO
En 2006 se realizó el Primer Encuentro de Asociatividad de los Recicladores de Base. Felipe Toledo, responsable de la IRR en Ecuador, cuenta que eran apenas ocho grupos, alrededor de 30 o 40 personas. Sirvió para crear la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), la cual alcanzaría su legalización un año después.
“En 2015 es la primera vez que los recicladores se sientan con un presidente de la república y le dicen que son parte de la solución, no el problema. La respuesta del presidente, en ese entonces Rafael Correa, fue acceso a seguridad social y crédito adaptado”, dice Toledo. Pero “las promesas no se cumplieron”.
Sin embargo, lograron que el reciclaje inclusivo fuera incorporado a una ley superior, el Código Orgánico del Ambiente, en el artículo 232, que se llama “Del reciclaje inclusivo”.
“El reciclaje es un negocio poderoso y hay pocas empresas que terminan capitalizándolo todo”.
Lo más significativo es el empoderamiento de los recolectores de base, “empezaron ocho grupos, ahora son 55 asociaciones [unas 20,000 familias] miembros de la Renarec y cada vez están entrando más”.
“Personas que ni siquiera te alzaban la mirada para la conversación porque pensaban que no valían nada, que se sentían despreciables, ahora son líderes, sobre todo mujeres que le hablan al presidente de la república, a los dueños de grandes empresas para hablar de su labor”, concluye.