Un equipo de astrónomos ha hecho lo que describe como “raras” observaciones de la agonía de una estrella vieja, ofreciéndonos una imagen fascinante del destino habrá de tener nuestro sol.
Localizada en la constelación de la Osa Menor, a unos 3,000 años luz de la Tierra, la estrella en cuestión lleva el nombre de T Ursae Minoris (T UMi) y es una gigante roja: un tipo de estrella increíblemente distendida que se encuentra en las últimas fases de su vida. Es muy probable que, en unos pocos miles de millones de años, nuestro sol también se convierta en una gigante roja como T UMi, expandiéndose de tal manera que consumirá los planetas interiores del sistema solar.
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“Se espera que nuestro sol y T UMi terminen sus días de una manera mucho más gradual y silenciosa que una supernova, la cual consiste en una explosión muy violenta y luminosa”, informó en un comunicado la Dra. Meridith Joyce, astrónoma de la Universidad Nacional de Australia y autora principal de un reciente estudio publicado el 5 de julio en la revista The Astrophysical Journal.
Los autores de la investigación explicaron que, a lo largo de su agonía, T UMi ha experimentado una serie de “pulsos” que precipitan cambios enormes en el tamaño, el brillo y la temperatura de esta estrella de 1,200 millones de años.
“La producción de energía de T UMi se ha vuelto inestable. Durante esta fase ocurre una fusión nuclear en el interior, la cual desencadena unas ‘hipadas’ que conocemos como pulsos térmicos”, prosiguió Joyce. “Dichos pulsos ocasionan que el tamaño y brillo de la estrella se modifiquen de manera acelerada y drástica, y los cambios son observables durante siglos. Por otra parte, los pulsos de las estrellas viejas como T UMi enriquecen el universo con elementos como carbono, nitrógeno, estaño y plomo”.
Los investigadores han observado los pulsos desde hace tres décadas, y durante ese lapso han tenido la rara oportunidad de presenciar el proceso de envejecimiento de una estrella.
“Creemos que [T UMi] está iniciando uno de sus últimos pulsos, así que esperamos ver otra expansión durante nuestras vidas”, señaló Joyce. “Hemos tenido una de las contadas oportunidades de observar, directamente, el envejecimiento de una estrella en la escala temporal humana”.
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Los autores calculan que, en los próximos cientos de miles de años, T UMi terminará transformándose en una enana blanca: los restos increíblemente densos y (relativamente) pequeños de las estrellas que perdieron sus capas exteriores y han agotado casi todo su combustible nuclear de hidrógeno y helio, enfriándose poco a poco hasta alcanzar el final de sus días.
El equipo de astrónomos añadió que las observaciones más recientes respaldan la hipótesis de que nuestro sol habrá de transformarse en una gigante roja, para luego despojarse de sus capas exteriores y convertirse en una enana blanca, lo cual podría ocurrir en unos cinco mil millones de años.
“Al aproximarse el momento de su muerte, [nuestro sol] se expandirá -devorando Venus, Mercurio y tal vez la Tierra-, y después reducirá su tamaño hasta convertirse en una enana blanca”, precisó Joyce.
“En las próximas tres a cinco décadas, los astrónomos -tanto aficionados como profesionales- que sigan observando la evolución de [T UMi] aportarán pruebas directas de nuestras predicciones”, concluyó Joyce.