Columna Diario de Campo.
Los recientes comicios nacionales y locales redibujaron radicalmente las proporciones de la participación política según el género. En poco tiempo, las mujeres mexicanas han logrado —casi— la paridad perfecta en los cargos de representación, y han avanzado mucho en los cargos de gobierno. Las reformas políticas de 2014 y 2017 ampliaron las medidas afirmativas en la legislación nacional y estatal, para ordenar la integración paritaria de las candidaturas de los partidos políticos, tanto en la dimensión vertical —las listas de candidatos de representación proporcional y regidurías— como horizontal —las candidaturas por circunscripción territorial, tanto municipal como distrital.
En la LXIII legislatura vigente del poder legislativo federal, la composición por género es la siguiente: de los 500 diputados del Congreso de la Unión, 159 son mujeres, el 31.8% del total. En el Senado entre sus 128 parlamentarios hay 50 senadoras, el 31.4% del total. En la LXIV legislatura habrá un 48% de diputadas y un 49% de senadoras. Casi la paridad completa. Una situación similar está ocurriendo en los legislativos de los estados, lo que inaugura una nueva época en la igualdad entre los géneros.
Pero el camino recorrido por las mujeres para abrirse paso en la vida política mundial, nacional y en el estado de Guanajuato ha sido largo y sinuoso. Vale la pena recordar que en las primeras décadas del siglo XX hubo intentos tímidos por otorgarles el derecho al voto activo, y luego al pasivo, a las mujeres mexicanas. Es bien conocido el caso de Hermila Galindo, secretaria particular de Venustiano Carranza y defensora de los derechos de la mujer, quien hizo una primera propuesta para incorporar el derecho del voto femenino en la nueva constitución. Sin mayor éxito por desgracia.
En Guanajuato esta experiencia tuvo más éxito cuando se proclamó la constitución local el 18 de octubre de 1917. El médico y académico Luis Pablo Bustamante, diputado del primer distrito —Guanajuato capital—, y el abogado Catarino Juárez, diputado por el noveno distrito, impulsaron el reconocimiento del voto activo de la mujer mediante el artículo 21: “Las mujeres profesionistas y las que vivan de sus rentas o propiedades inmuebles o que tengan establecimientos mercantiles o industriales abiertos, pueden votar en las elecciones para nombrar funcionarios Municipales. Estas últimas, siempre que sepan leer y escribir.”
El voto pasivo apareció primero en las legislaciones locales: “En 1923 Rosa Torres se convirtió en la primera mujer Regidora por el municipio de Mérida; en 1938, Aurora Meza fue electa como la primera Presidenta Municipal en Chilpancingo Guerrero.” (Aniversario del sufragio femenino en México, Inmujeres, 2003). En lo federal habría que esperar hasta 1953. En Guanajuato la primera alcaldesa fue electa en 1958: Virginia Soto, en Dolores Hidalgo. Hasta 1997 habían accedido a alguna de las 46 alcaldías de Guanajuato solo trece mujeres, y desde ese año hasta el presente otras quince.
Con los resultados de la elección del primero de julio pasado la cifra incrementó de golpe, pues trece candidatas lograron el triunfo en los municipios de Apaseo el Alto, Atarjea, Celaya, Coroneo, Cuerámaro, Ocampo, Pueblo Nuevo, Salamanca, Salvatierra, Santa Catarina, Tarandacuao, Victoria y Xichú. A partir del próximo 10 de octubre, cuando protesten el cargo, habrían gobernado en los municipios de Guanajuato 41 mujeres. En los procesos anteriores el máximo de mujeres electas era de dos, aunque debemos destacar la elección local del 2009, cuando fueron electas seis alcaldesas.
Hasta el 2015, sólo 21 municipios habían sido gobernados por mujeres. A partir de este año esta cifra aumenta a 30 municipios. Es decir, nueve municipios serán gobernados por primera vez por una mujer.
Aunado a ello, los ayuntamientos en el estado casi alcanzaron la paridad, con un 47.3% de integración de mujeres: 35 sindicaturas de un total de 52 y 196 regidurías de 222. Por otro lado, en el Congreso local de Guanajuato de las 22 posiciones de mayoría relativa, once corresponderán a mujeres y once a hombres. La representación proporcional está por definirse todavía, pero es posible que las 14 curules se acerquen mucho a la paridad.
Una contribución indiscutible ha sido la reforma político electoral del 2014 que estableció en el artículo 41 el principio de paridad de género, Sin embargo, también ha sido necesario un cambio social y político que ha empujado las estructuras para dar paso a gobiernos y elecciones más equitativas y representativas.
Como país hemos logrado más que naciones tan desarrolladas como los Estados Unidos. Arlene Ramírez Uresti declaró a la revista Índigo (13 de julio de 2018): “La presencia de mujeres en el Congreso de este país está muy lejos de la paridad con sólo 104 parlamentarias: 20 senadoras (el 20 por ciento del total) y 84 miembros de la Cámara de Representantes (19 por ciento del total).”
Colaboró: Diana Lilia Mejía Rodríguez. Agradecemos la información proporcionada por el maestro en historia Luis Ernesto Camarillo Ramírez.