Un bulto o protuberancia inofensiva podría ser confundida con cáncer en los exámenes de detección de cáncer de mama. Esto significa que algunas mujeres se someten a operaciones quirúrgicas, quimioterapia o radiación para erradicar un cáncer que nunca existió.
Ahora, en un nuevo estudio, se indica que las mujeres con un riesgo bajo de padecer cáncer de mama harían mejor si no se someten a exámenes de detección.
En el estudio, publicado este jueves en la revista JAMA Oncology, se analizan protocolos de exámenes de detección personalizados según el riesgo de cada mujer de presentar esa enfermedad. Los investigadores mostraron que el hecho de no practicar mamografías a las mujeres con un bajo riesgo podría reducir el daño relacionado con ellas, al mismo tiempo que no se aumentaría sustancialmente el número de casos reales de cáncer de mama que se pasaran por alto.
Un bulto o protuberancia inofensiva podría ser confundida con cáncer en los exámenes de detección de cáncer de mama. Esto significa que algunas mujeres se someten a operaciones quirúrgicas, quimioterapia o radiación para erradicar un cáncer que nunca existió.
Ahora, en un nuevo estudio, se indica que las mujeres con un riesgo bajo de padecer cáncer de mama harían mejor si no se someten a exámenes de detección.
En el estudio, publicado este jueves en la revista JAMA Oncology, se analizan protocolos de exámenes de detección personalizados según el riesgo de cada mujer de presentar esa enfermedad. Los investigadores mostraron que el hecho de no practicar mamografías a las mujeres con un bajo riesgo podría reducir el daño relacionado con ellas, al mismo tiempo que no se aumentaría sustancialmente el número de casos reales de cáncer de mama que se pasaran por alto.
“No a todas las mujeres les beneficia someterse a exámenes de detección”, dijo a Newsweek la Dra. Nora Pashayan, autora
La Sociedad Estadounidense del Cáncer recomienda que todas las mujeres de entre 45 y 54 años de edad se practiquen una monografía cada año, y cada dos años conforme envejecen. El Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos recomienda que las mujeres se practiquen mamografías anuales o bianuales a partir de los 40 años. En Estados Unidos, los proveedores de atención médica examinan a las mujeres siguiendo lineamientos universales como estos, y como consecuencia, la mitad de las mujeres que se practican mamografías cada año durante un periodo de 10 años tendrán un falso positivo que podría provocarles ansiedad innecesaria. En este estudio se indica que resulta más beneficioso para las mujeres ofrecerles un enfoque más individualizado con respecto a tales pruebas.
“En pocas palabras, descubrimos que el hecho de no ofrecer un examen de detección a las mujeres que presentan un riesgo bajo podría mejorar la efectividad de costos del programa de detección, disminuir el costo del mismo y reducir el número de diagnósticos incorrectos, al tiempo que se mantiene la mayor parte de la reducción en el número de muertes por cáncer de mama”, señaló Pashayan.
Para realizar el estudio, los investigadores realizaron simulaciones computarizadas en una cohorte hipotética de pacientes para probar la efectividad de las pruebas personalizadas. Utilizaron datos del Programa de Exámenes de Detección del Cáncer de Mama de los Servicios Nacionales de Salud en el Reino Unido para modelar los resultados.
Los investigadores descubrieron que la realización de pruebas genéticas y dar información a cada mujer sobre su riesgo individual daría como resultado que solo se realizaran pruebas al 71 por ciento de las pacientes con un mayor riesgo, mientras que el 30 por ciento con un bajo riesgo prescindiría de tales exámenes.
Se analizaron las variaciones genéticas para evaluar el nivel de riesgo de una mujer. Existen más de 300 variaciones genéticas conocidas que se relacionan con el cáncer de mama, las cuales pueden aumentar o disminuir la susceptibilidad a esa enfermedad. Al analizar esas variaciones, los médicos pueden generar una calificación de riesgo para cada mujer, señaló Pashayan.
También es necesario vigilar factores de riesgo, como el tabaquismo y los antecedentes familiares de cáncer.
“Necesitamos cambiar el modelo de suministro de pruebas de detección de cáncer de mama y reconocer que las mujeres son individuos con distintos riesgos y estilos de vida. Se les debería ofrecer pruebas de detección adaptadas a su propio perfil”, declaró a The Guardian Fiona Gilbert, coautora del estudio de la Universidad de Cambridge.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek