¿Quién es Ilse Salas? Si la ve en la calle tal vez se le vengan a la mente las series Locas de amor y El hotel de los secretos. Pero fíjese bien, puede que la esté confundiendo, pues, como ella misma comenta a Newsweek en Español, no suele tener pinta de actriz cuando anda por la calle. Quizá recuerde su rostro en la aclamada cinta Güeros, donde fue dirigida por su esposo, Alonso Ruizpalacios, o la serie de Blim Las 13 esposas de Wilson Fernández”, recientemente estrenada.
—Ganaste el reconocimiento Pantalla de Cristal como mejor actriz por un comercial muy popular de “Vive sin Drogas”. ¿Qué significó para ti?
—Nunca lo fui a recoger porque no creí que existiera ese premio. Imagínate, hablan y dicen que fuiste la mejor actriz de comerciales. Me reí muchísimo y pensé que era una buena broma. No considero que ser mejor actor de comerciales implique un orgullo.
—Has participado en dos cintas de personajes de la historia de México. ¿A qué mujer te gustaría interpretar?
—Me gustaría mover la historia de las líderes políticas actuales, contemporáneas. Cómo ha sido la historia que ha resultado también bastante turbia, por ejemplo, de Elba Esther Gordillo. Que son otra clase de mujeres que han logrado un poder que para muchos hombres ha sido inconcebible. Hay un montón de mujeres interesantes, con un pasado casi turbio, que a mí me gustaría explorar.
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—¿Te gustaría que tus hijos se dedicaran a la actuación?
—La verdad, no. Amo mi oficio y es tan exótico y tan maravilloso que siento que es muy seductor. Y si un niño está creciendo entre directores y actores y esas son las visitas que llegan a casa, y esas son sus actividades extracurriculares, acompañar a su mamá al ensayo, al rodaje, claro que se va a fascinar. Pero también es muy rudo e inestable.
—¿Cuál fue la última película que viste?
—La Bella y la Bestia, con mi hijo. Me soplo todas las de niños. De adultos, la última que vi, La La Land. Me la pasé muy bien, comí palomitas, me eché mi refresco, lo digo porque siento que es una película palomera y la disfruté así.
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—¿Cómo es que te dirija tu propia pareja?
—Alonso y yo tenemos muchas discusiones creativas toda la vida. Lo admiro muchísimo, es de mis directores mexicanos favoritos, pero hay cosas en las que no coincido. Y él dice lo mismo de mí, que le gusta mucho mi trabajo y siempre está pendiente, pero no está de acuerdo en cómo abordo ciertas cosas. Entonces lo que empieza como una discusión creativa en el set, termina como un “pues tú no compraste la leche que tenías que traer para hoy en la noche” (risas). Se mezcla la vida personal con la profesional. Ya entendí que tengo que cuadrarme ante el señor director, pero él se cuadra en casa, ahí la directora soy yo.
—Güeros es como una carta de amor a la Ciudad de México. ¿Qué es lo que más te gusta de la capital?
—Yo tengo el amor-odio que tenemos muchos chilangos. No tolero el caos, el tráfico, las calles mal señaladas, pero lo siento muy mío. Lo que está contaminado en nuestra ciudad está permeado por algo que nos rebasa, que es nuestro gobierno y toda la desigualdad que provoca. Hay mucho resentimiento social. Hay muchas cosas que me duelen de mi país y de mi ciudad.
—¿Cuándo fue la última vez que te pidieron un autógrafo en la calle?
—Yo no tengo un perfil muy popular, y como que no quieren creer que soy yo. Se me queda viendo la gente, eso me pasa todo el tiempo. Eso me cae bien porque me intimida, me piden la foto, pero no sé si ubican bien quién soy o me están confundiendo. Me camuflo mucho porque no soy nada glamurosa y nunca traigo lentes oscuros, no parezco actriz. Es lo bueno de ser fachosa y andar sin maquillaje por la vida.