El permafrost es mucho más sensible a las crecientes temperaturas mundiales de lo que se creía, según han descubierto varios científicos. Ahora, los modelos científicos indican que por cada grado Celsius de calentamiento global, cuatro millones de kilómetros cuadrados de suelo congelado podrían derretirse, alrededor de 20 por ciento más de lo que se había calculado anteriormente.
El permafrost es tierra congelada que ha estado por debajo de los cero grados centígrados durante al menos dos años, pero gran parte de él ha estado así durante miles de años. Conforme se incrementan las temperaturas globales, este suelo ha comenzado a derretirse, permitiendo que la materia orgánica encerrada en él se descomponga, liberando metano y bióxido de carbono en la atmósfera.
Se calcula que hay tres veces más carbono encerrado en el permafrost que en todos los bosques de la Tierra, por lo que su liberación aumentaría considerablemente la cantidad de carbono en la atmósfera, acelerando el cambio climático. Como resultado, los científicos trabajan actualmente para calcular el ritmo del derretimiento.
En un estudio publicado en la revista Nature Climate Change, los científicos combinaron varios modelos de cambio climático con datos de observación para crear un cálculo más sólido de cuánto permafrost se perdería en distintas situaciones de cambio climático.
El equipo, dirigido por Sarah Chadburn de la Universidad de Leeds, estudió la forma en que el permafrost cambia en diferentes regiones y analizó cómo se relaciona esto con la temperatura del aire, utilizando únicamente datos de observación, lo cual resulta más sólido, ya que existen menos sesgos.
Los hallazgos mostraron que la distribución espacial actual del permafrost y la temperatura del aire revelan lo sensible que es el primero a un calentamiento global futuro.
A partir de esto, calcularon que si la temperatura global aumenta dos grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, más de 40 por ciento del permafrost del mundo podría derretirse, sumando hasta seis millones de kilómetros cuadrados. Además, por cada grado Celsius adicional de calentamiento, podrían perderse otros cuatro millones de kilómetros cuadrados (un área mayor que la de India).
Sin embargo, si las temperaturas no exceden 1.5 grados Celsius, el objetivo establecido en el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático de dos millones de kilómetros cuadrados, podría ser alcanzado.
Chadburn dijo a Newsweek que “No se trata de una situación atemorizante, pero definitivamente existen varios impactos preocupantes. Personalmente, me sorprendió la magnitud de la pérdida de permafrost que pronosticamos, pero en relación con la cantidad de carbono que liberaría en la atmósfera, esto es algo que sigue siendo incierto.
“La retroalimentación acelerará un poquito el calentamiento global, pero no es probable que sea una situación descontrolada de cambio climático”.
El derretimiento del permafrost no sólo produce un incremento en la cantidad de gases de efecto invernadero. El suelo que era sólido se vuelve inestable, como ha ocurrido en Siberia, Rusia, donde han surgido enormes cráteres, aparentemente como resultado de la acumulación de metano bajo tierra. También puede provocar grandes daños en la infraestructura de las ciudades constituidas en regiones de permafrost.
“Conforme el permafrost se derrite, al principio, la tierra se hunde y forma lagos”, explica Chadburn. “Luego, conforme el suelo se derrite aún más y desaparece completamente, se desagua y queda un suelo mucho más seco, de manera que todos los ecosistemas se modifican. Para los seres humanos, cualquier estructura construida ahí tendrá problemas si el suelo se hunde”.
Max Holmes, vicedirector del Centro de Investigación Woods Hole, un grupo de analistas sobre el cambio climático, afirma que los hallazgos no son tan sorprendentes: “Esos estudios muestran que realmente existe una gran diferencia entre si detenemos el calentamiento global a 1.5 grados Celsius o a dos”, declaró a Newsweek. “Hay cada vez más pruebas que demuestran que un aumento de dos grados es demasiado alto, o al menos, que habrá impactos verdaderamente grandes, los cuales se reducirían sustancialmente si mantenemos más bajo el calentamiento.
“Sin embargo, la realidad es que detener el calentamiento global a 1.5 grados será extraordinariamente difícil y necesitaremos que todo el mundo coopere de inmediato. Incluso dos grados es un desafío enorme, en especial si no todo el mundo participa”.