En 1962, la granja Arlinda, del norte de California, compró en Nebraska una vaca lechera llamada Beauty. El administrador adquirió la vaca porque producía mucha leche, pero tenía otra gran ventaja: Beauty estaba gestante. Aquella sería una de las transacciones más importantes en la historia de la industria de los lácteos.
La razón es que la cría fue un becerro macho muy especial. Llamado Chief –más precisamente Pawnee Farm Arlinda Chief-, el torito tenía un apetito enorme, una fuerza tremenda, el pecho ancho, un gran hocico y el cuerpo robusto, todos los rasgos deseables. “Su mitad anterior era como un buldócer”, recuerda Rus Shortridge, un empleado de Holstein que, en ese entonces, trabajaba en California. La granja utilizaba a Chief como pie de cría, y fue así como notaron algo mágico: sus hijas –de grupas anchas y grandes ubres- producían cantidades de leche enormes. Además, las hijas de Chief comenzaban a producir leche a una edad muy temprana y en tal cantidad, que muchos dudaban que la producción pudiera durar. Algunos atribuyeron aquella abundancia a su excelente dieta de alfalfa californiana, un alimento nutritivo al que la mayoría de las vacas no tenía acceso.
La granja decidió alquilar a Chief como pie de cría, y empezaron a aparecer hijas suyas por todo país. Poco después, “podías encontrarlas casi en cualquier lugar donde hubiera vacas”, según Progress of the Breed: The History of U. S. Holsteins. “Verlas era desearlas. Ordeñarlas era querer más”.
Beecher Arlinda Ellen, una hija de Chief, produjo 25 220 kilos de leche en su vida, un récord mundial que persistió más de una década. Sus hijos eran fuertes y viriles, y muchos fueron clasificados entre los mejores sementales del mundo. A lo largo de su vida, Chief produjo suficiente esperma para engendrar más de 16 000 hijas, y tiene más de 500 000 nietas y 2 millones de bisnietas. En total, 14 por ciento de las vacas lecheras estadounidenses descienden de Chief.
En parte, el descomunal legado del enorme toro fue posible gracias a un cuidadoso registro y, posteriormente, a la genética aplicada, mediante la cual los productores seleccionan el ganado cuyos genes –como los de Chief- están vinculados con la producción de leche y otros atributos valiosos. La industria de los lácteos es muy diestra para seleccionar esos rasgos positivos, y también para reconocer y eliminar las características problemáticas. Y los hijos de Chief pondrían a prueba ambas destrezas, con resultados que superaron todas las marcas en ambas direcciones.
Décadas después de su muerte, los criadores notaron que el toro milagroso no era perfecto. Cuando cruzaban dos animales de su linaje, algunas vacas abortaban fetos espontáneamente con tasas muy elevadas. Un equipo dirigido por Paul VanRaden, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), logró rastrear esta variante abortiva hasta Chief. La mutación demostró ser la causa de más de medio millón de abortos espontáneos en vacas lecheras de todo el mundo, lo cual había costado a la industria alrededor de 420 millones de dólares (si bien es una cantidad significativa, podríamos decir que es nada comparada con los cerca de 30 000 millones de dólares en ingresos que los genes de Chief han producido a los productores lácteos del mundo entero en los últimos 50 años).
El equipo de USDA compartió la información con Harris Lewin, científico de la Universidad de California, Davis, quien, junto con sus colegas, identificó el origen exacto de la mutación. Como describen en un estudio publicado en la última edición de Journal of Dairy Science, Lewin y colegas hallaron que el problema surgía de un cambio en un solo nucleótido, uno de los bloques de construcción del ADN. Para encontrarlo, Lewin y su equipo colaboraron con la compañía de genotipificación Neogen GeneSeek, una de las más grandes del mundo, a fin de secuenciar el código genético de 246 000 animales.
Lewin explica que la mutación interrumpe, prematuramente, la producción de una proteína esencial para la muerte celular. Puede parecer contradictorio, pero para seguir creciendo, sobre todo al ritmo acelerado del desarrollo fetal, las células tienen que saber cuándo dejar de dividirse. “Muchos tejidos son modelados por la muerte; algunas partes mueren para formar la estructura correcta”, explica Lewin. Así que, cuando los fetos presentan esta mutación, algunas de sus partes crecen sin control y eso conduce al aborto.
Los productores de lácteos ya han empezado a aplicar esta información en el campo. Neogen GeneSeek desarrolló una prueba basada en la investigación de 2011 de VanRaden para identificar al ganado que podría ser portador; sin embargo, ya la han actualizado para buscar la mutación exacta de Chief descrita en el nuevo estudio. Hasta el momento, se ha reducido a dos por ciento la frecuencia del ganado portador del rasgo; pero con la nueva prueba, Lewin espera que un día el porcentaje pueda ser de cero, ya que los rasgos problemáticos pueden eliminarse impidiendo que los portadores se reproduzcan.
Cuando un portador –como Chief- se reproduce con un no portador, la mitad de las crías heredan la mutación. Cerca de 7 por ciento de los toros, o la mitad del 14 por ciento del linaje de Chief, era portadora de esta mutación hace apenas unos pocos años. Sin embargo, al seleccionar a los portadores e impedir que transmitan los genes, los criadores están erradicando el problema, al tiempo que conservan a los descendientes no mutados de Chief y su ADN superproductor de leche.
Chuck Sattler, vicepresidente de programas genéticos en Select Sires, compañía de inseminación artificial en Plain City, Ohio, dice que aplican la prueba a todos los toros que pretenden comprar (tienen 1700 vacas y sementales, los cuales producen 15 millones de unidades de semen anuales). Si un toro resulta positivo a la mutación, “sería una negativa rotunda”. Sattler asegura que ha rechazado toros que han resultado positivos y no ha tenido un portador desde 2013.
Contar con una prueba más precisa, cosa que este estudio ha hecho posible, también representaría un gran ahorro en tiempo y dinero para gente como Sattler.
Este episodio demuestra que la industria de los lácteos es el campo agrícola más avanzado, en cuanto a la incorporación de la genética, dice Jeremy Walker, de Neogen GeneSeek. Antes que cualquier toro engendre crías, su semen se somete a pruebas para detectar numerosos defectos genéticos, de manera que puedan aislarse los rasgos problemáticos e identificar los positivos. Pero, como en el caso de Chief, a veces se necesitan años para separar lo bueno de lo malo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek