Sabemos que hay sonidos en los planetas y las lunas del sistema solar, lugares en los que existe un medio a través del cual las ondas sonoras pueden viajar, por ejemplo, una atmósfera u océano. ¿Pero qué hay acerca del espacio vacío? Quizás has oído que, definitivamente, el espacio es silente, probablemente de boca de tu maestro o a través de la campaña publicitaria de la película Alien: ‘En el espacio, nadie puede oír tus gritos’. La explicación más común para este hecho es que el espacio es un vacío, por lo que no existe un medio a través del cual pueda viajar el sonido.
Sin embargo, esto no es exactamente así. El espacio nunca está completamente vacío; existen unas cuantas partículas y ondas sonoras flotando por ahí. De hecho, las ondas sonoras que rodean la Tierra son muy importantes para nuestra continua existencia tecnológica. ¡También suenan bastante raro!
Sonidos espaciales.
Fundamentalmente, las ondas sonoras son oscilaciones de presión que viajan a través del medio en el que se encuentran. En la mayoría de los casos, se trata de una serie de compresiones en las que las moléculas están muy cerca unas de otras, y de rarefacciones, en las que dichas moléculas están separadas; estos fenómenos son provocados por el movimiento hacia adelante y hacia atrás de las moléculas mismas. En la Tierra tenemos bastante aire a nuestro alrededor: cada centímetro cuadrado contiene 300,000,000,000,000,000,000 de moléculas. En contraste, en el espacio interplanetario, en promedio sólo existen cinco protones (que, junto con los neutrones, conforman el núcleo de los átomos) en el mismo volumen, lo que hace que el espacio esté casi completamente vacío en comparación… pero no totalmente.
Observa que he dicho protones, porque el espacio (al igual que en 99.9 por ciento de todo el universo) no está lleno de gas, sino de plasma, que es un estado distinto de la materia, compuesto de partículas cargadas. Estas partículas cargadas implican que el plasma puede tener algunas propiedades distintas: por ejemplo, puede generar y ser afectado por campos eléctricos y magnéticos. Este tipo de interacciones pueden provocar el equivalente plasmático de las ondas sonoras: las ondas magnetosónicas. Estas también son ondas de presión, pero con un poco de magnetismo añadido.
No podemos escuchar estas ondas magnetosónicas en el espacio. Esto se debe a que las variaciones en la presión son muy pequeñas: tienen un nivel de sonido-presión de -100dB (el umbral del oído humano es de alrededor de +60dB). De hecho, necesitarías tener un tímpano comparable al tamaño de la Tierra para escucharlas. Sus frecuencias ultrabajas también están muy por debajo de lo que somos capaces de escuchar. Entonces, si no podemos escucharlas, ¿por qué ocuparnos de ellas?
Bueno, en la magnetosfera de la Tierra, que es la burbuja magnética protectora en la que vivimos y que nos protege, en gran medida, de distintas formas de radiación espacial peligrosa, estas ondas magnetosónicas son capaces de transportar energía. Por ejemplo, pueden llevarla hacia los cinturones de radiación, que son como rosquillas radioactivas que rodean a la Tierra, creando ‘electrones asesinos’ contra energías extremas que pueden dañar nuestros satélites si no tenemos cuidado. Es por esto que yo estudio estas ondas: si podemos pronosticar cuándo, dónde y por qué se producen en el espacio que rodea la Tierra, podríamos pronosticar los momentos en los que nuestros satélites podrían estar en peligro y ponerlos en modo seguro.
Grabando lo inaudible
Una de las formas en las que escuchamos esos sonidos es mediante el uso de satélites geoestacionarios que principalmente monitorean el clima. Al igual que todos esos instrumentos que nos dicen cuándo debemos llevar paraguas, dichos satélites tienen ‘micrófonos magnéticos’ capaces de detectar estas ondas. El problema para los científicos consiste en clasificar todos los distintos tipos de sonidos presentes en el espacio. Por fortuna, resulta que el sistema auditivo humano es bastante bueno para hacerlo, y algunas personas lo han calificado como el mejor software de reconocimiento de patrones que jamás hayamos conocido. Por esta razón, te pido que me prestes tus oídos.
Al amplificar estos sonidos espaciales y comprimirlos en el tiempo de manera que todo un año se convierta tan sólo en seis minutos, podemos lograr que sean audibles. El archivo de audio se ha subido a SoundCloud, donde puedes añadir comentarios sobre cómo piensas que suenan distintos fragmentos. Ocurren muchas cosas en estos sonidos, pero los comentarios colectivos acerca de ellos ayudarán a identificar distintos tipos de eventos de ondas y, finalmente, ayudarán en la investigación científica. Así que escucha algunos sonidos bastante raros del espacio, porque sólo tú puedes decirme lo que escuchas.
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