Anatoli Brouchkov, jefe del Departamento de Geocrilogía en la
Universidad Estatal de Moscú, es lo más parecido a la imagen del científico
loco. Con huestes de detractores, este
personaje lleva meses inyectándose a sí mismo una bacteria de 3.5 millones de
años de edad, la Bacillus F, que asegura es la clave de la “vida eterna”.
La bacteria en cuestión fue encontrada en el permafrost siberiano en
2014; un virus gigante viable, que vive como parásito en las amibas. Anatoli
Brouchkov se la inyecta y asegura que ni gripa ha padecido en los dos años que
lleva haciéndolo.
Dice que resulta increíble el nivel de vitalidad y resistencia a los
factores ambientales que tienen las células descubiertas, y que en pruebas con
animales apuntan que podrían mejorar y aumentar la actividad física y
fortalecer el sistema inmunológico. Él, por lo pronto y de acuerdo a varios
medios de comunicación de su país, no se ha enfermado desde que comenzó a
experimentar en sí mismo.
Se cree que el Bacillus F posee un componente clave en la mejora de la
longevidad de los seres humanos. Investigadores rusos han logrado desbloquear su
ADN y han realizado pruebas en ratones y células humanas. Y bueno, Brouchkov,
por su parte, lo ha hecho de manera particular en su organismo.
Ciertos datos apuntan, y dejan sin lugar a duda, la fortaleza del virus;
ha conseguido sobrevivir durante millones de años en uno de los lugares más
extremos de la Tierra: Siberia, o precisamente por eso. Aún no lo determinan.
El permafrost se descongela –las causas tienen que ver con el
calentamiento global–, las bacterias están en el agua (hay trazas en los
suministros de la región), y la gente de Yakuto, la población local, la recibe
sin darse cuenta, y lo viene haciendo desde hace mucho tiempo, “y se puede ver
cómo ellos viven más que otras personas de otras regiones, así que no hay
ningún peligro para mí”, esgrime convencido Brouchkov.
Comenta que al principio fue difícil entender lo que hacían las
bacterias dentro de su cuerpo: “No sabemos aún cómo funcionan exactamente, pero
tampoco sabemos exactamente cómo funciona la aspirina; tal vez hubo algunos
efectos secundarios y para detectarlos se va a necesitar un equipo médico
especial. Si podemos encontrar cómo las bacterias se mantienen vivas, es
probable que podamos encontrar una herramienta para extender nuestra propia
vida”.
Las bacteria de 3.5 años de edad no sólo podrían ser la clave para la
longevidad humana, podrían ser además factor para la fertilidad, dicen los
científicos. Inyectado en ratones, el Bacillus F permitió a las hembras
reproducirse después de que dejaron de hacerlo. Y más: también cura plantas.
Brouchkov no está sólo en el entusiasmo desbordado –sí en cuanto a que
él es el único que se inyecta la bacteria–. Viktor Chernyavsky, epidemiólogo de
Yakutsk, describió el descubrimiento como una “sensación científica” y como el
“elíxir de la vida”, pues las bacterias generan sustancias biológicamente
activas a lo largo de su existencia, lo que activa el estado inmunitario de los
animales en experimentación, incluyendo a Anatoli.