En la época colonial, una orden de frailes carmelitas descalzos se estableció en el poblado de San Jacinto Tenanitla, en lo que ahora conocemos como San Ángel, al sur de la Ciudad de México. Entre 1615 y 1617 se construyó el Convento de Santa Ana, que más tarde fue nombrado de San Ángel Mártir. Dedicado originalmente a la Virgen del Carmen y a la preparación de sacerdotes, el edificio ha tenido diversos usos, incluso, durante algún tiempo se mantuvo abandonado; en nuestros días, alberga a la iglesia y el Museo del Carmen.
De muros anchos y pasillos extensos, el edificio conserva mucho más que historia, arte sacro y piezas de la época: esencias, olores y escenarios despiertan la imaginación, y la profundidad de sus espacios y la tranquilidad de la atmósfera invitan a la reflexión y al solaz; muchas de sus paredes conservan los frescos originales, así como algunos otros detalles de talavera, herrería o ebanistería.
La importancia del convento fue tal que motivaría al cambio de nombre de la comunidad: del San Jacinto Tenanitla del siglo XVI al San Ángel del siglo XVII, con lo que se olvidó el origen dominico de la región. Hoy es uno de los edificios más emblemáticos del empedrado y pintoresco barrio.
En los espacios abiertos del convento se percibe una tranquilidad ajena al bullicio exterior, tanta que por momentos es posible experimentar la paz que vivieron los frailes que lo habitaron. Amplios espacios verdes contrastan armónicamente con el color níveo de las paredes que resplandecen con el sol. En el claustro, un viento liviano agita las hojas de un naranjo que al moverse parecen entablar un diálogo con el siseo del agua que brota de una fuente.
Como ocurre con la mayoría de los inmuebles históricos, el convento ha sufrido varias adaptaciones: funcionó como cárcel hasta principios del siglo XX; luego, en 1921, la Secretaría de Educación Pública toma posesión del lugar y en 1929 es nombrado Museo Nacional de Arte Colonial de el Carmen; posteriormente, cambiaría su nombre a Museo del Carmen.
Testigos del pasado
Fue durante la época de la revolución que el convento fue ocupado por las huestes zapatistas, quienes en su afán de encontrar riquezas escondidas se dedicaron a excavar en diferentes partes del predio sin tener idea de lo que encontrarían. En su búsqueda descubrieron algunos cuerpos humanos momificados que, por suerte, permanecen hasta nuestros días. Actualmente se hallan once cuerpos en exhibición, dos de los cuales son femeninos, y dadas la vestimentas que portan se piensa que se trataba de civiles, pues tan sólo dos exhiben indumentaria religiosa.
Dicho hallazgo no deja de sorprender incluso en nuestros días, pues es difícil creer en la existencia de momias en la Ciudad de México. Sin embargo, la erupción del volcán Xitle hace aproximadamente 1,600 años, provocó que el suelo de la región acumulara sedimentos minerales que permitieron la conservación de los cuerpos. Tras la retirada de los zapatistas se pensó en sepultar los cadáveres nuevamente, no obstante, fueron los propios pobladores de San Ángel quienes decidieron que se mantuvieran en exhibición.
Las exposiciones permanentes del museo consisten en una muestra de arte sacro de los siglos XVI y XVII, pinturas y figurillas talladas en madera, en su mayoría de autores anónimos, que formaron parte del acervo del propio convento, así como muebles y artículos usados por los frailes. En sus retablos domina el estilo barroco monumental, igual que algunos de los plafones que aún se conservan.
El Museo del Carmen es un reducto histórico poco conocido en la ciudad. Escondido entre modernas edificaciones y estridentes avenidas, ha mantenido su riqueza cultural a través de varios años, largos periodos que aunque han dejado una huella profunda, no logran ocultar su majestuosidad.