La historia del nombre de la Plaza Garibaldi en la Ciudad de México, se remonta a la historia de Giuseppe Garibaldi, su hijo Ricciotti Garibaldi y su nieto Peppino Garibaldi, tres viajeros idealistas que recorrieron el mundo y combatieron en guerras que no eran propiamente las suyas.
La plaza que se localiza en al Barrio de la Lagunilla, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, conocida como Plaza Garibaldi, lleva ese nombre en honor a Peppino Garibaldi, nieto de Giuseppe Garibaldi, el padre de la patria italiana. Pocos saben que José “Peppino” Garibaldi alcanzó el grado de general del ejército revolucionario que se levantó en armas en contra del régimen de Porfirio Díaz en 1911. Este es un breve relato de tan singular personaje.
Los Garibaldi provenían de Niza, ciudad situada exactamente entre Italia y Francia. En 1860 los franceses invadieron Niza y hasta la fecha el poblado pertenece al país galo. Aquí comienza propiamente la lucha de Giuseppe Garibaldi por liberar a su ciudad natal del dominio francés y reintegrarla a Italia (al reino del Piamonte, para ser más exactos).
El dato es importante porque cuando los franceses invadieron México dos años más tarde, Giuseppe apoyó la resistencia de los liberales juaristas. En un camellón de la avenida Chapultepec de la Ciudad de México, entre las calles de Guaymas y Morelia, existe un monumento dedicado a este Garibaldi; en la parte trasera del mismo se lee en idioma italiano: “A los buenos combatientes de la libertad mexicana mando una palabra de amistad y de esperanza. Su hermano, G. Garibaldi”.
La vida de Giuseppe vaya que fue azarosa, vivía prácticamente a salto de mata. Tuvo que huir a Brasil donde luchó contra el gobierno imperial y de paso enamoró a Anita Gonçalves con quien procreó a su hijo Ricciotti. En 1841 pasó a Uruguay y se involucró en la guerra contra Argentina. Regresó a Europa en 1848 a tiempo para involucrarse en las revoluciones que inspiraron el Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
Ricciotti Garibaldi nació en Montevideo, combatió al lado de su padre desde los 19 años hasta que la inglesa Costance Hopcraft robó su corazón; la pareja decidió probar suerte en Australia donde nació Peppino, el mayor de siete hermanos.
Peppino llevaba en las venas la misma sangre aventurera de su abuelo, sólo que, a diferencia de aquel, el intrépido Peppino se enfrascaba en guerras más por dinero que por ideales. Combatió en la guerra Greco-Turca de 1897 y del lado británico en la Guerra de los Boers en Sudáfrica (1899-1902). Después viajó a Venezuela como parte del ejército de mercenarios que el banquero Manuel Antonio Matos organizó para derrocar al gobierno liberal de Cipriano Castro.
Hacia 1910 se hallaba en los Estados Unidos cuando corrió la voz de que Francisco I. Madero reclutaba milicianos para hacer estallar una revolución en contra el dictador Porfirio Díaz. Peppino se alistó y participó en la batalla de Casas Grandes y en la toma de Ciudad Juárez. Ascendió a general, lo cual provocó envidias en Pancho Villa, quien a partir de entonces buscó afanoso el momento para eliminarlo, cosa que no logró.
Peppino Garibaldi salió del país antes de que Villa diera con él. Reapareció en Grecia luchando contra el dominio del Imperio Otomano y participó en la Primera Guerra Mundial al frente de un grupo de combatientes italianos que conformaron la Legione Garibaldina. Tras la llegada de Mussolini al poder se pronunció contra el fascismo, hecho que eventualmente lo condujo al encarcelamiento. Murió en Roma a la edad de 70 años.
Fue en honor a este hombre que se designó a la emblemática plaza en la que tradicionalmente se concentran los mariachis en la Ciudad de México como Plaza Garibaldi. Un modesto pero significativo homenaje a un italiano que vivió y combatió en México.