David Bowie, el legendario músico que
siempre se reinventó a sí mismo y que fue conocido como el campeón de los
marginales, de los bichos raros y de las personas creativas, murió el domingo a
los 69 años de edad. Bowie había estado luchando contra el cáncer durante los
últimos 18 meses y murió tranquilamente, rodeado de su familia, de acuerdo con
una publicación en su página oficial de Facebook.
El viernes pasado, Bowie celebró su
cumpleaños número 69, un día en el que también se lanzó el que sería su último
álbum, Blackstar, una incursión experimental en el jazz que fue aclamada por la
crítica. Su último video musical, de la pieza “Lazarus”, del álbum Blackstar, acompañó la publicación del álbum. Recientemente, Bowie
había colaborado en el musical off-Broadway Lazarus, una especie de continuación
de la película de 1976 The Man Who Fell to
Earth (El hombre que cayó a la Tierra),
estelarizada por Bowie.
Nacido el 8 de enero de 1947, en Brixton, Londres,
Bowie fue único no sólo por su innovador enfoque al escribir canciones, sino
también por sus frecuentes cambios de imagen. Fue famoso por personificar a una
deslumbrante variedad de personajes distintos, entre ellos, Ziggy Stardust, el
Duque Blanco y Aladdin Sane.
Su disco de 1972, The Rise and Fall of Ziggy Stardust and
the Spiders from Mars (El auge
y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte), es considerado ampliamente
como la incursión de Bowie en la corriente principal, y alcanzó su primer
número 1 en Estados Unidos con “Fame” (Fama), del álbum Young Americans (Jóvenes estadounidenses) de 1975, una
canción que coescribió con John Lennon. Otras canciones, como “Let’s Dance”
(Bailemos), “Changes” (Cambios), “Modern Love” (Amor
moderno), “Rebel Rebel” (Rebelde, rebelde), y muchas más, dejaron una
marca indeleble en la cultura del siglo XX. Incluido Blackstar, Bowie publicó 26
álbumes de estudio y vendió más de 140 millones de discos en todo el mundo, en
una carrera que abarcó más de 50 años.
Aunque fue conocido por su individualidad,
su carrera incluyó algunas colaboraciones memorables. Grabó su “Trilogía
de Berlín” de (Low (Bajo), Heroes (Héroes), y Lodger (Inquilino)) con Brian Eno, un viaje en el que estuvo
acompañado por Iggy Pop, cuyo disco de 1977, The Idiot, (El idiota), fue coescrito por Bowie,
quien también colaboró en la grabación. Él también produjo Transformer (Transformador), el álbum clásico de Lou Reed, hizo dueto
con Mick Jagger en “Dancing in the
Street” (Bailando en las calles) y apareció en “Under Pressure” (Bajo presión)
de Queen. Enumerar todos sus logros sería como pasar lista a los artistas más
importantes del siglo.
Bowie fue también un actor con numerosos créditos
fílmicos. Algunos de los más notables fueron su papel en Labyrinth (Laberinto) de 1986, The Last Temptation of Christ (La última tentación de Cristo) de
1988 y The Prestige (El gran truco) de 2006. Bowie era un
artista en el más verdadero sentido de la palabra. Desafiaba las convenciones,
superó límites y asumió riesgos impensables. Alguna vez se le preguntó qué era
lo que consideraba la más profunda miseria. ¿Su respuesta? “Vivir con miedo.”