Ahora que el deporte ha estado con mucha mayor exposición
mediática, detalles inherentes a sus procesos internos se vuelven mucho más
relevantes, sobre todo si hay cantidades exorbitantes en, o bajo, la mesa de
negociaciones.
La FIFA, al igual que el COI, ha tenido sus episodios de
severas complicaciones de credibilidad a partir de las elecciones de sede para
sus máximas competencias.
Mucho se habla de si la FIFA tiene más naciones que las
mismísima ONU, que si su “imperio de las canchas” puede hacer temblar a
gobiernos y parlamentos, que si Joseph Blatter se ha mantenido ahí al frente no
a sangre y fuego, sino a fuerza de saber mover influencias en determinados
cargos y… elecciones.
El reciente anuncio por parte de la Comisión de Ética de la
FIFA, a través del jurista Hans-Joachim Eckert, de que no existieron
irregularidades para designar a las sedes para el mundial de fútbol en 2018 y
2022, Rusia y Catar, respectivamente, puede ser alentador para una paz buscada
por el fútbol, a la vez algo sumamente preocupante para el deporte en general.
A grandes rasgos, independientemente de las preocupaciones por
el comportamiento en asuntos políticos-diplomáticos y de derechos ciudadanos,
en el caso de Rusia las implicaciones o versiones de compra de los votos para
su designación mundialista vienen desde 2010, cuando se comenzaba a hablar de
la posibilidad de la compra de votos, la cual se “filtró” a través de
grabaciones secretas realizadas por un diario inglés.
Curiosamente, los señalamientos para Catar, también con serias
preocupaciones por las limitantes a los derechos ciudadanos, también vienen
desde 2010. La cuestión es que la designación para esta sede en Oriente Medio viene
con mucho más ruido por lo visible de la posible venta de votos.
Suspendidos de por medio, unos cuantos más señalados, con
grabaciones incriminatorias por varias vías, la FIFA se ha limitado a señalar
algo así como: al final, la votación subsiste.
Lo que llama la atención entonces es la denuncia presentada
precisamente por la FIFA ante la justicia suiza, para señalar a algunos
personajes involucrados con el proceso de votación, quienes por supuesto
podrían haber actuado de manera dolosa, todo en aras de demostrar la ilicitud
de sus actos.
Esto es grave, pues se está reconociendo la existencia de
“transferencias de capitales relacionados con Suiza”, país europeo del cual sus
políticas bancarias tienen ciertas permisividades, cuando varios de los
implicados en las denuncias podrían ser de naciones europeas, coincidentemente.
Lo que el organismo rector del fútbol mundial está haciendo es
un intento de legitimar la sede, ligada a cuantiosas inversiones, de los dos
próximos mundiales.
Poco importa si Rusia está teniendo roces diplomáticos fuertes,
incluso con sanciones y provocando preocupaciones nórdicas, o bien, si Catar
tiene con nulos derechos laborales a los trabajadores de los estadios
mundialistas.
La FIFA señala a los individuos participantes en la elección, y
pretende salir con la cara limpia de este escándalo. Es contradictorio, es
pantanoso, el mundo de las apuestas debe estar riendo.
@Alejou