Martes 28 de octubre de 2014
Por Leticia Pineda / AFP / México
La fiscalía federal ha detenido a más de 50 personas, 36 de ellas policías municipales e integrantes del cartel Guerreros Unidos, incluido su máximo líder, sin dar con los estudiantes.
La explicación oficial es que los policías municipales entregaron a los estudiantes a Guerreros Unidos.
Pero ¿por qué Guerreros Unidos querría tenerlos en su poder?
La mañana del 27 de septiembre uno de los jóvenes apareció muerto en una calle de Iguala, con severas marcas de tortura y desollado.
“A estos estudiantes les dieron trato de sicarios” aplicándoles un brutal método, utilizado por los carteles del narcotráfico, para extraer información de sus enemigos, dijo esta semana Héctor Aguilar Camín, un reconocido analista político, en una de sus participaciones en una mesa de análisis del canal Foro TV.
El padre Alejandro Solalinde, un reconocido y aguerrido cura defensor de los derechos humanos, asegura que tiene al menos tres testimonios directos que dicen que los 43 estudiantes fueron quemados vivos.
En la misma mesa de análisis, Eduardo Guerrero, experto en seguridad nacional, explicó que este grupo delictivo es producto de la fragmentación del desarticulado cartel de los Hermanos Beltrán Leyva.
Tras la ruptura del cartel de los Beltrán Leyva, Guerrero Unidos tuvo que empezar a utilizar rutas de trasiego de droga que están en el territorio controlado por el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), un grupo guerrillero surgido en 1997.
Según el experto, el ERPI había estado cobrando una cuota a Guerreros Unidos por pasar por su territorio. Él cree que el ataque a los jóvenes, la mayoría entre 17 y 21 años, estuvo motivado por la relación que podría haber entre la escuela de Ayotzinapa y esta organización guerrillera.
Guerrero es uno de los mayores productores de marihuana y amapola en el país y por sus costas en el Pacífico ingresa una buena cantidad de cocaína proveniente de Sudamérica que va a Estados Unidos.
La forma en que los estudiantes podrían haber estado colaborando con esta guerrilla es algo que hasta ahora nadie ha explicado.
Pero el temor de Guerreros Unidos lo compartió un agente de la fiscalía estatal la noche del 4 de octubre, cuando cuidaba con otros uniformados el acceso a un cerro en el que fueron halladas cinco fosas clandestinas con 28 cuerpos.
Tomando café en una casa de madera en las faldas del cerro, mientras los peritos forenses trabajaban con lámparas en la exhumación, el uniformado dijo a la AFP que todo esto sucedió porque los miembros del cártel pensaban que a través de los estudiantes “la guerrilla se les quería meter a Iguala”, un territorio que hasta ahora habían controlado a sus anchas.
Imagen del texto
Manifestantes marchan en Acapulco, estado de Guerrero, por la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala el 17 de octubre de 2014 ((AFP/Ronaldo Schemidt)