HARRY GRUYAERT es un fotógrafo Magnum, pero no tiene que hacer eso que celebran a otros favoritos de la agencia: una narrativa. “No hay historia”, dijo acerca de sus fotos. “Es solo cuestión de formas y luz”.
Es justo por esa razón que este chico está tumbado en una baranda, o que cuanto yace bajo la lona a cuadros es, consiguientemente, un misterio.
Lo que sabemos de esta imagen es que nos encontramos en Mopti, una ciudad a orillas del río Níger, en Malí. Los lugareños atrapan peces y los secan. Cuatro meses al año, la zona se anega y transforma la ciudad en un archipiélago, obligando a los habitantes a desplazarse por calzadas de piedra. Debe ser impresionante. Debe haber muchas historias en ese lugar. Pero Gruyaert ha tenido cuidado de excluir cualquier cosa que amenace con parecer un acontecimiento.
Nacido en 1941, en Amberes, Bélgica, trabajó como fotógrafo de modas en París e hizo sus primeras imágenes importantes cuando estuvo en Londres, obsesionado con el arte pop estadounidense. Allí jugueteó con el sintonizador de su televisor hasta que las figuras de la pantalla —estrellas de cine, presentadores de noticias, ganadores del espectáculo canino Crufts, astronautas— quedaron reducidos a efervescentes bloques de color. Y, entonces, los retrató. Durante la siguiente década, vivió en una camioneta Volkswagen, guardando su equipo en la parte trasera y, sus fotos, en casa de amigas —bueno, novias— en diversas partes del mundo. Algo que le motivó a unirse a Magnum, en 1981, fue aliviar las responsabilidades de esa banda dispersa de archivistas.
Muchas veces lo han comparado con Edward Hopper —y, ciertamente, le gustan las estaciones de gasolina de Los Ángeles en la “hora mágica”, así como las figuras solitarias en salas de abordaje y a la entrada de los cines—, pero me parece que percibe el mundo más como lo hiciera Matisse, en sus últimos años, cuando dejó el pincel y se puso a usar papel y tijeras. En esta imagen, distintos campos de color se unen ante nuestros ojos. Como si el cielo, la tierra y el río fueran formas planas superpuestas en el cuadro. Una franja gris cenicienta, un bloque azul dentífrico, el blanco alcalino del primer plano, sobre el que se han asentado dos formas, una negra y otra roja.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek