Es verdad: vas por la calle o estás en el antro, se te acerca un tipo a
preguntarte algo que está impreso –una foto, una dirección–, miras de cerca el
papel y aspiras sin querer un polvillo que suelta la hoja, hasta ahí llegan tus
recuerdos. Se llama burundanga y es la droga que anula la voluntad, aspirada o
ingerida.
La burundanga no es un invento reciente; ya era utilizada por los
antiguos romanos como veneno, y durante la época medieval era el principal
ingrediente del elixir del amor.
Andrés Santiago, jefe de Medicina Legal del Hospital Clínico San
Carlos, en Madrid, y uno de los pioneros en estudiar los casos relacionados con
la burundanga, asegura que en el centro se registran más de tres denuncias
de uso de esta sustancia al mes. Los afectados describen de manera
similar lo sucedido: o les robaron o creen que sufrieron abusos sexuales,
pero no recuerdan nada.
La droga desaparece de la sangre de dos a seis horas después, y se
elimina a través de la orina en doce horas. Esta es una razón por la que
las víctimas a veces no tienen suficiente credibilidad.
La burundanga, nombre popular de la escopolamina, es
una sustancia que además de anular la voluntad, produce desinhibición y amnesia.
Se ingiere sin ser percibida –no hay registros de consumo voluntario–, oculta
en bebidas, o se inhala, soplada a la cara. A los efectos, a la falta de recuerdos
se les conocen como ‘sumisión química’.
El tema es difícil de abordar; por un lado se crea un
ambiente de peligrosidad, de indefensión, y por el otro se difunde la
existencia y la manera de usarse. Por desgracia, es un fenómeno recientemente muy utilizado en
España y varios países latinoamericanos, en robos y secuestros exprés.
Puede sonar un tanto paranoico, y muy triste, pero
conviene tener en cuenta los siguientes puntos: no tocar ningún papel que
provenga de personas extrañas, y no permitir que nos lo acerquen a la cara,
tampoco pañuelos con el pretexto de limpiar o retirar alguna basura o mancha;
no aceptar bebidas en las degustaciones ‘callejeras’ ni cremas o perfumes;
extremar las precauciones en el bar, y no atender la solicitud de personas con
apariencia desvalida, pero sospechosa.