Lo primero que se le viene a la mente cuando escucha la pregunta sobre quién es la mujer más importante en su vida es su mamá. Se le ilumina la cara, sonríe. “La inspiración más cercana que he tenido todo el tiempo es mi madre”, dice con seguridad Yalitza Aparicio, y agrega: “No hay momento en el que no tenga presente sus palabras”.
Las madres son la fortaleza y la vitalidad, aunque a veces ellas mismas no se den cuenta. “En el momento más difícil de mi trayectoria, al tener tanta exposición a tanto público, lo que más recordaba de ella es que alguna vez me dijo: ‘Las personas siempre dan lo que son’. Y eso siempre lo llevo conmigo”, narra Yalitza.
Ahora es a ella a quien se le acercan madres para decirle: “’Eres la inspiración de mi hijo o hija y te agradezco. Me encantaría poder ser su inspiración algún día y ser tan fuerte como tú’, y yo siempre les respondo: ‘Mi inspiración fue mi mamá’. La fortaleza la obtuve de ella”, relata en entrevista con Newsweek en Español.
No cabe duda que ella lo entiende así. “Lo mejor de ser mujer es la fortaleza que tenemos. Eso es algo muy grande. Resistir tantas cosas a través de los años, afrontarlas y encontrar el valor para superarlas y salir adelante”.
Además, agrega, “ser una mujer indígena es una fuerza al triple porque, a pesar de que hay un avance en la sociedad, nosotras no solamente nos topamos con la discriminación de género, sino también por nuestras raíces, nuestra cultura, nuestro lenguaje y nuestro color de piel. Entonces se requiere de mucha fuerza para continuar a pesar de todo eso”.
UNA INDUSTRIA DISCRIMINATORIA
La nominada al Óscar en 2019 ha tenido la fortaleza para continuar, por si fuera poco, en una industria que históricamente ha discriminado a mujeres, personas de color, personas LGBTQ+, entre otros grupos. Obtuvo reconocimiento internacional después de protagonizar la cinta Roma (2018), del director mexicano Alfonso Cuarón. Y desde entonces ha participado en otras producciones de cine y televisión, la vemos en portadas de revistas, listas de personas influyentes, entrevistas, etcétera.
Quizás es por este nivel de exposición y popularidad que ahora no nos sorprende que algunas madres se acerquen a felicitarla y decirle que la admiran, y que para las infancias sea una fuente de inspiración. Pero que una mujer indígena mexicana sea un modelo a seguir es un logro que no debemos obviar como valioso. Yalitza se volvió famosa no a pesar de ser mujer e indígena —que en tantos casos son motivo de discriminación y obstáculos—, sino precisamente por esas razones.
Ejemplos de su influencia abundan, uno de los más ilustrativos es una anécdota que narra la periodista Melissa Gómez en Los Angeles Times: “Estaba impactada —cuenta la escritora cuya ascendencia oaxaqueña le añade un peso simbólico al éxito de Yalitza— cuando Yalitza Aparicio llevó a los oaxaqueños a los principales medios de comunicación estadounidenses. Recuerdo haber visto [en la película] con entusiasmo, junto con mi madre, que Yalitza trajera un dialecto mixteco, diferente al de mi madre, a Hollywood. Se me infló el pecho de orgullo al saber que era de Tlaxiaco, un pequeño pueblo que he visitado para ver a mis tías y tíos. Ella llevaba la cabeza en alto cuando personalidades mexicanas se burlaban de su color de piel, su nariz, su indigenidad. Ella respondió continuando con su éxito”.
“LOS APRENDIZAJES ME HAN DADO SEGURIDAD”
Y, sin embargo, habiendo pasado algunos años desde ese momento cumbre, en muchos sentidos el mayor éxito de Yalitza radica en que ha sabido compartirlo. Ella se describe como una mujer que continúa aprendiendo. “Estos aprendizajes me han dado más seguridad. Aprendí el poder que tiene nuestra voz y que no es un límite ser mujer ni ser indígena”, asegura.
Eso es acaso lo más importante. Porque ahora es un ejemplo a seguir no solo por su talento como actriz, sino por su activismo (desde 2020, trabaja junto con la Unesco como embajadora de buena voluntad para los pueblos indígenas) y, sobre todo, por usar su voz.
En foros públicos, conferencias, diálogos con medios y en sus propias redes sociales, la actriz añade su voz a temas primordiales como la equidad de género, derechos de los migrantes y las trabajadoras domésticas, racismo en México y hasta la cultura de su natal Oaxaca. “Algo que tal vez en su momento pensaba era solo bueno para mí ha sido bueno para muchas personas”, dice reflexionando sobre la influencia de su éxito.
Además de colaborar con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Yalitza Aparicio ha apoyado movimientos como Poder Prieto, una colectividad creada por actrices, actores, miembros de la industria audiovisual, organizaciones civiles y académicas que “han vivido en desventaja por su origen, su tono de piel morena o negra”, según su autodefinición.
CONFERENCISTA Y ACTIVISTA
También hizo una aparición en la conferencia Essential for Recovery, que se ocupa de amplificar y discutir las demandas laborales de los trabajadores esenciales (latinos, muchos casos) que mantienen a flote a comunidades y países enteros —particularmente en la recuperación económica poscovid— sin la garantía de sus derechos laborales básicos.
Otra de las causas que la motivan es la representación y los derechos indígenas, ya que a través de los años ha dicho que, de cierta forma, ella misma es el resultado de la discriminación. “No tuve el derecho de aprender mi idioma indígena. Mis padres creyeron que era la mejor manera de protegerme de la discriminación”, mencionó en una declaración para la Unesco, con la cual ha colaborado en campañas para revalorar la importancia de la lengua materna, la diversidad de los pueblos indígenas y la importancia de incluirlos a través de la educación.
Es una ironía feliz que, para su admirable papel en la película Roma, la nominada al Oscar haya tenido que aprender —y de paso reivindicar— la lengua Mixteca que nunca debió negársele.
“Luchar por la reivindicación de los pueblos originarios no fue algo que naciera de un momento a otro, es algo que siempre he tenido presente”, aseguró en una entrevista para El Correo, el periódico oficial de divulgación cultural de la Unesco. Aunque su fama la impulsó a transmitir estos mensajes a muchas más personas, Yalitza Aparicio tenía claro desde antes que trabajar por ciertas causas que no puede ser un trabajo individual, “nos corresponde a todos, no solo a unos cuantos que tenemos visibilidad”, dice en charla con este medio.
YALITZA APARICIO: FUERTE Y ABIERTA
Su idea de cómo debe ser un activista es como ella misma: tolerante, fuerte y abierta a las diferencias. “Ser activista no significa que solo tú estés hablando de un tema o luchando por una causa. Implica lograr que más personas empaticen. Y si no coinciden con tu forma de pensar tal vez pueden ponerse a reflexionar si lo que realizan y han realizado durante toda su vida ha sido o no correcto”, explica.
Quizás una de las fallas del activismo actual es su rechazo a cualquier tipo de error o incongruencia humana. Es negar que todos estamos en un proceso de aprendizaje, cuestionando y reconstruyendo comportamientos y creencias y que, a veces, sin ser conscientes de ello, podemos seguir perpetuando discriminación de distintos tipos. Resulta notable que Yalitza (quien ha estado expuesta a discriminación y críticas) se permite reconocer estas fallas siempre y cuando tengamos el compromiso de corregirlo y seguir mejorando.
Con casi 17 millones de indígenas en México, y 68 lenguas nativas, el racismo hacia estos grupos es un problema de solución inaplazable que muchos se niegan a ver. La pobreza, la exclusión laboral, la falta de acceso a la educación, a los servicios de salud y a una representación política digna son solo algunos de los problemas resultado de la discriminación histórica y sistémica a los pueblos indígenas.
Quienes son aún más vulnerables a esta marginación son las mujeres, (representan el 51 por ciento de la población indígena) y los niños. A pesar de ello, juegan un papel fundamental como agentes en la producción, difusión y reproducción de la cultura de sus pueblos y comunidades, según el informe 2022 del International Work Group for Indigenous Affairs en su apartado sobre México.
INDÍGENAS POCO ESTIMADOS
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Indígenas de la UNAM, la mayoría de los mexicanos ignora la riqueza que existe en el país al contar con la diversidad y multiculturalidad más grande de América. “Los resultados permiten ver qué tan poco estimado es el indígena en nuestra sociedad y cómo ello da lugar a la discriminación y el racismo”, dice la Dra. Natividad Gutiérrez Chong, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Para revertir esa situación, menciona el informe, se requiere actuar no solo en los aspectos económico, simbólico y cultural, sino “devolver el prestigio a los grupos originarios. Y la educación sería una de las maneras más efectivas. También ayudaría conocer […] su literatura, escritura, películas y otros artefactos culturales”, agregó Gutiérrez Chong.
Cuando este es el panorama, cualquier paso en la dirección correcta es meritorio de aplaudir. Y no hay duda de que Yalitza Aparicio ha hecho su parte por reivindicar y celebrar a una población tradicionalmente marginada. Maestra de profesión, cuenta a Newsweek en Español que cada día está más convencida del valor de la educación tanto para garantizar mejores oportunidades a las poblaciones indígenas como para que todos aprendamos a valorar la riqueza cultural y lingüística que representan (incluso ellos mismos que, en un intento por reducir la exclusión, se alejan o rechazan sus orígenes).
“Ahora puedo seguir educando, por así decirlo, solo que de otra forma”, cuenta Aparicio Martínez sobre su rol como activista y modelo a seguir. No es poca cosa ser una referencia para otras mujeres. De hecho, es una de las mejores formas de destacar el valor y el papel de las poblaciones indígenas en diferentes esferas que normalmente asociamos con personas blancas y privilegiadas.
NO ES UNA “INFLUENCER”
La realidad es que Yalitza Aparicio no es la clásica actriz “influencer” que se toma fotos y videos en cualquier acto de buena voluntad, tampoco publica lo que piensa y lo que hace a cada minuto. Pasa mucho más tiempo ayudando y trabajando, que subiendo contenido a sus redes sociales.
Por eso, con respecto al título que le otorgó la Unesco en octubre de 2019, dice: “Las acciones, aunque no esté el título, siempre van a estar. Cada momento en el que tengo espacio entre el trabajo y mi vida personal, que tengo que llevar en equilibrio, busco formas de seguir apoyando a mi gente. A diferencia de lo que estamos acostumbrados a que todo se haga público y todo se mencione, no soy muy dada a eso. No por no publicarlo significa que lo estoy dejando de hacer, simplemente es respetar el espacio de las personas a quienes visitamos”.
Si algo le queda claro es que le interesa seguir en su rol como activista en las distintas formas en las que puede. Desde trabajar directamente con fundaciones, oenegés, hablar en foros, en redes sociales, hasta su lucha por mejorar la diversidad de caras e historias en la moda —además de su carrera como actriz, destaca su trabajo con distintas marcas internacionales como Cartier, Dior y Prada, firmas que nunca antes en su historia habían celebrado a una mujer mexicana de origen indígena— y en el cine.
PRACTICA LO QUE PREDICA
De alguna u otra forma, la actriz procura que sus participaciones en la industria del cine y la televisión sean congruentes con las causas en las que cree. Es el caso de su actuación en la serie de comedia Los Espookys, aclamada por la crítica por desafiar los cansados estereotipos de los personajes latinos en la televisión estadounidense y celebrar el folclore surrealista latinoamericano.
Asimismo, su rol en el cortometraje Sweatshop Girl (Chica de fábrica), dirigido por la mexicana Selma Cervantes, que sigue a una costurera en una maquila donde constantemente realizan pruebas de embarazo a las empleadas. Formó parte también de la docuserie Peace Peace Now Now, una crónica de cuatro mujeres que se enfrentaron a distintos conflictos armados en América Latina.
Por otro lado, está el caso de su trabajo en producciones próximas a estrenarse. Respecto de Midnight Family (Familia de medianoche), producida por el chileno Pablo Larraín y dirigida por la cineasta mexicana Natalia Beristáin, Yalitza protagonizará esta serie dramática (la primera serie en español para Apple TV+) basada en el documental del mismo nombre, que retrata la historia de una familia de paramédicos en la Ciudad de México.
En febrero, Variety anunció que Yalitza Aparicio se unió como productora ejecutiva de la cinta Dreamer: inspirada en la historia real de una redada policial ocurrida en 1995 en una fábrica de ropa clandestina en El Monte, California, que sometía a sus trabajadores a explotación y abusos laborales. Dreamer narra la historia de un joven mexicano que es contrabandeado en la frontera México-Estados Unidos para trabajar en la fábrica. “Emocionalmente es muy impactante”, dijo Aparicio a Variety. “Estoy muy orgullosa de formar parte de una película tan importante y que incita a reflexionar”.
SU COMPROMISO CON OTRAS MUJERES
Lo más probable es que Yalitza Aparicio continúe con esta racha de temas interesantes, historias valiosas de contar y colaboraciones con mujeres mexicanas. Es justamente su trabajo y sus conversaciones con otras mujeres lo que ella resalta como fuente de aprendizaje constante.
“Lo que más he aprendido de otras mujeres es la vitalidad. Me ha tocado hablar y trabajar con diferentes mujeres en muchas circunstancias diversas. Y cada una de ellas se ha enfrentado a muchos obstáculos y han tenido ganas de rendirse. Pero nunca se cansan, nunca se retiran”, asegura. Algo que ahora intenta repetirse es que “se vale detenerse, respirar y luego continuar”.
Su presencia pública, a pesar de las críticas, es un ejemplo de que, como ella misma dice, “somos cada vez más las mujeres las que nos atrevemos a salir de ese lugar en el que nos han hecho creer que es el correcto y donde nos debemos quedar”.
Al conversar acerca del futuro que ella quisiera para las niñas y mujeres, Yalitza Aparicio desea, más que otra cosa, que no tengan que volver a vivir tanta de la discriminación y la violencia que muchas cargan a cuestas: “Que su desarrollo ya no sea tan complicado. Que sus oportunidades laborales y de otros tipos sean más fáciles de lo que han sido hasta ahora”.
DESFIGURAR LA EQUIDAD DE GÉNERO
Asimismo, cree que uno de los errores que se han cometido en el camino a la igualdad es desfigurar el concepto de equidad de género y perder de vista los objetivos de esa lucha. “Me encantaría que llegáramos a entender lo que es la equidad de género; siento que a lo largo del tiempo se ha ido distorsionando un poco y en redes sociales vemos que parece una guerra por ver quién tiene la razón. Y jamás se trató de eso”, asegura.
Al preguntarle de qué se trata entonces, responde con seguridad: “Lo que hacemos las mujeres hoy en día, a diferencia de lo que muchas personas creen (que es solo por nosotras), es por todos. Es por la búsqueda de ese futuro para todos”.
“Intento escucharlas. Alentarlas”, dice sobre su papel en la vida de otras mujeres. “Las mujeres hablamos sobre nuestros sueños, anhelos, y sobre los límites con los que nos topamos”.
Esta dinámica de tener conversaciones, compartir y saberse acompañadas es lo que, dice Yalitza Aparicio, le da fuerza para seguir día a día. El ejemplo lo lleva desde toda la vida con su madre, quien nunca la ha dejado de motivar y de contagiarle de la fuerza que la ha llevado tan lejos.
“Lo que más he aprendido de otras mujeres es que los momentos difíciles no son una derrota. Son momentos de pensar y analizar qué están haciendo bien y qué no, tomar más fuerzas con ayuda de otras y continuar”, concluye. N