Francisco tiene 18 años, no estudia y no tiene un trabajo fijo. Vive con su madre y sus tres hermanas en una pequeña casa en una colonia popular de Querétaro. En su sala, un televisor y un sillón rojo de terciopelo son opacados por una gigantesca bandera de Gallos Blancos.
“Esta directiva no sabe ni siquiera qué es el Querétaro Futbol Club”, dice con un poco de resentimiento en los ojos.
Los Gallos Blancos viven hoy uno de los momentos más inciertos de su historia. Una historia que ha estado marcada por una relación tormentosa entre este equipo y el futbol mexicano. Una historia en donde el libro de las sorpresas no termina de escribir páginas. Historia que bien podría enmarcarse en la tragicomedia, cuyos capítulos principales se han dado entre ascensos, descensos, desafiliaciones, sospechas y vinculaciones con el narcotráfico.
Francisco es el aficionado que ya no se sorprende. El aficionado que, a pesar de todo, sigue creyendo, aquel que ha puesto su confianza en aquellos empresarios vestidos de ‘mesías’, de ‘salvadores’, aquellos que han jurado que, ahora sí, el equipo recibirá la inversión necesaria para convertirlo en un protagonista de a de veras, en un equipo de esos que siempre están en liguillas.
La estabilidad económica, la adquisición de jugadores de renombre, aquellos que suenan inalcanzables, por momentos ha sido una realidad, aunque efímera. Aquellos ‘mesías’ que han terminado por (una vez más) engañar a todo el mundo.
“Paco” se dio cuenta de que algo no iba bien desde que Yáñez apareció en escena inmerso en aires de misterio y riqueza, algo que ya se había vivido antes en el estadio La Corregidora.
Hoy el presente y el futuro inmediato de Gallos Blancos es incierto, todo el mundo lo sabe. El camino de la desafiliación parece el más viable. El camino que tome el plantel queretano depende en este momento de los dueños del balón, de la gente que encumbra el poder en la Federación Mexicana de Futbol.
La inhabilitación contractual por parte de la Secretaría de la Función Pública a la empresa Oceanografía, propiedad de Amado Yáñez, por irregularidades con Pemex, sería el principio del tormento que hoy vive el equipo queretano.
Pasado y presente: de buenas intenciones, farsantes y vínculos dudosos
Para entender el presente en el caso de Gallos Blancos es inevitable mirar hacia atrás y recordar que en la entidad no ha existido un proyecto de futbol serio que, además de la continuidad, brinde resultados positivos, estabilidad económica, certidumbre en sus fuerzas básicas y desarrollo real y fomento del talento queretano, aunado a la falta de interés por empresarios queretanos o el apoyo de los patrocinadores.
La continua falta de futbol en la entidad con esas características ha permitido que empresarios con capital de origen no del todo conocido lleguen a la entidad prometiendo una cara del balompié queretano nunca antes vista.
En la historia del equipo plumífero dentro de su pasado reciente han desfilado empresarios locales y foráneos como los hermanos Jorge y Alejandro Vázquez Mellado, a quienes les fue desafiliado el equipo por presunto vínculos financieros con personas del crimen organizado; Juan Antonio Hernández, dueño de Grupo Autofin; Axel Bulle, empresario leonés; el Patronato Queretano para el Fomento Deportivo (a quienes no les fue redituable el negocio del futbol); Slatko Petricevic (a quien solo le alcanzó para que se le llamara ‘aliado estratégico’ y que terminó en una farsa total), y recientemente, Amado Yáñez, quien tras el descenso de Gallos en el Clausura 2013 compró la franquicia de Jaguares para trasladarla a esta ciudad.
2002
El equipo profesional de futbol La Piedad, cuyos propietarios eran empresarios de origen tapatío, se asienta en Querétaro para comenzar la nueva etapa de Gallos Blancos. Con José Luis Barba a la cabeza, el equipo sería objeto de señalamientos de lavado de dinero y de vínculos con la delincuencia organizada. Los hermanos Jorge y Alejandro Vázquez Mellado, junto con el empresario Luis Mier, asumen el control del equipo.
En junio de 2004, con Alberto de la Torre como presidente, la Federación Mexicana de Futbol anuncia la reducción de equipos de 20 a 18 debido a la creación de la llamada ‘Liga Premier’, siendo Irapuato y Querétaro, por su falta de transparencia en sus recursos, los ‘sacrificados’, y quedan desafiliados del órgano rector del balompié mexicano.
2004
A la plaza llegaba un nuevo inversionista. Hombre inmerso en el futbol por muchos años, Juan Antonio Hernández, propietario del Grupo Autofin, trasladó la franquicia del Zacatepec, del estado de Morelos, a esta ciudad bajo el mote de Gallos Blancos.
Fue un cuadro protagonista en la otrora Primera A y llegó a disputar una final de ascenso en junio del 2005 ante San Luis, serie que perdieron en tiempo extra 3-2 en el marcador global. Hernández se retiró con la ilusión de haber estado cerca del máximo circuito.
El siguiente al mando del equipo queretano fue el empresario de origen leonés Axel Bulle. Con el cuadro plumífero transitó por dos años por la ya desaparecida Primera A y logró el ascenso tras ganar al Puebla en el estadio La Corregidora el 28 de mayo del 2006.
2006
La poca fluidez de capital y el elevado costo operativo que significaba estar en Primera División, hizo que el empresario guanajuatense adelantara su intención de vender al equipo. Y se presentaba una oportunidad que hacía pensar que el cuadro queretano estaría ahora sí en ‘las grandes ligas’, y es que Pablo Cañedo White y Alejandro Irarragorri pretendían establecer en la entidad un proyecto ambicioso, que solo duraría tres semanas a su mando, para luego emigrar a Torreón, donde lo consolidarían con el equipo de Santos.
Ante este panorama, el gobierno del estado, encabezado en ese entonces por Francisco Garrido Patrón, promovió la creación de un Patronato Queretano que administrara al equipo con empresarios de la región.
Serían José Antonio Rico Rico, quien colabora actualmente como alto directivo de Libertad Servicios Financieros, y el empresario guanajuatense José Luis Alvarado Tapia, y como tercero de a bordo, aparecería el empresario queretano y comunicador Andrés Estévez Nieto.
Con un camino nada sencillo para generar ingresos y hacer que la operación del equipo fuera cómoda para los empresarios, por si fuera poco la parte deportiva enfrentaría un duro golpe, casi letal por parte de la Federación Mexicana de Futbol.
Se trataba de la llamada regla 20/11, que obligaba a los clubes a alinear a sus jugadores menores de 20 años y 11 meses hasta cumplir con 765 minutos en el terreno de juego. De no hacerlo, la sanción correspondiente al artículo 30 era la reducción de 3 puntos en la tabla general. La decisión fue tomada en la fecha 11 y Querétaro se veía obligado a cumplir con esa regla, cosa que no logró.
Al terminar la campaña regular, Santos tuvo un coeficiente porcentual de 1.1471, en tanto que los queretanos contaban con un coeficiente 1.1765 y con la reducción de puntos quedaron con 1.0882.
2009
Con el descenso, el equipo se vio obligado a ‘regresar’ a Querétaro a su filial que tenía en la ciudad de Celaya, Guanajuato, y su paso por la primera A fue breve, ya que en el Clausura 2009 ganaba su lugar en el máximo circuito nuevamente tras vencer en mayo de ese año en penales a los Venados de Mérida.
El Patronato Queretano seguía haciéndose cargo del equipo, aunque con recursos limitados y enfrentando las exigencias del máximo circuito de forma limitada en lo deportivo y en lo económico.
2011
Ya con la intención de vender al equipo, el Patronato Queretano para el Fomento Deportivo cometió uno de sus errores más grandes al abrirle la puerta a un exjugador y exdirector técnico de origen croata, Zlatko Petricevik.
Previo a la llegada de este hombre, que solo vendió humo, existía el interés de empresarios como Ernesto Tinajero, propietario de la empresa Cablecom, por hacerse de Gallos Blancos. El Patronato confió en el croata, a quien incluso le dejaron el control del equipo sin siquiera haber liquidado o pagado una parte de las acciones que pretendía adquirir.
En agosto de este año se anunciaba la nueva era plumífera. ‘Nunca más un equipo chico’, una de las primeras promesas del balcánico. Sin embargo, nunca se le fijó el título de dueño o propietario, solo se le consideró ‘aliado estratégico’.
Promesas de partidos internacionales con plantillas como Real Madrid y Barcelona, pretemporadas en Europa, contratación de estrellas de máxima categoría para Gallos, abundancia económica, la creación de un macrocomplejo deportivo e, incluso, la pretensión de adquirir el estadio La Corregidora (tema que ya se empezaba a trabajar en la parte jurídica), figuraban dentro de las primeras cosas por hacer por parte de Petricevik.
Como una verdadera ironía, de esas que solo da el futbol, las mentiras se reforzaban con el buen paso del equipo queretano en el Clausura 2011, que le permitía a la golpeada historia de este equipo saborear su primera liguilla, 62 años después de su creación. El equipo cayó en semifinales ante Tigres y el peso de Petricevik se consolidaba, pero no por mucho tiempo.
Con la presión por parte de los integrantes del Patronato para que liquidara el adeudo para adquirir formalmente al equipo, crecieron los rumores que apuntaban a que el linaje real del que presumía Zlatko era obra de un invento de su mente y que en realidad no contaba con dinero. Además, aumentaron las versiones que lo señalaban como prestanombres de gente ligada al narcotráfico, así como de tener serios enfrentamientos con la Federación Mexicana de Futbol, la prensa local y aficionados. La mentira del ‘Tío Petri’, como le llamaban, salió a flote.
2012
Con el engaño entre sus manos, el patronato siguió su camino y volvieron a llegar nuevos ‘mesías’. El empresario Sergio Stern y un grupo de empresarios confirmaban su interés por comprar a Gallos Blancos con el respaldo de empresas como Constructora y Metalúrgica SEGA, Jumex y Steren.
Para el Apertura 2012, el futuro de Querétaro se veía promisorio con estos inversionistas. La operación no se concretó.
Existen dos versiones sobre este hecho. Uno, el Patronato nuevamente no recibió ni un peso de la operación, y dos, auditorias de los empresarios revelaron números poco claros sobre el equipo y desistieron de su interés.
2013
Fue en este año cuando se empezó a ligar el nombre de Amado Yáñez Osuna al futbol queretano. Magnate de la industria petrolera, aunque contaba con investigaciones en su contra por tráfico de influencias, corrupción e incluso acusaciones sobre venta ilegal de combustible, llegó bien cobijado a la entidad, no solo por su inmensa fortuna, sino por el espaldarazo de gente respetada en el futbol y en los negocios en Querétaro.
Martín Díaz Álvarez, quien llegaba como presidente del Consejo de Caja Libertad, y los hermanos Javier y Oscar Rodríguez Borgio, propietarios de Big Bola y Grupo Gasolinero Mexicano (GGM), junto con los exfutbolistas Jorge Campos y Claudio Suárez, le abrían paso a Yáñez, quien empezó a mostrar su gusto por el futbol y por esta plaza.
Ya con problemas en el tema del descenso por parte de Gallos Blancos, el empresario petrolero empezó a adquirió al equipo de la Liga de Ascenso Toros Neza, que disputaba la final de ascenso y era el plan B en caso de que Gallos no se mantuviera en el máximo circuito, aunque ya contaba con el plantel de Pumas Morelos, mismo de descendería a la segunda división.
Yáñez pondría sus equipos de futbol bajo el control del creado ‘Grupo Delfines’, que él presidía y que a la postre fue operado por Guillermo Cantú y conservaba a gente como Claudio Suárez y Jorge Campos como piezas de decisión fundamentales del grupo.
Luego de que Gallos Blancos no libró la permanencia, Amado Yáñez compró la franquicia de los Jaguares de Chiapas y Neza se fue a Ciudad del Carmen, donde surgieron los Delfines del Carmen de la Liga de Ascenso.
Pero no todo fue ‘miel sobre hojuelas’ en la relación de Amado Yáñez con la afición. Si bien es cierto un sector numeroso veía con buenos ojos que el empresario petrolero haya adquirido la franquicia de Jaguares de Chiapas para traerla aquí, había quienes no veían meritorio ese hecho, ya que no se regresaba a la Primera División por la parte deportiva, sino a billetazos.
Sin embargo, el hecho que dividió a los aficionados fue la inclusión del color naranja en el escudo del equipo, en el uniforme y en la imagen corporativa del club. La razón, el naranja era una cábala para el ingeniero Amado Yáñez.
2014
En lo deportivo, ya con su segunda liguilla a cuestas conseguida en el Apertura 2013, y con la continuidad del plantel y cuerpo técnico, Gallos Blancos iniciaba un nuevo torneo con nuevos bríos. Los resultados comenzaban a marchar de forma positiva, llegaron a ser líderes del torneo por primera vez en su historia, el equipo funcionaba y la afición, en general, estaba contenta.
La promesa del primer título plumífero en un periodo de 5 años comenzaba a tomar cada vez mayor forma. Sin embargo, fue a principios de año cuando los indicios de que algo malo se acercaba ya se empezaban a presentar.
Iniciaron con adeudos a jugadores, y en el mes de febrero la Secretaría de Función Pública (SFP) señalaba anomalías en la empresa Oceanografía y determinaba la inhabilitación de esta empresa. Las anomalías que analiza la SFP van desde incumplimientos en los montos de las fianzas a pagar por contratos asignados, hasta la existencia de al menos cinco convenios modificados de contratos que elevaron el costo original de estos.
Yáñez reiteraba que había apertura en las investigaciones y que estos factores no afectarían a Gallos Blancos. El 28 de febrero pasado, el titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam, dio a conocer que fue asegurada la empresa Oceanografía, proveedora de Petróleos Mexicanos, debido a presuntas irregularidades en torno a un financiamiento bancario.
Desde ese día a la fecha, la incertidumbre se ha convertido en el pan de cada día dentro del equipo queretano. La inminente posibilidad de que el equipo sea desafiliado crece cada vez más.
El futuro… ¿lo hay?
El panorama es el siguiente:
Escenario 1: la Federación Mexicana de Futbol aplica el reglamento y desafilia al Querétaro.
Escenario 2: la Federación Mexicana de Fútbol toma posesión de las cartas de los jugadores, aplica la garantía (fianza) para pagar adeudos a los futbolistas, negocia las cartas en el próximo draft y reporta al SAE el dinero obtenido.
Escenario 3: en caso de darse la desafiliación, el descenso se anula y solo habría ascenso, algo que le conviene en definitiva al Atlante, Veracruz y Atlas.
En el caso de que la desafiliación sea el futuro de Gallos Blancos, esta se hará oficial una vez que el torneo en su fase regular haya finalizado para no obstaculizar la competencia.
Habrá que definir a nombre de quién está el registro de propiedad del equipo queretano en la Federación Mexicana de Futbol, ya que si efectivamente se confirma que está bajo algún registro perteneciente a Amado Yáñez, el plantel verá esfumarse su última oportunidad de que el equipo se venda.
Y es que queda claro que mientras una empresa es parte de una investigación, ningún bien mueble o inmueble puede ser vendido, cedido, prestado o rentado hasta deslindar o en su caso fincar responsabilidades.
Para Francisco, un aficionado incansable y fiel, la incertidumbre se ha vuelto una sensación común cuando piensa en futbol. A pesar de todo, y de todos, cada 15 días acude fielmente a apoyar, cantar y desvivirse en gritos a 11 jugadores que viven hoy con la misma incertidumbre que el aficionado normal. “Nadie habla claro en el futbol mexicano”, dice ya con más tristeza que enojo.
Ante el silencio de parte de la Federación Mexicana de Futbol no hay claridad sobre el futuro de Gallos Blancos. Existe el camino de la desafiliación, de acuerdo al artículo 66 que dice: “Un afiliado a la FMF perderá su afiliación si: c) Comete alguna falta grave a juicio del Comité Ejecutivo. D) El Dueño y/o los Directivos del Club Incurren en actos delictivos o de dudosa reputación a juicio del Comité Ejecutivo”.
Una ciudad entera está pendiente del más reciente, pero seguramente no el último, escándalo que rodea a su futbol. Golpeado, lastimado, abusado y quizá desaparecido una vez más, el balompié emplumado enflaquece y vive, como siempre, en crisis. El fantasma del descenso, la desafiliación y el lavado se aloja en la cancha de La Corregidora.
Lo único que no se debilita es la afición. Francisco lo sabe, y si el balón deja de rodar, estará esperando que alguien, una vez más, salve al Gallo Blanco.