Llorar es una experiencia universal. Si alguien dice que nunca ha soltado una lágrima —ya sea por una película, una canción, una pérdida o una noticia abrumadora—, probablemente está negando una de las expresiones más humanas que existen. Más allá de su carga emocional o simbólica, surge una pregunta interesante: ¿llorar tiene algún beneficio para la salud?
De acuerdo con la Academia Estadounidense de Oftalmología (AAO, por sus siglas en inglés), nuestro cuerpo produce entre 56 y 113 litros de lágrimas al año. Sin embargo, no todas son iguales: existen tres tipos, cada una con una función específica.
- Lágrimas basales: están permanentemente en el ojo para lubricar, nutrir y proteger de la suciedad y los residuos externos. Su contenido es 98 por ciento agua.
- Lágrimas reflejo: aparecen cuando el ojo necesita expulsar sustancias irritantes, como el humo, cuerpos extraños y los vapores que emanan alimentos (por ejemplo, la cebolla y el chile). Suelen contener más anticuerpos, ya que también ayudan a combatir bacterias. De igual manera, su contenido es 98 por ciento agua.
- Lágrimas emocionales: surgen como respuesta a sentimientos intensos, ya sea tristeza, miedo, alegría o frustración. Estas lágrimas son únicas; estudios sugieren que contienen hormonas y proteínas que no están presentes en los otros tipos.
“Los investigadores han establecido que llorar libera oxitocina y opioides endógenos, también conocidos como endorfinas. Estas sustancias químicas que nos hacen sentir bien ayudan a aliviar el dolor físico y emocional”, refiere un artículo de la Universidad de Harvard.
LLORAR NUNCA FUE UN SIGNO DE DEBILIDAD
A tenor de RDU, una revista electrónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las lágrimas tienen múltiples funciones: sirven como lente óptica —al ser el primer punto de contacto que tiene la luz al entrar a nuestros ojos—, son la principal fuente de oxígeno de la córnea, actúan como lubricante entre los párpados y la córnea, se encargan de la eliminación de cuerpos extraños y células muertas; además de prevenir infecciones por microorganismos.
En cuanto a la parte emocional, los beneficios médicos del llanto se conocen desde la época clásica. Pensadores y médicos de la antigua Grecia y Roma postulaban que las lágrimas actúan como un purgante, “que nos drena y purifica el alma”. En ese tenor, el pensamiento psicológico actual coincide en gran medida, al enfatizar el papel del llanto como mecanismo que nos permite liberar el estrés y dolor de la vida.
“Llorar es una válvula de escape importante, en gran parte porque reprimir los sentimientos difíciles —lo que los psicólogos llaman afrontamiento represivo— puede ser perjudicial para la salud. Diversos estudios han vinculado el afrontamiento represivo con un sistema inmunitario menos resistente, enfermedades cardiovasculares e hipertensión, así como con trastornos de salud mental (estrés, ansiedad y depresión). También se ha demostrado que llorar aumenta el apego, fomentando la cercanía, la empatía y el apoyo de amigos y familiares”, pormenoriza Harvard.
¿DE QUÉ ESTÁ HECHA UNA LÁGRIMA?
La lágrima o película lagrimal es una capa líquida muy delgada; tiene un espesor mínimo de cuatro milésimas de milímetro (micrones, µ) y máximo de 40µ. Además, posee una estructura similar a la de la saliva y contiene enzimas, lípidos, metabolitos y electrolitos. Cada lágrima tiene tres capas:
- Mucosa interna: mantiene la lágrima completa adherida al ojo.
- Intermedia acuosa: es la capa más gruesa que mantienen el ojo hidratado, repele las bacterias y protege la córnea.
- Oleosa externa: mantiene la superficie de la lágrima suave a fin de permitir que el ojo vea a través de ella y para evitar la evaporación de las otras capas.

Según la AAO, las glándulas lagrimales en la parte superior de cada ojo producen las lágrimas. Al parpadear, estas se esparcen por la superficie del ojo. Luego se drenan por los lagrimales, agujeros minúsculos en las esquinas de los párpados superior e inferior.
“Las lágrimas corren a través de pequeños canales en los párpados y bajan por un conducto antes de desembocar en la nariz. Hay lágrimas que se evaporan o se reabsorben”, puntualiza.
Como dato curioso, cuando se produce un exceso de lágrimas emocionales o reflejas, estas superan la capacidad del sistema de drenaje lagrimal y, por ello, se derraman, salen de los ojos y corren por las mejillas llegando a veces a salir por la nariz.
MÁS EDAD, MENOS LÁGRIMAS
La Academia Estadounidense de Oftalmología aclara que producimos menos lágrimas a medida que envejecemos, lo que puede desencadenar el desarrollo de ojo seco. Entre sus síntomas puede presentar sensación de tener arena o algo en el órgano de la visión, comezón, ardor, sensibilidad a la luz, pesadez en los párpados y a veces hasta dolor.
La resequedad ocular es una afección frecuente, especialmente en personas que atraviesan cambios hormonales. Las mujeres embarazadas o en etapa de menopausia son particularmente propensas a experimentarla. Además, el uso de lentes de contacto y ciertos medicamentos pueden contribuir a la aparición del ojo seco.
Si bien no hay una estadística o existe una película que haga llorar a todas las personas por igual, algunas cintas suelen ser mencionadas con frecuencia como altamente emotivas y capaces de provocar el llanto en muchos espectadores. Entre ellas, destacan La vida es bella, Siempre a tu lado (Hachiko), Titanic, Bajo la misma estrella, La tumba de las luciérnagas, Up y Milagro en la celda 7. ¿Estás listo o lista para llorar? N