La reciente publicación del informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la inteligencia artificial en Latinoamérica nos enfrenta a una realidad que no puede ser ignorada: según el estudio, la IA generativa podría afectar hasta a 88 millones de empleos en la región. Sin embargo, en lugar de temer por la posible desaparición de puestos de trabajo, deberíamos considerar a la IA como una herramienta aliada para la transformación que nos abre las puertas a la equidad financiera.
En América Latina, el acceso a servicios financieros sofisticados ha sido históricamente limitado a las élites. La IA se presenta como una herramienta que puede contribuir a equilibrar la balanza, ya que permite que más personas, independientemente de su nivel socioeconómico, tomen control de su futuro financiero.
Un ejemplo destacado de este cambio es WealthBuild.ai, una plataforma que utiliza inteligencia artificial para democratizar el acceso a la planificación financiera. Esta herramienta empodera a los usuarios, proporcionando recomendaciones personalizadas sobre ahorro, inversión y gestión de deuda sin necesidad de contar con un asesor financiero.
EMPLEO Y OPORTUNIDADES ECONÓMICAS
La IA no solo transforma el empleo, sino que también tiene el potencial de cerrar la brecha de acceso a oportunidades económicas. Esto es particularmente relevante en Latinoamérica, donde gran parte de la población permanece desbancarizada o sin acceso a servicios financieros de calidad.
Si profundizamos en el análisis y dejamos de mirar con temor a las nuevas tecnologías podremos hacer que funcionen a nuestro favor. La IA puede facilitar procesos automatizados que liberan a los empleados de tareas repetitivas, permitiendo que se enfoquen en labores más creativas y estratégicas. En sectores como la atención al cliente, la manufactura y el análisis de datos, puede mejorar la eficiencia operativa mientras abre puertas a nuevos roles laborales más especializados y con mayor valor agregado. Las empresas, por su parte, pueden usarla para mejorar la toma de decisiones y expandir sus operaciones, generando así más empleos y oportunidades de crecimiento.
Sin embargo, para que esta revolución tecnológica alcance a todos, es esencial que se trabaje en la inclusión digital. La misma OIT señala que la mitad de los 17 millones de empleos que podrían beneficiarse de la IA están limitados por la falta de acceso a infraestructura digital y capacitación. De ahí que la inversión en conectividad y programas de formación continua resulte fundamental para que los trabajadores, especialmente en sectores rurales y con menor acceso a la tecnología, puedan aprovechar al máximo los beneficios de esta herramienta.
En cuanto al empleo, se comienza a replicar los casos en que gobiernos y empresas están apostando por políticas de capacitación en competencias digitales que buscan no solo mitigar el impacto de la automatización, sino también capitalizar las oportunidades que esta ofrece para crear empleos de mayor valor agregado.
El reto es claro: no solo debemos prepararnos para la transformación del empleo, sino que debemos enfocarnos en el acceso equitativo a las oportunidades financieras que la IA está generando. La IA no es el fin del trabajo, sino el comienzo de una nueva era en la que la equidad y la inclusión financiera pueden ser realidades tangibles para millones de personas en la región.