Investigadores de la Universidad de Maryland, en Maryland, Estados Unidos, han dado un paso muy importante en el esfuerzo para esclarecer el desarrollo de trastornos como el autismo infantil y la esquizofrenia en la edad pediátrica, con lo que se abren las puertas a tratamientos potenciales.
Se sabe que la inflamación cerebral durante la primera infancia puede desencadenar problemas como autismo y esquizofrenia. No obstante, los mecanismos subyacentes a este nexo no se han esclarecido del todo.
Tras identificar los efectos de la inflamación durante el desarrollo de las células cerebrales humanas, el equipo de neurocientíficos de Maryland sugiere un mecanismo que podría explicar la asociación entre la inflamación y los trastornos antes mencionados, el cual detallan en un artículo publicado el pasado 12 de octubre en la revista Science Translational Medicine.
Para su estudio, los investigadores hicieron el análisis post mortem de 17 encéfalos infantiles, ocho de ellos obtenidos de niños que fallecieron por enfermedades inflamatorias y otros nueve de menores que perecieron en un accidente.
“Son muchos los factores que pueden ocasionar inflamación”, explica el Dr. Seth Ament, profesor asociado de psiquiatría en el Instituto de Neurociencias Discovery, parte de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, y coautor principal del estudio junto con la Dra. Margaret McCarthy, miembro de la misma institución.
¿CÓMO SE REALIZÓ LA INVESTIGACIÓN?
“Los donantes de nuestra muestra presentaron cuadros de inflamación aguda secundarios a problemas como encefalitis o ataques graves de asma. Pudimos confirmar los procesos inflamatorios de esos donantes mediante sus expedientes médicos, los cuales detallan la administración de medicamentos antiinflamatorios”, aclara Ament.
Investigaciones previas han demostrado que los niños que nacen con alteraciones del cerebelo (área del cerebro que interviene en el movimiento, el equilibrio, la motricidad y el habla) tienen mayor probabilidad de presentar problemas durante el desarrollo neurológico. Por ello los autores decidieron enfocar su estudio en dicha región cerebral.
“Optamos por el cerebelo porque, si bien es una de las primeras estructuras cerebrales en desarrollarse y una de las últimas en alcanzar la madurez, esta región no ha sido ampliamente estudiada”, precisa Ament.
Luego de analizar las células cerebelosas, los investigadores hallaron que dos tipos celulares, específicos de la región, eran especialmente vulnerables a la inflamación cerebral: las células de Golgi y las células de Purkinje.
“Las células [neuronas] de Purkinje y Golgi desempeñan funciones fundamentales”, prosigue Ament. “Sucede que, durante el desarrollo, las células de Purkinje forman sinapsis que conectan el cerebelo con otras regiones encefálicas que intervienen en la cognición y el control emocional, en tanto que las neuronas de Golgi coordinan la comunicación celular en el interior del cerebelo”, puntualiza el investigador.
¿UNA OPCIÓN PARA NUEVOS TRATAMIENTOS CONTRA EL AUTISMO INFANTIL?
“Una inflamación podría afectar estos procesos durante el desarrollo cerebeloso, lo cual explicaría la presentación de padecimientos como la esquizofrenia o los trastornos del autismo infantil”, propone Ament.
El reciente estudio es uno de los primeros que demuestra dichos resultados en el cerebro humano y valida investigaciones previas en animales. Además, arroja un hallazgo sorprendente.
“En una investigación anterior, la Dra. McCarthy identificó que las ratas pasan por un periodo posnatal crítico, durante el cual, un proceso inflamatorio puede incidir en el desarrollo de las células de Purkinje. Por ello nos resulta muy alentador haber observado un efecto parecido en humanos”, prosigue el neurocientífico.
“Ahora bien, nuestros hallazgos en cuanto a las células de Golgi fueron mucho más inesperados, y eso abre una nueva línea de investigación”, concluye Ament.
Dado que hay numerosas formas de tratar la inflamación, el nuevo estudio plantea interesantes opciones terapéuticas para los trastornos cerebrales que se manifiestan en la edad pediátrica.
Pese a ello, no queda claro que atacar la inflamación permita limitar sus efectos durante el desarrollo cerebral, por lo que hacen falta investigaciones adicionales para confirmar estos nexos. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)