En la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos culturales, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. Actualmente, el Día de Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre, está acompañado de una tradicional ofrenda en donde no pueden faltar las flores de cempasúchil y el pan de muerto, en todas su variedades.
La celebración que recae en esos días se debe a un rito católico: el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos (día dedicado a los niños difuntos) y el 2 a los Fieles Difuntos (adultos). En la visión indígena, implica el retorno transitorio de las ánimas de los muertos, quienes regresan a casa para convivir con los familiares y para nutrirse con los alimentos ofrecidos en los altares en su honor.
Generalmente, estas ofrendas están decoradas con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, veladoras, mole o cualquier otro platillo que disfrutaba la persona cuando estaba con vida.
De acuerdo con Erika Méndez Martínez, maestra en antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el origen del pan de muerto tiene al menos dos versiones históricas.
UNA PINTURA QUE REFLEJA EL PAN DE MUERTO QUE ACTUALMENTE CONOCEMOS
La primera se remonta al México antiguo, en donde ya se preparaba un pan de amaranto y maíz seco y tostado de nombre “mariposa’” o “papalotlaxcalli”, que se presentaba a los dioses como una ofrenda.
Algunos cronistas como Fray Diego de Durán y Fray Bernardino de Sahagún en sus relatos lo describen como un pan ázimo sin cal (sin levadura) o un pan hecho a base de amaranto y miel de maguey. Con esta mezcla se formaba la imagen de un dios y grandes huesos.
“El papalotlaxcalli era una especie de tortilla en la que se sellaba una mariposa. La imagen era plasmada en la masa en crudo. Se considera que este alimento era la ofrenda a la diosa Cihuapipiltin, la cual se dedicaba a velar por las mujeres que habían fallecido durante el parto”, refiere un artículo de la máxima casa de estudios.
Años más tarde, la manera de elaborar el pan de muerto apareció por primera vez en 1938, en el recetario Repostería Selecta, de Josefina Velázquez de León, pionera de la gastronomía nacional que se encargó de recopilar recetas típicas de diversas comunidades.
Ya para 1951, Gustavo Montoya pintó ‘’Bodegón con panes mexicanos’’, un óleo en donde por primera vez se observa la forma más parecida a la que actualmente conocemos del pan de muerto.
VARIEDADES REGIONALES DEL PAN DE MUERTO
A tenor del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), el equivalente a este pan de temporada, como ahora lo conocemos, sería el “huitlatamalli” que era una especie de tamal. Algunas variedades regionales de este tradicional pan de muerto son:
Guerrero
En las ofrendas se colocan panes llamados camarones, tortas y amargosas, también hay muñecos y pan de figura, adornados con azúcar color solferino.
En la región de Tixtla se elaboran panes conocidos como almas con azúcar, burros con azúcar rosa, conejos y patas de mula, pan bordado. De Chilocachapa, proceden los tlaxcales hechos de maíz en forma de triángulo. Mientras que en Telolapan, se preparan figuras zoomorfas de peces, perros, mariposas que son dedicadas a las niñas, alacranes, conejos, etcétera.
Guanajuato
En Acámbaro se elaboran conejos, mulas, borregos y pan de canela. Las “almas” son panes en forma de figura humana. Los que representan a los adultos son glaseados blancos y al centro un punto de azúcar rosa, y los niños son todos blancos.
HASTA PAN DE PULQUE
Michoacán
El “pan de ofrenda” es elaborado con harina de trigo, levadura de soya, azúcar y sal. La masa cocida lleva su toque creativo: vírgenes, conejos, burros, campesinos, sombreros, campesinas. Panes en forma de flores y calaveras pintadas con los nombres de los difuntos y de los vivos, con refranes y sentencias.
“El pan de hule” se parece al pan de ofrenda, moreno, redondo, brilloso y lleva en la superficie dedicatoria al esposo, al novio o la suegra. Asimismo, hacen un pan llamado rosqueta que está hecho con hojas de plátano, anís y piloncillo.
Oaxaca
Las “regañadas” son panes de pasta hojaldrada que se utilizan en las ofrendas y que representan las animas de personas o animales. Pan de yema de huevo con o sin ajonjolí, hecho de azúcar con acabado de porcelana, que representa la cara del muerto adulto o de niño.
En Tlacolula, elaboran conejos, payasos, pan de cazuela y pan de pulque. En tanto, el “pan de yuca” que es originario de Mayultiaguis, se manda a hacer.
Puebla
Se hacen los “golletes” (roscas adornadas con colores). El “sequillo” que es un mamón seco con un color amarillo yema de huevo.
CÓMO SER UN CATADOR OFICIAL
Con motivo de las celebraciones por el Día de Muertos, el Museo Kaluz, ubicado en la Ciudad de México, llega con su tercer festival de Pan de Muerto que se realizará el 21 y 22 de octubre en la terraza del recinto, en un horario de 10 a 18 horas.
Un total de ocho panaderías presentarán diversas opciones, tradicionales e innovadoras, del pan típico de temporada. El boleto de acceso al evento tiene un costo de 20 pesos por persona y el pasaporte de catador cuesta 120 e incluye la degustación de todas las panaderías participantes, así como el documento para evaluar las variedades.
“En ediciones anteriores del festival, el Museo Kaluz recibió alrededor de 1,200 amantes del pan de muerto. Este año se esperan más de 2,000 visitantes durante el fin de semana”, indica el recinto en un comunicado. N