En las últimas semanas, hemos visto un repunte en las noticias positivas sobre la relación entre China y Estados Unidos, y muchos se preguntan a qué se debe este cambio en la dinámica después de algunos años de confrontación en ambos lados; una de las posibles razones es la nueva realidad global causada por el covid-19 y sus consecuencias, que ha creado nuevas realidades de mercado para ambos países y sus economías interconectadas.
El covid-19 y el masivo gasto para mantener sus economías por parte de muchos de los Estados clientes de China resultaron en presiones inflacionarias que han llevado a una reducción en la demanda de productos fabricados en China. Los consumidores enfrentan una disminución de los ingresos disponibles y un aumento en los costos de sus deudas, especialmente hipotecas y tarjetas de crédito. Lo mismo puede decirse de los gobiernos en todas partes, que se encuentran con un exceso de deuda en sus estados financieros.
El covid-19 también demostró a muchos de los estados clientes de China que no es recomendable poner todas nuestras necesidades de abastecimiento en un solo lugar. Empresas como Apple están trasladando algunas líneas de producción de China a India, y otras grandes compañías están moviendo parte de su producción a sus países de origen. Mientras, Nike, Adidas y Samsung trasladan parte de su producción de China a Vietnam.
¿QUÉ HIZO EL COVID-19 EN CHINA?
De hecho, un asunto que afianzó el control de China sobre Occidente fue la concentración de fabricantes de chips informáticos en China y Taiwán. Con el covid-19 se cerraron casi todas las instalaciones de producción, lo que provocó una enorme escasez que afectó, entre otras, a la industria automovilística mundial.
Esto llevó a la creación de nuevas instalaciones de fabricación de chips en India, Corea del Sur y Estados Unidos continental, rompiendo así el cuasi monopolio de China sobre este producto estratégico. La nueva realidad es la regionalización de la producción de productos estratégicos para que ningún gobierno controle las cadenas de suministro.
Otra nueva realidad es que las fábricas ya no dependen de mano de obra barata, ya que la robótica desempeña un papel importante en la producción de una multitud de productos de alta tecnología. Esto reduce los costos de envío y permite a los clientes gestionar mejor las líneas de suministro. Además, se espera que el proceso de relocalización genere hasta 350,000 empleos a Estados Unidos este año, y muchos más en el futuro.
Entre las empresas que vuelven a su país están General Motors, Intel y US Steel. México está bien ubicado para proporcionar muchos de los servicios de fabricación que China ha ofrecido hasta ahora, y es fácilmente accesible por ferrocarril o camión. Esto evita el alto costo del transporte marítimo, la congestión que enfrentan muchos puertos importantes a lo largo de la costa del Pacífico, el tiempo para que los productos lleguen de la fábrica a los clientes finales y reduce la inversión en inventario.
LA NUEVA REALIDAD DE LOS JÓVENES CHINOS
Otro factor es la contracción del mercado interno de China. La demanda ha disminuido a medida que los consumidores chinos enfrentan retos que no habían visto en décadas. Se estima que el desempleo juvenil se mantendrá alrededor de 20 por ciento este año, y que los graduados universitarios en 2023 tendrán pocas oportunidades laborales por delante.
Esto podría llevar a disturbios civiles. Los jóvenes chinos de hoy nunca han pasado por muchas de las dificultades de la historia reciente de China. Nacieron en una economía próspera que parecía crecer año tras año. Muchos de ellos tampoco entienden la decisión del presidente Xi en el último Congreso del Partido de volver a una pureza ideológica que muchos pensaban que había terminado con Deng Xiaoping.
El presidente Xi parece estar desconectado de esta generación, cuyas expectativas tienen poco en común con el pensamiento de Mao o Xi, y su visión del futuro es muy diferente de la clase gobernante actual. Están bien educados, han viajado mucho y están familiarizados con la cultura occidental.
Un tercer factor es una cuestión de actitudes. Durante años, China se sintió cada vez más confiada con Occidente, cómoda con la dependencia occidental de su base industrial para los bienes de consumo buscados por sus ciudadanos y su sistema bancario dependiente de las enormes tenencias de deuda estadounidense de China.
CHINA ES MÁS VULNERABLE
El gobierno de Estados Unidos mantuvo una línea cuidadosa dadas las posibles consecuencias de acorralar a China bajo esas condiciones. Pero ahora, China es más vulnerable y su arrogancia puede diluirse en una relación más igualitaria con Estados Unidos.
De hecho, la economía estadounidense es más fuerte ahora de lo que lo ha sido en muchos años y Estados Unidos puede presionar fácilmente a China en cuestiones comerciales.
Sin embargo, y por fortuna, ambos países parecen preferir el diálogo en lugar de la confrontación. Las recientes visitas a China del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, me hacen creer que este diálogo ha comenzado y podría continuar.
Ambos países parecen entender que su compleja interdependencia económica debe gestionarse por separado de su relación política y diplomática. La realidad, en lugar de la visceralidad, debe ser el enfoque principal si ambas naciones quieren prosperar y fortalecer la economía global. N
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Eduardo del Buey es diplomático, internacionalista, catedrático y experto en comunicaciones internacionales. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.