En China, con hospitales desbordados por la peor ola de covid-19 en la historia del país, los médicos contagiados trabajan sin descanso para curar a los ancianos. Tres años después de la aparición de los primeros casos de coronavirus en Wuhan, esta ola surge después de que se levantaron la mayoría de las restricciones sanitarias.
Las autoridades han llegado a admitir que ahora es “imposible” determinar el alcance de la epidemia, ya que las pruebas de detección han dejado de ser obligatorias y los datos son parciales. En poco tiempo, el sistema sanitario se ha visto desbordado, las farmacias se han apresurado a abastecerse de medicamentos contra la fiebre y los crematorios tienen dificultades por la afluencia de cadáveres.
En el hospital de Nankai, en la ciudad portuaria de Tianjin, a 140 kilómetros de Pekín, la AFP contabilizó unos 20 pacientes ancianos en camillas en la sala de urgencias. La mayoría de ellos recibían medicación por vía intravenosa, mientras que otros presentaban dificultades respiratorias. Algunos parecían estar en parte o totalmente inconscientes.
“Todos tienen covid”, declaró un médico a la AFP, mientras uno de sus colegas se lamentaba de la falta de camas disponibles. Los servicios de urgencias están más abarrotados de lo habitual “debido a la epidemia”, afirmó otro médico, que, pese a haber dado positivo por coronavirus, tuvo que seguir trabajando, como “casi todos” los demás equipos médicos.
MÉDICOS ATIENDEN A 30 PACIENTES DE COVID-19 AL MISMO TIEMPO
A pesar de la importante oleada de infecciones, las autoridades sanitarias chinas dejaron de publicar diariamente las cifras de covid. Además, el gobierno puso fin a las pruebas generalizadas y decidió cambiar la definición de muerte por coronavirus.
En un departamento específico para pacientes con fiebre, médicos con trajes protectores integrales trataban de atender a unos treinta pacientes al mismo tiempo, la mayoría personas mayores. Desde su cama, una señora gemía. “Intente no moverse demasiado”, le susurró un hombre.
En medio del flujo constante de ambulancias, un hombre, también viejo y que afirmaba haber dado positivo al covid-19, se acercó a la entrada del hospital. “Hay cuatro horas de espera para ver a un médico”, le dijo un cuidador, que calculó que ya había unas “300 personas” esperando a ser atendidas.
Estas escenas distan mucho de ser casos aislados. La AFP constató situaciones similares en Shanghái, la capital económica, pero también en Chongqing, una enorme metrópolis del suroeste de China donde la afluencia de pacientes también está poniendo a prueba el sistema sanitario. N