DE POLÍTICA Y ALGO MÁS
A las polémicas reformas constitucionales impulsadas desde el gobierno que se han venido dando en los últimos meses en México se suma a la lista una que seguramente acaparará los reflectores: la reforma electoral. Esta tiene vistas de poner en escrutinio al INE y a sus consejeros y darle un baño de austeridad republicana al organismo, lo que da pie a malpensar que pudiera ser una estrategia para debilitarlo. Ante la inminente reforma electoral en ciernes, la oposición prepara una propuesta que sería la moneda de cambio para ceder en las negociaciones. Esta reforma tendría un fuerte impacto en las elecciones presidenciales y cambiaría de fondo la forma en que se desarrollan las votaciones en nuestro país. Lo que la oposición y, más en concreto el PAN, quiere llevar a la realidad es la segunda vuelta electoral.
La segunda vuelta electoral tiene como principio que se establezca un mínimo de votación porcentual al 50 por ciento más 1 para decantar a un ganador en las elecciones. Y, en caso de que no se llegue a dicha cifra, se convoque a otra elección inmediata con una fecha determinada, “la segunda vuelta”, con los dos candidatos que se disputen el primer lugar. Un mano a mano.
Para dar perspectiva de lo que significa el ganar una elección con el 50 por ciento más 1 vale la pena asomarse a los resultados porcentuales de las elecciones presidenciales en la historia contemporánea de México. Fox llegó al poder al vencer con el 42.72 por ciento de la preferencia electoral. Felipe Calderón ganó por una diferencia del 0.56 por ciento en una elección que hasta la fecha es cuestionada. Enrique Peña Nieto llegó con el 38.21 por ciento de las preferencias. Y Andrés Manuel López Obrador ganó con el 53.19 por ciento en 2018.
BONDADES DE LA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL
Por ello, de las últimas cuatro elecciones en tres se hubiera requerido de una segunda vuelta electoral si existiera dicha figura constitucional. Ello demuestra lo complejo que es que un candidato logre ganar con la aprobación del 50 por ciento más 1.
Una de las bondades incuestionables que tiene la segunda vuelta electoral es que el candidato que resulte vencedor sin lugar a dudas llega al gobierno con mayor aceptación y legitimidad democrática y política, por lo que esta reforma puede ayudar a tener elecciones menos cuestionadas.
Asimismo, el que exista un “cara a cara” entre los dos principales candidatos da pauta a que se gesten alianzas electorales entre los partidos que quedaron fuera de la contienda y escojan un bando para tener representatividad y aportar su capital político para ayudarle a conseguir el triunfo en la segunda vuelta. Y, así, se originen gobiernos de coalición que mediante acuerdos y negociaciones sirven para generar cierto contrapeso en el que resulte ganador.
Habrá que estar atentos a la discusión que con seguridad se dará en los próximos meses. La propuesta es sin lugar a dudas trascendente, ya que la segunda vuelta le es muy incómoda al partido que gobierne (cualquiera que sea), pues se da más posibilidad de competencia a la oposición al llevar al terreno de la polarización y el contraste solo dos candidatos y se cambia de fondo la dinámica electoral. N
—∞—
Carlos Jiménez Rodríguez, liberal, librepensador, licenciado en cine y televisión, maestro en administración pública, columnista, se ha desempeñado como servidor público en la Ciudad de México y como asesor legislativo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.