Esconder la toalla femenina en el suéter, revisar la ropa constantemente para ver si no hay alguna mancha, usar el suéter en la cadera para tapar la falda, ir al baño y quitar lo más silenciosamente posible la toalla sanitaria para que nadie se dé cuenta de que se está menstruando son solo algunas de las acciones que las mujeres y personas menstruantes realizan cotidianamente porque la sangre menstrual continúa percibiéndose como un suceso vergonzoso que hay que ocultar.
La menarquia, o primera menstruación, aparece en promedio a los 15 años de edad, y la menopausia llega a los 50, eso significa que una mujer puede menstruar por lo menos unos 35 años, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, el estigma social que hay sobre este proceso biológico provoca que las mujeres y personas menstruantes no observen su cuerpo, por lo que desconocen las variaciones tanto en color, abundancia, olor e incluso síntomas que se padezcan durante el sangrado de su periodo menstrual.
Dicho desconocimiento sobre el cuerpo tiene como consecuencia no percibir los signos de salud que puede indicar la sangre menstrual.
La sangre menstrual varía en su color durante el ciclo. Por ejemplo, rojo brillante indica que está fresca y no tiene dificultades para salir, pero si este color se presenta entre ciclos podría ser un indicador de una infección.
Y algunas veces el color marrón oscuro se da durante los primeros o últimos días del periodo, lo que indica que es sangre que se ha tardado más en salir del útero.
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“Hay muchas maneras de observar la menstruación: la podemos oler, podemos ver su fluidez, su textura, si es ligera, si viene con coágulos, también si viene con dolores, si viene escasa o es demasiado abundante”, explica Pamela Ballesteros, educadora menstrual que se ha especializado desde la herbolaria, así como en el acompañamiento médico. “Yo cuento con la asesoría de un médico en torno a estos temas, y esos son indicadores visibles para nosotras conocer nuestra condición de salud”.
La menstruación tiene que ver también con la alimentación, con el contexto psicoemocional y con el nivel de estrés y ansiedad, abunda: “Hablando desde la medicina tradicional, todo el cuerpo absorbe las condiciones ambientales, nuestro nivel de estrés, nuestra alimentación, entonces, todo esto siempre va a estar manifestado en la menstruación. Esta es una huella, un signo de salud, y en cuanto se presenta con anomalías o tenga variaciones en su olor o en su periodicidad nos refleja que algo pasa internamente”.
Para Ballesteros, quien es educadora y acompañante menstrual certificada en herbolaria por la Universidad de Chapingo, la información sobre el color de la menstruación es útil, pero funciona como forma de homogeneizar los cuerpos y sus procesos. Por ello, desde su conocimiento, piensa que lo más importante es que las mujeres y personas menstruantes sean capaces de conocer, explorar, mirar y descubrir su cuerpo, así como ser conscientes de su periodo y variaciones.
EL ESTIGMA DE LA MENSTRUACIÓN
Cuenta al respecto: “Entonces es mucho más que solo ver el color, se trata de entender primero nuestro ciclo menstrual, cómo es. Hay mujeres que tienen un periodo más corto y otras que tienen uno más largo, y eso no significa que para ellas no sea un ciclo normal. Entonces yo este tema lo ampliaría hacia el hecho de que hay muchos más signos que se pueden ver en nuestra menstruación”.
De acuerdo, con la educadora menstrual, la razón principal por la cual las mujeres y las personas menstruantes no conocen las características de su periodo y no son capaces de identificar variaciones es por la estigmatización que hay alrededor de menstruar, así como de mirar y explorar el cuerpo.
Ballesteros añade: “Creo que, para poder cambiar hacia una mirada sin prejuicios sobre la menstruación, en primer lugar, desde el entorno escolar y educativo, es necesario brindar una amplia educación sexual y reproductiva en donde realmente se les diga a las niñas cómo son sus órganos, cómo son sus sistemas reproductivos, cómo es el útero, qué es ovular.
“Yo recuerdo que cuando era niña solo nos enseñaban que menstruar era sangrar cinco días, pero nunca nos enseñaron que es un ciclo mucho más amplio que transita por cuatro fases y que en cada una existen hormonas, cambios físicos, incluso cambios emocionales. Así que yo creo que una educación integral que presente toda la complejidad y todo el ciclo en su unidad sería lo indicado. Y no solo en la escuela, sino desde casa también es importante tratar estos temas desde la naturalidad”.
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La industria farmacéutica ofrece infinidad de opciones para la gestión menstrual. Sin embargo, Ballesteros indica que esta industria, en búsqueda de obtener ganancias, no promueve el uso de productos de gestión menstrual amables con el cuerpo y el medioambiente: “Y en el caso de la publicidad, siempre nos presenta modelos y cuerpos menstruales muy idealizados que no nos representan. Sin embargo, comienzan a cambiar un poco sus discursos, antes representaban la sangre de color azul y ahora ya lo hacen con la sangre menstrual roja normal, ya se habla también de salud vaginal, de fluidos vaginales”.
Por ello, la copa menstrual parece ser una opción importante para reconocer los cambios durante la menarca. Según la revista Lancet Public Health, el 70 por ciento de quienes han utilizado una copa menstrual aseguraron preferirla en comparación con productos para la menstruación por el conocimiento de su cuerpo.
Empero, el uso de la copa menstrual no es accesible para todas las mujeres y personas menstruantes, como indica Anahí Rodríguez, vocera del movimiento #MenstruaciónDignaMéxico: “El tema con la copa menstrual es la falta de accesibilidad desde lo económico porque es un gasto bastante considerable, y si bien te dura unos años más, comprar una copa o dos es un gasto bastante elevado”.
Por otro lado, añade Rodríguez, “la copa no está en venta en muchos lados, como sería el caso de las toallas o tampones, que podemos adquirir en cualquier tienda de autoservicio. También hay falta de información sobre la copa y esto tiene que ver con lo que se conoce con pobreza menstrual, que es la falta de acceso a la información, a los productos de gestión menstrual, a la infraestructura y a la gestión de residuos”.
MENSTRUACIÓN COMO TEMA DE DESIGUALDAD
Otras dificultades con este producto es que su venta, al darse por internet, necesita de una tarjeta de crédito o débito para adquirirla, además de que su uso implica tener servicio de drenaje, contar con agua potable, así como electricidad, pues la copa menstrual necesita hervirse.
Por ello, Anahí Rodríguez menciona que, si bien es importante pensar en el medioambiente, no se puede generalizar el uso de la copa: “Las personas privadas de su libertad o en situación de calle no tienen dónde hervirla y por eso es difícil pensar que una copa les pueda funcionar. Además, también hay que entender que la copa requiere de mucho autoconocimiento, y todavía el tocarte, el medirte, está muy estigmatizado. Incluso el ver nuestra vagina es complicado y no todas las mujeres o personas menstruantes están dispuestas a dar ese paso”.
La menstruación continúa siendo un tema de desigualdad, pues, de acuerdo con datos de la Unicef, cuatro de cada diez niñas prefieren no asistir a la escuela cuando están menstruando debido a diferentes causas, ya sea que no tienen acceso a los productos de gestión menstrual o porque las condiciones de sus escuelas no son las adecuadas.
Además, según añade Rodríguez, “tenemos dolores menstruales que llegan a ser tan fuertes que de verdad nos incapacitan. Y en un trabajo es difícil que te den el día porque se piensa que los cólicos son un dolor que todas las mujeres tenemos que aguantar siempre. Y eso viene desde la educación primaria porque no tenemos una educación de calidad, aguantamos muchos dolores y después las cosas pueden complicarse con otras enfermedades”.
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#MenstruaciónDignaMéxico es un colectivo conformado por asociaciones de la sociedad civil como Fundar, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, Romper la Regla y el Instituto de Estudios sobre Desigualdad, entre otros. Tiene como objetivo promover desde el espacio público una menstruación digna. Su esfuerzo coordinado para la movilización política tuvo como resultado que, el pasado 27 de octubre, el Senado de México aprobara la eliminación del IVA para productos de gestión menstrual.
Anahí Rodríguez menciona que el desaparecer el IVA es una cuestión de justicia, pues “no hay un producto similar que los hombres necesiten cada mes para poder llevar cuatro décadas de su vida. Entonces, quitar el IVA es también quitar esa discriminación y empezar a meter la perspectiva de género de una manera transversal en distintos contextos”.
Sin embargo, según dice la vocera de #MenstruaciónDignaMéxico, esta acción es insuficiente para una igualdad sustantiva, por ello el colectivo seguirá su camino hasta lograr la gratuidad total de los productos de gestión menstrual.
“Para que las personas en situación de calle, las personas migrantes o las personas en cualquier situación o contexto puedan acercarse a un centro de salud y se le den gratuitamente. Si ya se dan condones gratuitos, por qué no pensar en que las toallas, tampones o copas también se den gratuitamente para todas las personas menstruantes”, concluye. N