EL CORAZÓN también está en riesgo de sufrir infecciones, esto devenido de dos posibilidades. La primera es padecer endocarditis bacteriana, la cual, según la doctora Jenniffer Swain, cardióloga clínica y ecocardiografista de adultos del Hospital Español de México, se presenta cuando un agente infeccioso, que generalmente es una bacteria, ingresa en la circulación sanguínea y se establece en el recubrimiento interno de algunas regiones del corazón, como las válvulas cardiacas que se encuentran enfermas o dañadas.
La segunda posibilidad es cuando se sufre alguna infección, por ejemplo, en vías urinarias o respiratorias, y esto provoca inflamación de partes del corazón, lo que causa paros cardiacos o embolias.
Sobre la endocarditis, la cardióloga Swain nos dice: “Se produce cuando una bacteria en boca, piel, vías respiratorias o urinarias llega a través de la circulación sanguínea, se instala y crece en el tejido endocárdico, ocasionando su destrucción. Cuando esto ocurre puede provocarse insuficiencia cardiaca aguda. En otros casos puede afectar el sistema de conducción eléctrica del corazón, ocasionando bloqueos. Y también puede favorecer la formación de coágulos, que causan embolias cerebrales”.
La forma en que podemos adquirir estas bacterias es a través de una mala higiene dental o después de procedimientos dentales, en dispositivos intracardiacos como marcapasos o desfibriladores o encontrarse en prótesis valvulares, por infecciones crónicas de la piel o uso de drogas intravenosas.
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La doctora del Hospital Español dice que uno de los primeros indicios para el diagnóstico de esta infección es la fiebre como síntoma principal, la cual puede acompañarse de escalofríos, dolor de huesos y articulaciones.
En casos severos se produce falta de aire y retención de líquidos. Además, en pacientes con soplos de corazón anteriormente identificados pueden verse intensificados o la adquisición de nuevos.
La forma de diagnosticarlo definitivamente, de acuerdo con Swain, es a través de un electrocardiograma o ultrasonido cardiaco. “Éste puede realizarse con una sonda de ultrasonido colocada en el pecho del paciente, aunque en algunos casos se requiere hacerlo con una sonda a través del esófago”, cuenta la doctora. “Por medio de este estudio, se pueden observar masas llamadas vegetaciones en las válvulas, que corresponden al acumulo de las bacterias”.
El tratamiento depende de la gravedad del cuadro. En todos los casos se requiere antibiótico vía intravenosa, específicamente dirigido al agente causal. En casos graves es necesario hacer cirugía para cambiar la válvula afectada.
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Quienes están en mayor riesgo de padecer una infección de esta índole son: pacientes con malformaciones cardiacas congénitas (de nacimiento), adultos con antecedente de cirugía cardiaca, cuando hay depósitos de calcio en las válvulas y usuarios de drogas intravenosas.
Así, la prevención para este tipo de pacientes es pedir al doctor un antibiótico previo a procesos quirúrgicos y dentales.
La recomendación general de la cardióloga Jenniffer Swain es mantener una buena higiene bucal en todo momento.
Si bien la endocarditis bacteriana es la única infección del corazón por definición, se ha encontrado que cuando se sufre alguna otra infección, por ejemplo, el covid-19, también puede afectarse el sistema circulatorio.
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El Dr. Moritz C. Wyler von Ballmoos, cirujano cardiotorácico del Hospital Houston Methodist, explica a ese respecto: “Las infecciones aumentan el riesgo de que la placa de grasa acumulada en los vasos sanguíneos se rompa, provocando un ataque cardiaco o un derrame cerebral”.
Un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association da cuenta de que muchas personas que murieron de covid-19 habían formado coágulos de sangre en todo el cuerpo, incluso en los vasos sanguíneos más pequeños. Esta coagulación inusual puede causar múltiples complicaciones, que incluyen un ataque cardiaco y un derrame cerebral.
No solo eso, sino que se relacionó las infecciones, como la neumonía y las infecciones del tracto urinario, con un mayor riesgo de sufrir un ataque cardiaco o un derrame cerebral en los siguientes tres meses.
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De acuerdo con el Dr. Moritz C. Wyle, lo anterior sucede porque el cuerpo manda señales al sistema inmunológico para que se envíen células que combatan la infección; sin embargo, la producción de glóbulos blancos para ayudar a combatirla es un proceso que aumenta la adherencia de las plaquetas.
Esto puede conducir a la formación de coágulos de sangre que podrían bloquear el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro, aumentando el riesgo de un ataque cardiaco o un derrame cerebral.
Por ello, menciona Moritz, la forma más eficaz de evitar esta inflamación devenida de una infección es que las personas que sufren asma, enfermedades cardiacas y diabetes estén monitoreando su salud, así como controlar su condición de salud para evitar infecciones. N