Los científicos prueban nuevos medicamentos antivirales. Pero no estarán listos a tiempo para la actual ola de casos.
EN UN PAÍS como Estados Unidos, las infecciones del covid-19 han aumentado en estados republicanos, donde muchos gobernadores se han opuesto a los cubrebocas obligatorios y la opinión contraria a la vacuna es muy alta. La batalla política más reciente es por las medicinas usadas para tratar a los miles de pacientes que están abarrotando las salas de emergencia y las unidades de cuidado intensivo.
Ron DeSantis, gobernador de Florida, le atribuye una reducción del 60 por ciento en las admisiones hospitalarias por el covid-19 al éxito de los anticuerpos monoclonales, un tratamiento antiviral para personas que se consideran en alto riesgo de padecer la enfermedad grave. La gente ha corrido en masa para recibir el tratamiento desde que los estados ampliaron su acceso, y se vio un aumento significativo en las órdenes en Alabama, Misisipi, Georgia y otros estados con bajas tasas de infección; solo siete estados suman el 70 por ciento de las órdenes. Para prevenir una escasez potencial, el Departamento de Salud y Recursos Humanos (HHS) le puso un límite temporal a la cantidad que pueden ordenar los proveedores.
Ello propició que DeSantis criticara al presidente Joe Biden por restringir el acceso de su estado al medicamento. La Casa Blanca dice que solo está preocupada porque la distribución de los medicamentos sea equitativa entre los estados que los necesitan. Biden acusó a DeSantis de “politiquear” con la seguridad pública.
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Las vacunas siguen siendo con mucho la mejor opción para prevenir el covid-19. Pero es demasiado tarde para aquellos renuentes a la inoculación que ahora abarrotan los hospitales. Para ellos, los medicamentos antivirales son la mejor opción para detener en seco al covid-19, sobre todo en aquellos pacientes con síntomas graves. Aun cuando millones de personas son renuentes a recibir las inyecciones contra el covid-19, al parecer están ansiosas por probar los medicamentos para tratarse, incluso aquellos dudosos como la hidroxicloroquina, el medicamento contra la malaria promovido por el presidente Donald Trump, y medicamentos no probados como la ivermectina, una medicina milagrosa para tratar parásitos en personas y animales, pero que no ha sido aprobada como un tratamiento para el covid-19.
No obstante, la ivermectina ha resultado ser tan popular, que los veterinarios han tenido problemas para conseguir el medicamento para tratar a los caballos. La moda empezó cuando se mostró que la ivermectina inhibía la capacidad de reproducirse del SARS-CoV-2, el virus que provoca el covid-19. Pero el efecto fue observado en células humanas cultivadas en cajas de Petri y en concentraciones lo suficientemente altas para dañar al cuerpo humano. Los ensayos clínicos han dado resultados mixtos y muchos han estado plagados de datos de mala calidad. Dado que muchos de los estudios se llevaron a cabo fuera de Estados Unidos sin supervisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), “en realidad no tenemos manera de confirmar si los resultados reportados en esos ensayos son reales o no”, dijo el Dr. John Farley, director de la oficina de la FDA de enfermedades infecciosas en el Centro de Evaluación de Medicamentos y la Oficina de Investigación de Nuevos Medicamentos, en una entrevista con la Asociación Médica Estadounidense.
Los médicos tienen algunas opciones confiables de tratamiento para los pacientes con el covid-19, pero están limitados en su duración y efectividad, amén de ser costosos y de requerir tiempo para administrarse. Los científicos están desarrollando terapias nuevas que son muy prometedoras —especialmente una píldora antiviral—, pero no estarán listas a tiempo para ayudar a los pacientes que ya abarrotan los hospitales en Virginia Occidental, Alabama, Tennessee y otras ciudades del mundo donde relativamente pocas personas han sido vacunadas.
“Pienso que eso es importante, porque he tenido muchísimos pacientes que piensan que hay muchísimos medicamentos y ese mensaje podría hacer que la gente se arriesgue un poco”, dice el Dr. Adarsh Bhimraj, un médico del departamento de enfermedades infecciosas de la Clínica Cleveland. “Nuestros tratamientos no son tan buenos”.
El medicamento más usado para combatir los peores efectos del covid-19 es la dexametasona, el esteroide que tomó Trump cuando fue llevado en avión al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed en octubre de 2020. Es la herramienta más importante que tienen los médicos para los enfermos de gravedad y el único tratamiento que ha mostrado disminuir la mortandad. Pero la dexametasona solo es útil en pacientes que ya tienen tanto problema para respirar que requieren de oxígeno suplementario, momento en el cual el riesgo de morir a causa del covid-19 es más alto que el de aquellos admitidos en el hospital con niveles normales de oxígeno en la sangre.
La siguiente herramienta más importante es el Remdesivir, el único antiviral aprobado por la FDA para tratar el covid-19. Este ha mostrado ciertos beneficios al reducir ligeramente la estadía promedio en el hospital, pero es ineficaz si se administra demasiado tarde y solo se puede dar por cinco o diez días, dependiendo del ciclo del tratamiento. Para entonces, la carga viral de una persona ha disminuido considerablemente, haciendo ineficaz al Remdesivir. Después de ello, a los médicos solo les queda manejar las ramificaciones del covid-19, usualmente con dexametasona y oxígeno.
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“Después de esos diez días, incluso si el paciente todavía está enfermo de gravedad, ya no es el virus lo que provoca la enfermedad, es la incapacidad de la inflamación del paciente de desaparecer”, explica el Dr. Panagis Galiatsatos, un médico pulmonar y profesor en la Universidad Johns Hopkins. “Ya se apagó el cerillo, pero los incendios resultantes continúan”.
Los médicos también están optando por los tratamientos con anticuerpos monoclonales, de los cuales los estudios han mostrado que tienen una efectividad del 70 por ciento en reducir las hospitalizaciones. Los anticuerpos actúan de la misma manera que aquellos producidos naturalmente por el cuerpo humano después de una infección o inoculación, dando protección contra el virus. El tratamiento de Regeneron se ha vuelto popular en Florida y otros estados. Aun cuando su uso solo está aprobado en pacientes que son considerados de “alto riesgo”, esto incluye más de 179 millones de estadounidenses.
Los anticuerpos monoclonales, que nunca se pensaron para usarse en lugar de una vacuna, han ayudado a reducir la carga de los hospitales. Pero requieren de tiempo y su administración es costosa. Se administran de manera intravenosa (o como múltiples inyecciones si no es posible una infusión intravenosa), lo cual requiere que lo lleve a cabo un profesional de salud y puede tomar varias horas. El tratamiento también es 52 veces más costoso que la vacuna de Pfizer aprobada por la FDA y no hace nada para reducir la propagación del virus.
Los actuales tratamientos antivirales y de anticuerpos monoclonales no han podido acabar con el atascadero de pacientes que abruman muchas salas de emergencias y unidades de cuidados intensivos, donde una estadía típica por el covid-19 puede extenderse por semanas.
El santo grial de los antivirales para el covid-19 sería una píldora diaria que se pudiera recetar a pacientes ambulatorios y administrarse en las primeras etapas de la enfermedad. Tres compañías importantes —Pfizer, Merck y Roche— llevan a cabo ensayos clínicos de medicamentos orales que previenen la enfermedad grave al impedir que el virus se reproduzca.
“Cuando entramos en modo de crisis en los hospitales, nuestra capacidad para cuidar de los pacientes impactará los resultados sin importar qué medicamentos tengamos”, dice el Dr. Bhimraj. “Por ello me gusta la idea de una píldora que pudieras tomar temprano en tu casa para que la gente no progrese al grado de que necesite la hospitalización. Esa es un área prometedora”.
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El problema con una píldora antiviral es que todavía está en ensayos clínicos y posiblemente no se distribuya durante muchos meses más. Estados Unidos ha aceptado gastar 1,200 millones de dólares en la píldora de dos veces al día de Merck para tratar a 1.7 millones de personas, siempre y cuando sea avalada por la FDA. Pero ese aval podría tardar meses y darse demasiado tarde para ayudar a contener la ola actual de casos.
Aun así, los antivirales orales podrían ser útiles en la batalla en curso contra el covid-19, la cual parece que continuará en 2022 y tal vez en 2023. Los investigadores llevan a cabo ensayos clínicos para determinar si los antivirales orales se pueden usar para prevenir que alguien contraiga el covid-19 después de estar expuesto. Una píldora profiláctica le daría a la gente una protección inmediata, lo cual sería importante para ayudar a la gente que no puede ser inoculada por razones médicas o no desarrolla los anticuerpos necesarios para combatir el covid-19 después de ser vacunada.
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Al contrario de las vacunas, las píldoras son fáciles de almacenar, transportar y administrar. También serían los primeros tratamientos que no requerirían ser administrados por un proveedor de atención médica. “Los antivirales orales podrían en verdad cambiar la situación en términos de cómo tratamos y manejamos el covid-19 en un marco de paciente ambulatorio”, comenta el Dr. Andrew Bradley, director del Cuerpo Especial para el Coronavirus de la Clínica Mayo. “Con suerte, ello también ayudaría a disminuir la carga y necesidad de atender a la gente en camas de hospital”.
Por supuesto, incluso una píldora antiviral posiblemente no sea tan efectiva para protegerse contra el covid-19 como las vacunas que ya tenemos a la mano. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek