NO SE PUEDEN PASAR DE LARGO los enormes círculos amarillos, pintados en caminos, paredes y techos, en este diminuto caserío del Japón rural. Radian hacia fuera, como si señalizaran un objetivo, pero ¿un objetivo para quién? Para los amantes del arte, según parece. En vez de las predecibles paredes blancas de una galería citadina, este festival de arte contemporáneo, que se inauguró el 4 de junio, está usando un rincón remoto de la prefectura de Nagano como su telón de fondo.
El inaugural Festival de Artes de los Alpes Japoneses exhibe 36 obras de arte dispersadas alrededor de 565 kilómetros cuadrados a orillas de lagos, centros vacacionales de aguas termales, bosques montañosos y edificios abandonados. Las obras incluyen el interior blanco y curvado de una vieja casa en la cima de una montaña hecho por el colectivo japonés Mé; una tienda antigua llena de esculturas abstractas de origami blanco hechas por Tomoko Fuse; un teatro experiencial en el bosque hecho por la artista finlandesa Maaria Wirkkala y, por supuesto, este caserío pintado de amarillo. Cubriendo las fachadas de dos edificios vacíos con pintura brillante, creando una especie de pintura en 3-D, es la manera en que el artista suizo Felice Varini resaltó la disminución demográfica de una diminuta comunidad de cinco casas.
Una serie de otros eventos se dará durante el periodo de 57 días del festival, incluida una actuación del pianista de jazz Yosuke Yamashita. Akira Minagawa, el diseñador detrás de la marca japonesa Mina Perhonen, ha creado diseños inspirados en la naturaleza para productos del festival como bolsas y camisetas. Pero el enfoque es la revitalización, como lo concibió el director del festival, Fram Kitagawa, de la Galería Frente Artístico de Tokio, el hombre quien creó la plantilla global para apoyar a las comunidades rurales en declive con arte, primero con el Festival Internacional de Arte de Setouchi y luego con la Trienal de Arte Echigo-Tsumari, el festival de arte al aire libre más grande del mundo, celebrado en la prefectura de Niigata. “Creo que los lugares más remotos y desafiantes pueden ser transformados por el arte”, dice Kitagawa. “Se dispara una reacción química, y esto ayuda a convertirlos en los lugares más interesantes”. Más bien como pintar una brillante diana amarilla en una vieja casa de madera.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek