Por: Zach Schonfeld
EL 27 DE JULIO DE 1959, Thelonious Monk entró en el penthouse del Nola Recording Studio, ubicado en la calle 57 Oeste de Manhattan. Llevaba un sombrero muy extraño. Era algo que ocurría con frecuencia: el enigmático pianista de jazz era famoso por sus capuchas de borla, sus sombreros de fieltro, sus gorros de piel e, incluso, sus solideos —esta prenda, un regalo de Guy Warren, pionero ghanés del afrojazz, era particularmente distintiva: grande y redonda, como “una especie de extraña y modernista pantalla para lámpara”, como la describió el trompetista Humphrey Lyttelton—. Monk todavía la llevaba, según revelan las fotografías, cuando se sentó al piano aquel día para grabar la música para la banda sonora de la película francesa Les Liaisons Dangereuses (Relaciones peligrosas), una picante adaptación de la novela de Pierre Choderlos de Laclos dirigida por Roger Vadim.
Monk también usaba muchos sombreros en sentido figurado: compositor, pianista, líder de su banda, excéntrico icono del estilo y, durante ese breve momento, compositor de música para películas. Les Liaisons Dangereuses fue la única película para la que Monk compondría la banda sonora. Su música, nada convencional y disonante, contribuyó a establecer el estado de ánimo seductor y escandaloso de la película. Y estuvo a punto de no suceder.
EN LA LATA: Monk se toma un descanso durante una grabación,
con su esposa, Nellie Smith, extremo izquierdo, y la baronesa Nica de Koenigswarter,
amiga íntima y mecenas. FOTO:
ARNAUD BOUBET PRIVATE COLLECTION
Monk había estado grabando desde 1944 sin mucho éxito: aunque eran muy apreciadas por sus colegas, sus composiciones más características eran consideradas “difíciles” por el orden establecido. Pero su suerte comenzó a mejorar a finales de 1956, gracias en gran medida a su álbum Brilliant Corners y a un trabajo, ahora legendario, como artista de la casa en el Five Spot Cafe de Nueva York. Su buena estrella duró poco: este impulso tuvo un violento fin el 15 de octubre de 1958, en Wilmington, Delaware, con un arresto por posesión de drogas y una cruel golpiza propinada por policías. Monk, que ya había sido arrestado por drogas en una ocasión anterior, perdió su tarjeta de cabarets (lo que significaba que no podía tocar en clubes), lo que lo llevó a una depresión tan profunda que pasó una semana en un manicomio de Massachusetts.
Vadim conoció a Monk a través de Marcel Romano, el supervisor musical de la película. Descrito por The New York Times en 1989 como “un sombrío hipster de la escena francesa del jazz” de la década de 1950, Romano adquirió su reputación contratando artistas para el Club Saint-Germain en París, y produjo bandas sonoras para varias películas de la Nueva Ola francesa, entre ellas, Ascensor para el cadalso, de Louis Malle, con música de Miles Davis. Les Liaisons Dangereuses estaba programada para filmarse en Francia durante el verano de 1959, pero los problemas legales de Monk habían hecho que le resultara imposible viajar, por lo que nunca llegó. Finalmente, Romano volvió a Nueva York para encontrar al músico. Tenía una estricta fecha límite: la banda sonora debería estar completa en apenas cinco días, el 31 de julio.
UNA
SOMBRA SERIA: Durante este periodo, Monk llevaba un sombrero modernista
parecido a la pantalla de una lámpara, prácticamente de día y de noche, e
incluso en la cama.FOTO:
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Encontró a un hombre destrozado. Monk estaba exhausto y nervioso, y apenas fue capaz de firmar el contrato, por no hablar de escribir nuevo material para la película. En lugar de ello, cuando finalmente logró llegar al Nola Studio, acompañado por una banda que incluía a Art Taylor en la batería y a Sam Jones en el bajo, Monk grabó nuevos arreglos de algunas de sus composiciones más conocidas (entre ellas, la pícara balada “Crepuscule With Nellie” [Crepúsculo con Nellie] y la muy versionada “Rhythm-a-Ning”), así como un himno góspel: “una elección irónica para subrayar el tema de seducción e inocencia de la película”, de acuerdo con su biógrafo, Robin Kelley.
De alguna manera, la banda sonora fue realizada en apenas tres noches (quizá debamos dar crédito a ese extraño sombrero; de acuerdo con Kelley, Monk lo usaba todo el tiempo durante ese periodo, incluso en la cama). Un aliviado Romano volvió a París con las grabaciones en su portafolio.
Les Liaisons Dangereuses fue estrenada en el otoño y escandalizó a los censores (una demanda, presentada por la Société des Gens de Lettres [Sociedad de escritores] de Francia afirmaba estar protegiendo la reputación de la novela). En cuanto a la banda sonora, nunca fue publicada en forma de álbum, y rápidamente se perdió en la historia. Monk siguió con su carrera, retirado de la vida pública durante la década de 1970, y murió de un ataque de apoplejía en 1982.
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INÉDITA ARQUEOLOGÍA JAZZÍSTICA
Después del estreno de Les Liaisons Dangereuses (y del no estreno de la banda sonora), Romano conservó las cintas de carrete que llevó de Nueva York a París durante más de cuatro décadas. Años antes de su muerte, en 2007, se las entregó a su amigo Laurent Guenoun, un fanático del jazz y antiguo buzo profesional especializado en filmaciones submarinas, que trabajó en ocasiones con Jacques Cousteau. “Decidió confiarme algo muy especial”, dice Guenoun. “En un momento dado, regresó con un montón de cintas de carrete y una pila de revistas. Las cintas eran las sesiones de grabación de Monk para Les Liaisons Dangereuses. En cuanto a las revistas, era una colección completa de viejos números de Jazz Hot de la década de 1930. Conservé celosamente esos documentos como si fueran tesoros secretos”.
Los años pasaron. En 2014, François Le Xuan, fundador de Saga Jazz (que se especializa en reeditar material antiguo), y su amigo Fred Thomas, fundador de Sam Records, buscaban grabaciones inéditas de Barney Wilen, el mago francés del saxofón que había tocado en Les Liaisons Dangereuses y en la banda de Miles Davis cuando tenía veinte años. Le Xuan había conocido a Guenoun y Romano 15 años antes, cuando Le Xuan trabajaba para Universal Music Jazz France en París. Esperaba que los archivos de Romano pudieran contener grabaciones de Wilen. En lugar de ello, Guenoun sacó una misteriosa cinta con un solo nombre impreso en ella: “Thelonious Monk”.
“Al parecer, provoqué su curiosidad”, dice Guenoun con humildad.
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Le Xuan y Thomas escucharon los siete carretes, suponiendo que contenían una grabación en vivo o una copia de un álbum preexistente. Sin embargo, lo que oyeron fue la sesión para la banda sonora, realizada en julio de 1959, grabaciones que nunca antes habían sido publicadas fuera de la película. Fue una experiencia emotiva. “No dijimos ni una palabra mientras escuchábamos las cintas”, recordó la pareja en una entrevista reciente con Superfly Records. “Teníamos la sensación jubilosa y casi inquietante de estar en la misma sala donde se había realizado la sesión 55 años antes”.
Le Xuan y Thomas decidieron que querían publicar esa música, una tarea que tomaría casi tres años. Ambos hombres se pusieron en contacto primero con Zev Feldman, un productor de jazz que reside en Los Ángeles, quien me dijo que lo han apodado “el Indiana Jones del jazz”. Con esto, parece querer decir que tiene la facilidad de encontrar grabaciones inéditas o históricas (“arqueología jazzística”, le llama), y no que haya combatido a las nazis para recuperar el santo grial aunque, para Feldman, el proyecto de Monk es básicamente un santo grial. “Fue como descubrir una nueva pintura de Van Gogh o una obra maestra de Leonardo da Vinci”, dice. “Realmente estaba en ese nivel”.
Feldman tiene varios empleos, que incluyen dirigir el sello sin fines de lucro Resonance Records que, gracias a sus esfuerzos, ha publicado grabaciones tempranas aclamadas por la crítica de Wes Montgomery y Bill Evans. También es cofundador del sello Elemental Music, con sede en Barcelona, España y, gracias a esa empresa, regresó a la vida 25 grabaciones que habían estado agotadas durante largo tiempo del extinto sello Xanadu, con lo que rescató algunas cintas de una bodega de la Costa Este inundada por el huracán Sandy. Además, es un productor independiente que trabaja con frecuencia con las familias de iconos del jazz fallecidos para garantizar los derechos de grabaciones antiguas. Afirma que todos los días recibe correos electrónicos acerca de cintas que merecen publicarse, pero uno de ellos, recibido en diciembre de 2014, hizo que “los ojos se me salieran de sus órbitas”. Estaba en París, y el correo electrónico, enviado por Thomas que, de alguna manera sabía que estaba en la ciudad, mencionaba grabaciones recién descubiertas de Monk, realizadas en 1959. “No podía creer la idea de que más de medio siglo después, estuviéramos hablando acerca de un álbum de estudio. ¡Y no cualquier grabación, sino un documento de estudio! ¡De Monk!”.
FOTO: ARNAUD BOUBET PRIVATE COLLECTION
Feldman se reunió con Le Xuan y Thomas, y la pareja le pidió que coprodujera el disco. Lo que siguió, declaró Feldman a Newsweek, fue “uno de los viajes más increíbles de mi carrera y, realmente, de toda mi vida”. Al final, dice, “yo solo trataba de no romper nada”.
La primera tarea de Feldman fue ponerse en contacto con los herederos de Monk. T. S. Monk, el hijo de 67 años del difunto pianista, que también se dedica a la música, sabía de la existencia de la banda sonora, pero “no tenía idea de que la grabación estuviera disponible”. Apoyaba al cien por ciento la idea de publicarla.
Los obstáculos legales resultaron ser más difíciles. A finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, Monk había firmado con Riverside Records, que había comprado su primer contrato por 108 dólares con 24 centavos. Pero Riverside ya no existe; las cintas maestras de la empresa fueron adquiridas en 1972 por una empresa llamada Fantasy Records que, a su vez, fue vendida y fusionada con Concord Records.
“Ha sido todo un viaje desentrañar esto”, señala el abogado Steven Reich (sin relación con el compositor minimalista), que administra los derechos internacionales de publicación de música para los herederos de Monk. Tras una larga investigación, averiguó que un abogado anterior de los herederos había llegado a un acuerdo con Concord en el que se establecía que cualesquier grabaciones que no estuvieran en posesión de Concord Records podían ser publicadas libremente.
EN VIVO Y EN DIRECTO: Monk tocando en 1965; a principios de la
década de 1970, había dejado de tocar y vivía recluido. MICHAEL OCHS ARCHIVES/GETTY
“SIMPLEMENTE, TODO EXPLOTÓ”
El 16 de junio, casi 60 años después de que fue grabada, la banda sonora de Les Liaisons Dangereuses será publicada de manera conjunta por Sam Records y Saga Jazz en CD y otros formatos digitales. La extravagante caja de lujo de dos LP incluye un folleto de 56 páginas con fotografías nunca antes publicadas de la sesión y homenajes de autoridades como el historiador de 82 años Alain Tercinet (el segundo disco contiene versiones alternativas de las canciones y algún material adicional, como una pista de “Cómo se grabó”).
El momento es inmejorable: 2017 marca el centenario del natalicio de Monk. Nadie parece más complacido que su hijo, quien dice que, al final de su vida, su padre seguía sin creer que su música fuera comprendida o apreciada. “Es gracioso porque el día anterior a su muerte, en 1982, no había tocado en seis o siete años”, dice T. S. “Yo no diría que fue arrojado al basurero de la historia, pero estaba fuera de la vista de todo el mundo. Sin embargo, el día en que murió, fue como, ¡guau!, en cuanto a lo importante que había sido Thelonious, simplemente todo explotó. De manera lenta pero segura, todo el mundo comienza a aceptar que Thelonious es prácticamente el padre del jazz moderno”.
En décadas recientes, Monk ha sido honrado de manera póstuma con un premio Pulitzer, un Premio Grammy a su carrera artística y una calle en Manhattan bautizada con su nombre. Quizás el mayor elogio sea que su estilo improvisado, angular y abrupto siga siendo inimitable. “Lo más importante del jazz es la capacidad de tocar tu instrumento en una forma que nadie pueda copiar”, dice T. S. “Nunca he oído a ningún otro músico de jazz que pueda tocar y sonar como Thelonious por más de tres malditas notas”.
Cuando se realizó esta grabación, T. S. aún no cumplía diez años. En ese entonces “yo no tenía ni idea, para decirlo brevemente, de quién carajo era mi padre”, dice. “Papá solo hacía lo que papá hacía, pero todo el mundo parecía pensar que era algo extravagante y grandioso”. La gente le decía con frecuencia: “Dentro de cincuenta años la música de tu padre será más grande de lo que es hoy”. A él le parecía difícil de creer. “Cuando eres un niño y alguien te dice: ‘Dentro de cincuenta años…’ Bien podrían haberme dicho dentro de 500 años, yo jamás lo creí”. Ahora “han pasado cincuenta años y él es más grande que nunca. ¡No me mentían!”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek