ORLANDO, Niza, París, Bruselas, Berlín, Wurzburgo, Ansbach, Múnich, Londres y, ahora, Mánchester. El patrón se está volviendo depresivamente familiar. Los cortes noticiosos con borrosas escenas tomadas con teléfonos celulares: peatones paseando por el malecón, compradores disfrutando un mercado navideño, chicos emocionados saliendo de un concierto de música pop. Luego, se produce el tiroteo, un camión arrasa con todo a su paso, o se escucha una fuerte explosión, seguida por el pánico, personas corriendo, cuerpos inertes. En menos de una hora, los políticos salen al aire con una letanía de condenas y condolencias.
Aún más familiar es la descripción de los asesinos: solitarios, inadaptados, miembros de comunidades musulmanas pobres, la mayoría de ellos seguidores del culto a la muerte conocido como el grupo militarista Estado Islámico (EI). Al igual que los atacantes que provocaron un tiroteo en el teatro Bataclan de París en 2015, los bombarderos suicidas que atacaron el aeropuerto de Bruselas seis meses después y los perpetradores de al menos 15 ataques contra Occidente durante los últimos tres años, el bombardero de Mánchester era un joven furioso y alienado, hijo de inmigrantes que había hallado refugio en el Estado Islámico y que decidió ventilar su frustración contra el mundo asesinando inocentes.
Las motivaciones personales de todos estos asesinos suicidas varían: según informes, el bombardero de Mánchester, de 22 años de edad y llamado Salman Ramadan Abedi, cuyos padres emigraron al Reino Unido procedentes de Libia, se sentía furioso por la muerte de un amigo ocurrida el año pasado en lo que interpretó como un crimen antimusulmán. Sin embargo, existe un elemento constante que tiene sumamente preocupadas a las autoridades: los asesinos estaban inspirados por el EI o fueron entrenados profesionalmente por el grupo. Aún peor: mientras los soldados iraquíes y kurdos avanzan contra los bastiones del Estado Islámico en Raqqa, Siria y Mosul, Iraq, los expertos en seguridad occidentales temen que la caída de la organización yihadista provoque una ola de ataques en venganza, causados por miembros dispersos y simpatizantes difíciles de detectar.
Abedi, por ejemplo, había vuelto de Libia unos días antes de detonar una bomba introducida en un recipiente de metal y oculta en una mochila, la cual mató a 22 personas, principalmente niñas pequeñas, en el concierto de Ariana Grande. Es posible que también haya visitado el bastión del Estado Islámico en Siria durante el mismo viaje, aunque el grupo yihadista también mantiene una fuerte presencia en Libia. De cualquier manera, el explosivo que Abedi utilizó en su bomba casera era similar al que se usó en los ataques de Bruselas en 2016, los cuales también fueron organizados por militantes entrenados por el EI.
Es extremadamente poco probable que Abedi haya actuado solo, de acuerdo con analistas sobre terrorismo. “Se me ocurren muy pocos ejemplos en los últimos 15 o 20 años en los que un hombre solo haya construido una bomba y luego la haya usado”, declaró a Newsweek Jason Burke, autor de The New Threat: The Past, Present, and Future of Islamic Militancy (La nueva amenaza: el pasado, el presente y el futuro de la militancia islámica). Días después de la explosión, la policía de Mánchester había arrestado ya a al menos diez sospechosos, entre ellos, hombres que supuestamente habían ayudado a preparar los explosivos caseros en un apartamento alquilado mediante Airbnb, y la policía libia había arrestado al padre y al hermano de Abedi en Trípoli.
INFOGRAFÍA:
NW/NOTICIAS
Las operaciones policiacas muestran que el EI había tenido al Reino Unido en la mira durante algún tiempo. Mohamed Abrini, un belga de ascendencia marroquí involucrado en los ataques de Bruselas y París, fue hallado con fotografías tomadas durante una visita a la región central del Reino Unido que incluyó Mánchester y Birmingham, cuando fue arrestado por la policía belga en abril pasado.
Una de las razones por las que el Reino Unido ha podido evitar un ataque de gran magnitud desde los dos bombarderos suicidas realizados por yihadistas locales y en los que murieron 52 personas en un autobús y en el metro londinense en 2005, ha sido una inteligencia eficaz y la cooperación de los musulmanes británicos. Los servicios de seguridad afirman que han logrado frustrar 18 planes serios desde 2013, y Neil Basu, coordinador nacional de alto nivel de políticas antiterroristas de Scotland Yard, dijo a la prensa en abril que la policía de todo el país estaba “realizando arrestos casi a diario” para prevenir ataques. El 28 de abril, la policía frustró dos planes de ataque en un solo día, disparándole a una sospechosa de sexo femenino durante un dramático arresto realizado en Londres.
“Como dijo Margaret Thatcher, los terroristas solo necesitan tener suerte una vez, mientras que [la policía] necesita tener suerte siempre”, declaró a Newsweek un funcionario de antiterrorismo de alto nivel que asiste periódicamente a sesiones informativas en las Salas de Información de la Oficina del Gabinete (conocidas comúnmente como COBRA, por sus siglas en inglés), el cual habló bajo la condición de anonimato debido a que no está autorizado para hacerlo de manera oficial. “Tenemos buenos elementos en el campo. Mejores relaciones comunitarias quizá que algunos de nuestros colegas continentales… Tenemos buenos socios que nos mantienen informados sobre los análisis de datos”.
En el Reino Unido, la estación de escucha de las Oficinas Generales de Comunicación del Gobierno está estrechamente enlazada con la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la cual, como reveló Edward Snowden, es uno de los líderes mundiales en el espionaje electrónico y en la detección de actividad sospechosa y de palabras detonantes en amplias corrientes de datos. El problema de una red tan grande y sofisticada es que lo mismo detecta peces pequeños que grandes tiburones; Abedi había sido señalado ante la policía como un posible extremista al menos dos años antes de planear su ataque, tras haber sido expulsado de una mezquita local por hablar a favor de la yihad. Sin embargo, mantener a un sospechoso bajo vigilancia es “increíblemente caro y exige un gran trabajo”, señala el funcionario de seguridad. “Es necesario ser selectivo. Hay tipos habladores que son inofensivos. Y también están los tipos callados que salen de la nada y te dan una sorpresa”.
La tan cacareada cooperación de seguridad entre Estados Unidos y el Reino Unido recibió un duro golpe tras el ataque en Mánchester después de que varias fotografías detalladas de la escena del crimen, que la policía británica había compartido con los estadounidenses, fueron filtradas a la prensa estadounidense. La policía de Mánchester anunció que dejaría de compartir rutinariamente información sensible por temor a nuevas filtraciones, aunque las autoridades británicas hicieron énfasis rápidamente en que se trataba de una decisión local que no afectaría la inteligencia estratégica, por lo que el proceso de compartir información fue reiniciado pocos días después.
REUNIR A LOS SOSPECHOSOS: Las autoridades detienen a un hombre en Londres. Es muy poco probable que Abedi, el bombardero de Mánchester, haya actuado solo, dicen analistas de antiterrorismo. FOTO: CARL COURT/GETTY
Sin embargo, de acuerdo con funcionarios rusos, una grieta aún más seria en las defensas británicas es que la cooperación de inteligencia entre Londres y Moscú ha sido suspendida desde que el desertor Alexander Litvinenko fue envenenado en Londres en 2006 por agentes rusos, de acuerdo con una investigación judicial británica. “Ahora que los enlaces están suspendidos, es claro que esto ha hecho que el mundo sea más peligroso para todos nosotros”, declaró a Newsweek Oleg Morozov, miembro del Comité de Asuntos Extranjeros de la Federación de Rusia. “Dimos información a los estadounidenses para advertirles acerca de los hermanos Tsarnaev (que bombardearon el Maratón de Boston en 2013). Pero no confiaron en nuestra información… Mantenemos una estrecha vigilancia sobre el Estado Islámico en Siria y no voy a ocultarte que eliminamos a nuestros ciudadanos que están con este siempre que podemos, porque sabemos que continuarán con su sangriento trabajo si se les permite volver a casa. Pero trabajamos de manera separada con respecto a los estadounidenses y los británicos en la vigilancia del terrorismo… aun cuando enfrentamos a un enemigo común”.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump prometió durante su campaña “trabajar con Putin contra el EI”, pero hasta ahora, la inteligencia compartida entre Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia permanece “congelada”, señala Morozov.
La mayor pregunta planteada por el ataque de Mánchester, y otros como este, es si existe una solución mundial para este tipo de agresiones. Después del más reciente de ellos, Trump pidió que los terroristas y extremistas sean “expulsados de nuestra sociedad para siempre” y dijo que su “perversa ideología debe ser totalmente eliminada”. Sin embargo, desde los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, los estadounidenses han intentado dos distintos enfoques. Poco después del 11/9, el presidente estadounidense George W. Bush declaró una “guerra contra el terrorismo” e invadió países para evitar que los yihadistas pudieran atacar a Estados Unidos, mientras que su sucesor, Barack Obama, evitó invadir países como Siria exactamente por la misma razón.
Ninguna de esas estrategias tuvo éxito. Francia, que se mantuvo fuera de Irak (pero combatió en Libia), ha sufrido un número desproporcionadamente grande de ataques yihadistas, mientras que en el Reino Unido y Estados Unidos han ocurrido relativamente pocos, a pesar de su importante participación en el derrocamiento del hombre fuerte de Irak, Saddam Hussein, y de haber bombardeado Siria, gobernada por el presidente Bashar al Ásad. Hasta ahora, la solución de Trump ha sido intentar prohibir la entrada a Estados Unidos de viajeros procedentes de seis países predominantemente musulmanes, aunque casi todos los ataques ocurridos en Estados Unidos desde el 11/9 han sido perpetrados y planeados desde el interior del país. También ha señalado su solidaridad con monarquías de Oriente Medio como Arabia Saudita, a la que calificó como un “aliado incondicional” contra el terrorismo.
Sin embargo, ninguno de esos enfoques ha cambiado la narrativa adoptada por muchos yihadistas: Occidente está asesinando musulmanes inocentes, por lo que los verdaderos fieles del islam deben contratacar con fuerza. “Ustedes nos están matando… Oprimen a nuestras madres, hijos, hermanos y hermanas en Palestina, Afganistán, Irak y Chechenia”, dijo Shehzad Tanweer, el bombardero de Londres de 2005 en su autodenominado video de “martirio”. Doce años después, Jomana, la hermana menor de Abedi, declaró a The Wall Street Journal que su hermano “vio niños (musulmanes) muriendo por todas partes… Vio los explosivos que Estados Unidos arroja a los niños en Siria, y deseaba vengarse”. La imagen de un Occidente cruzado e islamofóbico sigue siendo un elemento constante en la propaganda del Estado Islámico, independientemente de los hechos.
LUCHAR DESDE DENTRO: Una estrecha relación entre las autoridades y los musulmanes británicos ha contribuido a frustrar ataques. Sin embargo, el EI se ha enfocado en comunidades específicas como la de Abedi para obtener nuevos miembros. FOTO: CHRISTOPHER FURLONG/GETTY
En ausencia de un verdadero esfuerzo para combatir esa narrativa, el EI parece haber capturado la imaginación de unas cuantas comunidades musulmanes específicas en toda Europa. El suburbio de Molenbeek en Bruselas y Düsseldorf, Alemania, han producido y dado refugio a células yihadistas, las cuales planearon realizar ataques en toda Europa el año pasado. Otro de esos sitios es el Moss Side de Mánchester. Dos compañeras de escuela de Jomana Abedi en la secundaria Whalley Range, las gemelas Zahra y Salma Halane, que en ese entonces tenían 16 años, huyeron de casa en 2015 para mudarse a Siria, y publicaban diariamente tuits acerca de su vida como novias yihadistas. Una investigación posterior realizada por el diario Manchester Evening News reveló que las autoridades habían identificado 350 niños locales que estaban en riesgo de radicalizarse. Ahmed Halane, de 24 años, el hermano de las gemelas fugitivas, estaba en la Academia para Varones de Burnage de esa ciudad con Abedi y se le ha prohibido la entrada al Reino Unido desde el año pasado por su relación con el extremismo.
En otro informe publicado por el diario The Guardian se reveló que al menos 16 islamistas encarcelados o muertos, que se habían unido o habían intentado unirse a grupos militaristas o que murieron luchando al lado del EI, habían vivido a unos 4 kilómetros a la redonda de Moss Side. El más reciente residente de Moss Sider que ha muerto por la yihad fue un musulmán converso nacido en Mánchester llamado Jamal al Harith (nacido como Ronald Fiddler), de cincuenta años, que se hizo explotar en un ataque suicida cerca de Mosul en febrero pasado. Harith había estado encarcelado en la bahía de Guantánamo y el gobierno británico le había pagado un millón de libras esterlinas (1.3 millones de dólares) como compensación tras su liberación en 2004.
A pesar de la preponderancia del radicalismo en esa área, los líderes musulmanes locales han expresado su sorpresa ante el hecho de que uno de los suyos haya participado en el ataque más reciente. “El hecho de que una bomba de ese tipo haya sido preparada en Mánchester, simplemente me hace sentir enfermo y perturbado de que tal cosa pudiera ocurrir en una casa que podría estar junto a la mía”, declaró a Newsweek Musa Naqvi, secretario general del Consejo de Mezquitas de Mánchester. Un exdirector de la Mezquita de Didsbury de esa ciudad, donde Abedi y su familia realizaban sus rituales religiosos, recuerda a Abedi como una persona proveniente de una familia disciplinada y bien educada. “Eran unos niños adorables. Siempre estaba con su papá, y yo siempre me sentía muy bien impresionado por ellos”, declaró el director a Newsweek, pero pidió mantenerse en el anonimato por temor a sufrir represalias.
Sin embargo, añade que Abedi, el segundo menor de los cuatro hijos de la familia, se había vuelto retraído en intervalos y después muy irritable en sus años de adolescencia. Describió cómo, en el gimnasio al que asistía en el Centro para el Tiempo Libre de Hough End, era conocido por su carácter hostil. “No le gustaba hablar con nadie, pero cuando lo hacía, era verdaderamente agresivo”, señala el director de la mezquita.
Desde luego, el problema más profundo es que las sociedades abiertas no tienen ninguna defensa real contra las tácticas terroristas. Como escribe Bruce Hoffman en su estudio clásico titulado Inside Terrorism (En el interior del terrorismo), dichas tácticas son la única arma infalible del débil contra el fuerte, y ha asolado al mundo civilizado desde que Joseph Conrad escribió acerca del impactante nuevo azote en The Secret Agent (El agente secreto). El objetivo no solo es matar, sino “generar poder donde no lo hay mediante la publicidad generada por la violencia”.
Las cuestiones planteadas por el ataque de Mánchester son, en muchas formas, las mismas planteadas por el Ejército Republicano Irlandés y las Brigadas Rojas de las generaciones anteriores, aunque el campo de batalla ideológico y logístico se ha trasladado en gran medida al ciberespacio: ¿acaso los países occidentales están dispuestos a sacrificar los valores básicos de la democracia, al emplear medidas como las detenciones sin acusación, con el objetivo de protegerse? ¿Y cómo harán frente a las comunidades musulmanas dentro de sus fronteras que continúen atrayendo a los extremistas?
El objetivo frecuentemente manifestado del Estado Islámico es perturbar y destruir al decadente Occidente para preparar el camino para una teocracia islámica. Y el peligro más grave para la democracia proviene de su interior. Un principio básico de la guerra asimétrica consiste en provocar pánico en un oponente más fuerte para hacerlo reaccionar en exceso. Pero, al igual que Orlando, París y otras ciudades occidentales que han tenido que enfrentar ataques del EI, Mánchester mostró resistencia y dignidad mientras lloraba a sus muertos. También mostró que Occidente no se vendrá abajo tan fácilmente como imaginaron sus enemigos.
—
Con información adicional de Conor Gaffey, Jack Moore y Callum Paton
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek