La técnica, que no ha sido probada, es una forma de geoingeniería a través de la cual los científicos intervienen directamente en el medioambiente planetario con el fin de reducir las temperaturas globales. Otro método propuesto de geoingeniería, por ejemplo, es rociar partículas de sulfuro en la atmósfera; las partículas reflejarían algunos de los rayos del Sol antes de que lleguen a la Tierra.
Ahora, un equipo de climatólogos de la Universidad de Harvard ha calculado que las partículas de diamante serían por lo menos 50 por ciento más efectivas que los sulfatos en reflejar la energía solar y, por lo tanto, enfriar la Tierra, reportó Nature.
Sin embargo, en su análisis, publicado el lunes en la revista Atmospheric Chemistry and Physics, los investigadores también señalaron que podría haber consecuencias desconocidas al usar las partículas de esta manera, dado que el proceso no ha sido probado.
El costo de bombear diamantes molidos en la atmósfera también podría ser prohibitivo. Los autores señalaron que las partículas de diamantes sintéticos están disponibles por menos de $100 dólares el kilogramo, pero la técnica requeriría cientos de miles de toneladas de polvo de diamante para rociarse cada año, acumulando una cuenta enorme.
El método propuesto —una forma de geoingeniería conocida como administración de radiación solar— imita los efectos de enfriamiento de las erupciones volcánicas. Según la NASA, las temperaturas globales bajaron alrededor de 0.6 grados Celsius por alrededor de dos años después de la erupción en 1991 del monte Pinatubo en Filipinas, que expulsó más de 20 millones de toneladas métricas de dióxido de sulfuro a la atmósfera. Después, los sulfatos permanecieron en la atmósfera y reflejaron la radiación solar lejos de la Tierra por meses.
El análisis reciente de Harvard también descubrió que las nanopartículas de óxido de aluminio serían por lo menos tan efectivas como los sulfatos en reducir las temperaturas globales. Los investigadores sugieren que usar polvos sólidos podría tener menos efectos secundarios negativos que usar sulfatos, los cuales producen ácido sulfúrico que daña la capa de ozono. Debra Weisenstein, una experta en modelos atmosféricos en Harvard y una de las autoras del estudio, dijo aNature que usar nanopartículas de diamante u óxido de aluminio en vez de sulfatos “podría tener un impacto significativamente menor en el ozono” y llevar a un “menor calentamiento de la estratósfera”. Ella también dijo que usar partículas de polvo sólido llevaría a una menor difusión de la luz, lo cual tiene el impacto de reducir el potencial de producción de energía de los paneles solares.
Otras propuestas de geoingeniería incluyen aumentar la reflectividad de las nubes al rociar agua de mar en el aire para que las partículas de sal en el agua aumenten la concentración de gotas de lluvia y, por ende, el blancor de las nubes. Otra propuesta es añadir minerales como hierro a los océanos, lo cual estimularía el crecimiento de algas que absorben el dióxido de carbono del aire.
Sin embargo, hay preocupaciones de que los efectos de la geoingeniería pudieran ser desastrosos, con medidas que al bloquear los rayos del Sol tienen impactos imprevistos en los patrones de las precipitaciones. Piers Forster, profesor de cambio climático físico en la Universidad de Leeds, dijo a la BBC que la geoingeniería podría afectar adversamente a 4,100 millones de personas a través de los cambios en los patrones de las lluvias y podría llevar al secamiento total de la región Sahel en el África subsahariana.