Muy pronto llegará la verdadera industria de la música en
streaming y todo lo ocurrido hasta hoy –incluido la deslumbrante aparición de
Jay Z– será mero preámbulo para el eventual ganador.
En este momento, la música en streaming se parece mucho al
confuso mundo de las búsquedas pre-Google o al rollo de las descargas de música
digital antes de iTunes. La tecnología es un negocio donde el ganador se queda
con la mayor parte y como suele ocurrir en el pujante sector tecnológico: surge
un rey y casi toda la economía es suya, trátese de Microsoft en los sistemas
operativos PC, Amazon.com y la venta de libros en línea o Uber en el tema del
transporte a demanda. ¡Hay mil ejemplos! Pero la música en streaming no es uno
de ellos.
Lo extraño es que, Nosotros, el pueblo, que por naturaleza
creemos que la competencia es lo mejor para todos, siempre queremos un rey.
Porque, de esa manera, tenemos una opción clara y nos evitamos la monserga de
revisar un listado de 13 candidatos para “¿Cuál es el servicio de música más
adecuado para usted?”. ¡Sólo queremos el mejor! Y además, si omitimos el
cuestionario damos una clara opción al ecosistema de negocios, llámense
desarrolladores, inversionistas, proveedores o socios. El ecosistema tampoco
quiere trabajar con media docena de mediocres; lo que quiere es seguir al
ganador.
Todo esto crea un ciclo virtual: los usuarios fluyen hacia una
compañía, los inversores lo ven y sueltan la plata, el ecosistema corre a hacer
la corte, la compañía acumula recursos que puede invertir para mejorarse y eso
conquista nuevos usuarios… y así, ad nauseam. En breve, la número 2 se queda
muy atrás y las demás, descansan en paz. La asesora Play Bigger, de Silicon
Valley hizo un estudio el año pasado (el cual ayudé a escribir) y descubrió que
la mitad de las empresas fundadas desde el año 2000 y valuadas en 500 millones
de dólares, son reyes de categorías que tomaron las riendas e impusieron las
reglas.
Tomemos el caso de Uber. Los chóferes quieren trabajar para la
compañía que claramente tiene más usuarios y los usuarios desean el servicio
que ofrece más autos. A estas alturas, un competidor podría copiar la
tecnología Uber con la mano en la cintura, pero no importa, porque Uber ya echó
a andar su espiral. Así que desbancarla sería como tratar de cambiar la Navidad
al 30 de febrero.
¿Anticompetitivo? ¿Antiestadounidense? No tema. En una
industria de rápido movimiento, la mayor amenaza para el rey de una categoría
es el surgimiento de una categoría competidora. Los smartphones desbancaron a
Windows pese a que ningún sistema operativo PC pudo hacerlo (¿recuerda el
OS/2?). En algún momento, un nuevo tipo de buscador lastimará a Google mucho
más que cualquier dictamen de la Unión Europea. Y la categoría de música en
streaming hace que iTunes parezca algo anticuado.
Aunque no del todo; todavía. Porque el streaming no tiene un
rey, así que ninguna compañía puede beneficiarse de la espiral positiva.
De hecho, a falta de un líder claro, el negocio de streaming es
un lío bien disfuncional. Nadie genera utilidades y el crecimiento es súper
lento comparado con otras tecnologías en auge. Spotify, líder del momento,
llega a solo 14 por ciento de los usuarios Internet después de 9 años en el
negocio. Y encima, las compañías streaming han hecho trizas su ecosistema
porque, aunque dependen de una música excelente para conquistar a los usuarios,
han desarrollado un modelo empresarial que arruina el incentivo financiero de
los artistas que crean esa música.
Sin embargo, que la música en streaming sea así en estos
momentos, no significa que no llegará un rey legítimo que saque la espada de la
piedra y ponga fin al oscurantismo. Ya ha sucedido.
Los veteranos que leen estas líneas –de 30 años o más– sin duda
recuerdan las búsquedas antes de Google. Había toda clase de motores:
AltaVista, Lycos, Infoseek, Ask Jeeves, AllTheWeb. Ninguna era notable ni
generaba dinero ni marcaba tendencias y todas funcionaban con la misma premisa:
sus computadoras buscaban palabras en páginas Web y presentaban los resultados
al usuario. Y por supuesto, los resultados –en el mejor de los casos– eran
mediocres y casi todos iguales, sin importar el motor que usaras.
A fines de los noventa, Google tuvo una nueva idea. Usó los
vínculos entre páginas para calificarlas, colocando los resultados de mayor
calidad en los primeros lugares. Google no era un competidor de búsquedas
cualquiera; creó una nueva categoría de búsquedas que explotó el poder de la estructura
misma de la Internet y una vez que se convirtió en la opción clara, introdujo
las búsquedas en cada aspecto de la vida en línea. Y ahora, todavía conserva
casi 68 por ciento de la participación de mercado en búsquedas.
A principios del nuevo siglo, Apple decidió que eso también
podía funcionar en la industria de la música y demostró que el problema de las
compañías de streaming no era la música en sí. Cuando aparecieron iTunes y
iPod, había tiempo que la gente descargaba MP3 gratuitos con Napster y Kazaa, y
reproducía su música con aparatos digitales muy costosos y mal diseñados. Así
que Apple redefinió la categoría de las descargas musicales, puso las reglas,
hizo pedazos a todos los demás y llevó las descargas a la tendencia principal.
Fue así como, al aparecer un líder, las descargas se generalizaron.
Tal vez haya llegado el momento de que Spotify se convierta en
el iTunes del streaming. La compañía recién anunció una innovadora plataforma
de publicidad que procesará información sobre lo que están haciendo sus
usuarios mientras reproducen ciertos grupos de canciones. Por ejemplo, Gillette
podría sacar al aire un comercial mientras estés rasurándote o tal vez Trojan
te haga un recordatorio entre “I Want a Little Sugar in My Bowl” y “Let’s Get It
On”. Así mismo, parece que Spotify está a punto de reunir 400 millones de
dólares, de modo que quizá la combinación de plataforma y capital le ayuden a
distanciarse de los demás, poniendo en movimiento su espiral positiva para
convertirse en el rey.
No obstante, también es posible que la experiencia de usar
Spotify no sea tan distinta de la de otros servicios de streaming a demanda,
así que podría haber espacio para un nuevo contendiente al trono.
¿Quién sabe? Tal vez Jay Z. Y si no, Tidal se convertirá en su
problema.