Quien haya leído las versiones de sus conferencias —que impartía en español, inglés y francés— podría coincidir en que sus conocimientos de historia —tantas veces apartados de la historiografía al uso— eran contundentes, y aplastantes las propuestas que él derivaba de sus análisis. Algunos lo han llamado un “vocero de México”; quizás sería más preciso afirmar que era un “mexicano vocero” de las iniquidades de las diversas sociedades de por acá, una voz respetable y respetada que enjuiciaba con suma sabiduría igual los desmanes de, por ejemplo, los gobernantes de EE UU, que los de aquellos llamados “progresistas” que no son más que autócratas y aspirantes a dictadores, o dictadores graduados.
No obstante, Fuentes en su propio país tuvo varios juzgadores que lo pusieron al lado de los oportunistas, criticaron su vida “aburguesada”, se quejaron por el hecho de que el escritor viviese medio año en Londres y medio en México, y le rechazaron cierta superficialidad en sus razonamientos políticos e históricos, así como impugnaron la cantidad de reconocimientos que obtuviera; medallas, órdenes, grados honoris causa y premios literarios, entre otros. Sin embargo, insisto, como decíamos al inicio de estas líneas, Fuentes, nacido en una familia pudiente y desde muy joven un escritor de éxito, no tenía la “obligación” de poner su verbo y su pluma en favor de la iniquidad ambiente. Quienes así han criticado su valer como hombre de pensamiento y su comportamiento correspondiente, pocas veces han aportado una prueba contundente indicadora de que dichas críticas, tal vez, no son consecuencia de algún ánimo personal. Si alguien me advirtiera que el escritor azteca, puesto que tenía acceso a importantes foros internacionales, denunciaba en estos lo que otros podrían también afirmar pero no tenían la oportunidad, yo estaría de acuerdo; pero agregaría que él tenía esa posibilidad y, justamente, la invertía en lo dicho.
A los funerales del escritor asistieron altas personalidades de la política, el arte y la literatura mexicanas —varias de las cuales habían sido objeto de sus críticas—, incluido Felipe Calderón, presidente
de la República. La noticia de la muerte de Fuentes dio la vuelta al mundo, ocupó la primera plana en diversos medios impresos, electrónicos, televisivos, radiales, y ha sido comentada por artistas, intelectuales y políticos de uno y otro sitio del planeta. Sin embargo, recibió una mínima atención en la prensa oficialista de Cuba.
Así, hasta hoy, el periódico Granma, órgano oficial de Partido Comunista de Cuba y único diario existente en el país, hacia el final de una página interior de la edición del pasado 16 de mayo, anuncia el fallecimiento de Fuentes en una escueta nota donde se realza que el hecho es calificado, en el país del autor, “como una gran pérdida para México”; y agrega la nota de 149 palabras, que incluyen el breve currículo del escritor fallecido, que este era “uno de los autores más conocidos del siglo XX”. Por otra parte, el sitio digital Cubadebate, que también forma parte de la nómina del régimen, da a conocer la noticia al considerar a Fuentes un “activista de la pluma”, anota que el autor de La silla del águila describe en esta obra “los manejos políticos alrededor de una sucesión presidencial en México y las perversiones del poder” y recuerda que el desaparecido escritor, en La frontera de cristal “habla de los mexicanos que emigran ilegalmente a Estados Unidos”. Agrega la nota de Cubadebate que “Cuando triunfó la revolución cubana de Fidel Castro mientras Fuentes residía en México, el escritor viajó de inmediato a la isla caribeña en apoyo a la Revolución”. Asimismo, el noticiario nocturno de la Televisión Cubana (TVC) y la cadena Radio Rebelde recordaron a Carlos Fuentes y su obra; destaca la TVC que “en los últimos años” el novelista “criticó la situación de violencia que atraviesa México”. Así las cosas, no es de extrañar que en el semanario cultural La jiribilla, en su edición 19—25- mayo- 2012, no aparezca la noticia sobre la muerte de Carlos Fuentes.
Como podemos ver, los medios castristas que abordaron el suceso se circunscriben a las repercusiones por la muerte del autor mexicano… “en el país del autor…” y refieren algunos juicios del escritor acerca de las injusticias que se cometen… en otra parte que no es Cuba.
No podía resultar de otra manera. Carlos Fuentes fue simpatizante de la revolución cubana y un cercano colaborador de la institución cultural oficialista Casa de las Américas, pero en 1971, cuando el poeta isleño Heberto Padilla fue reprimido y censurado, el novelista mexicano tomó distancia y criticó la falta de libertades en la Isla.
Posteriormente, a lo largo de los años el autor de Terra Nostra persistió en sus críticas al régimen de los hermanos Castro. Sirva de ejemplo el artículo que publicó en la revista Encuentro de la Cultura Cubana y en el diario mexicano Reforma, en 2003, en el cual Carlos Fuentes hace un recorrido desde su entusiasta visita a La Habana —adonde llegó antes que Fidel Castro—, en enero de 1959, para celebrar el triunfo de aquella revolución, hasta el encarcelamiento, en 2003, de 75 periodistas disidentes, año en que el castrismo, señala el escritor en el artículo aludido: “Va más lejos: ejecuta sumariamente a tres autoexiliados que secuestraron una nave para huir de Cuba”, y que no dañaron físicamente a ninguno de los pasajeros de la embarcación.
La Izquierda democrática considera y respeta el valer y las opiniones del adversario, dialoga, pondera lo negativo y lo positivo de cada corriente de pensamiento, aboga por la libertad de expresión, estimula la dialéctica y el nacimiento de lo nuevo; y es respetuosa del pesar ajeno. El castrismo, no.