

¿Y QUÉ TAL MONTREAL? La joya bilingüe de Canadá no es solo un punto en el mapa; es un vibrante cruce de caminos donde la elegancia europea se fusiona con el dinamismo norteamericano. Esta metrópolis de la provincia de Quebec, estratégicamente ubicada a solo 250 kilómetros de la histórica Ciudad de Quebec y 200 kilómetros de la capital federal, Ottawa, se erige como un destino imprescindible para el viajero que busca una inmersión cultural profunda, una escena gastronómica de clase mundial y una oferta de bienestar inigualable.
Aquí la invitación para el lector de NW Noticias en busca de una experiencia novedosa. Esta es la guía esencial para desentrañar los encantos de la mayor ciudad francófona de América.
Los viajeros provenientes de México se han ganado una gran reputación al elegir esta joya del río San Lorenzo. La accesibilidad de Montreal es una ventaja notable que ha facilitado el viaje de los visitantes que salen de México. Vuelos directos parten regularmente desde Ciudad de México (AICM) hacia el Aeropuerto Internacional de Montreal-Trudeau (YUL). La duración del vuelo es de aproximadamente cinco horas, lo que convierte a Montreal en una escapada norteamericana sorprendentemente cercana. Una vez en YUL, el trayecto es breve: la ciudad se encuentra a tan solo 25 minutos en coche; además, hay opciones de transporte público eficientes, lo que facilita una transición rápida desde la pista de aterrizaje hasta el joie de vivre montrealés.
El proceso de visado para los mexicanos se ha vuelto a exigir desde 2016; sin embargo, si cuentas con visa para Estados Unidos, únicamente necesitas solicitar un permiso electrónico (eTA), que se realiza en la página de la embajada canadiense con un costo de 7 dólares canadienses (Unos 92 pesos mexicanos). De no poder hacerlo, tendrás que solicitar una visa para Canadá, que cuesta 185 dólares canadienses (cerca de 2,500 pesos).

Si bien el francés y el inglés son los idiomas oficiales de la provincia de Quebec, Montreal es una ciudad genuinamente cosmopolita. Se estima que en sus calles se hablan alrededor de 80 lenguas, incluida una vibrante comunidad hispana que se establece en la región metropolitana. El visitante se sentirá cómodo y bienvenido, disfrutando de un ambiente donde la comunicación rara vez es una barrera y la cortesía es un estándar. Recuerda que no hay saludo más montrealés que decir: “bonjour-hi!”
Esta ciudad canadiense tiene una particularidad que la vuelve mucho más entrañable: su caminabilidad, pese a estar mucho más al norte que otras ciudades canadienses o de otras metrópolis norteamericanas. Montreal conserva un ADN europeo que se revela en dos distritos centrales que encierran su espíritu dual: el Viejo Montreal y el Centro de la ciudad. De los cuales no necesitas un auto para disfrutar: el mejor recorrido por la ciudad se engalana con el calzado más cómodo para caminar por las calles empedradas, con bajadas hacia el imponente río San Lorenzo.

Adentrarse en el Viejo Montreal es como cruzar el Atlántico. Este distrito es pura magia: encantador, histórico, cultural y profundamente romántico. Sus calles con calzadas de piedra, flanqueadas por edificios antiguos de piedra gris, evocan la atmósfera de una ciudad europea. Aquí, la historia no es solo un recuerdo, sino también un componente palpable del día a día.
Atracciones que no puedes perderte:
¿Dónde quedarse? La oferta hotelera del Viejo Montreal se centra en el lujo y la exclusividad. Predominan los hoteles boutique y las propiedades de alta gama, muchos de ellos ubicados en edificios históricos restaurados, que ofrecen una experiencia íntima y sofisticada.
El centro de la ciudad irrumpe con una energía distinta. Es moderno, cosmopolita y vibrante, dominado por rascacielos, amplias avenidas y una constante efervescencia comercial y artística.
Atracciones Ineludibles:
¿Dónde quedarse? El centro de la ciudad alberga grandes cadenas hoteleras de prestigio internacional, ofreciendo la comodidad y los servicios de las marcas más reconocidas a nivel global.

Aunque Montreal tiene más de 4.3 millones de habitantes, no está separada de su espíritu y la naturaleza. Lo que ofrece un contraste delicioso entre su bullicio urbano y sus espacios de tranquilidad.
En el corazón geográfico de Montreal se alza el Mont Royal, una colina que dio nombre a la ciudad y que funciona como su pulmón verde. Diseñado en parte por Frederick Law Olmsted (el mismo arquitecto paisajista de Central Park en Nueva York), este espacio natural ofrece senderos, una rica biodiversidad y, lo más importante, impresionantes vistas panorámicas de la ciudad, especialmente desde el Chalet du Mont-Royal. Subir al Mont Royal es un ritual para el visitante, una oportunidad para contemplar la retícula urbana que se extiende hasta el río San Lorenzo.
Para los amantes de la botánica, el Jardín Botánico de Montreal es una parada obligatoria. Un oasis de paz con más de 10 invernaderos de exposición y una amplia variedad de jardines temáticos, que albergan miles de especies de plantas de todo el mundo. Es un destino de clase mundial que ofrece belleza y educación ambiental en todas las estaciones.
El bienestar es una parte integral de la experiencia montrealés. La ciudad ha adoptado con entusiasmo el concepto nórdico de relajación, ofreciendo una notable variedad de spas tradicionales y, sobre todo, nórdicos. Estos centros de relajación son verdaderos santuarios de desconexión.
El viajero sofisticado puede elegir entre opciones emblemáticas como:
Estos spas, con sus circuitos de frío y calor (saunas, baños de vapor, piscinas frías y jacuzzis), ofrecen el contrapunto perfecto al ritmo acelerado de la ciudad.
Para tu viaje, tener agendado esto es un recurso diferenciador para visitar Montreal.
Además de ser una ciudad hermosa, Montreal es, ante todo, un paraíso gastronómico que se mide con las grandes capitales culinarias del mundo. La diversidad de la población se traduce en una escena culinaria que satisface los paladares más exigentes, desde la población local hasta los visitantes internacionales.
Aunque los gustitos populares, como las papas fritas con poutine, las colas de castor y hasta los hot dogs, son imperdibles, las opciones para comer en Montreal son muy amplias.

La ciudad ofrece una amplia gama de opciones que van mucho más allá de lo predecible, incluyendo:
La promesa de Montreal es simple, directa y satisfactoria: el viajero se encontrará con una mesa en la que la sofisticación, la tradición y la innovación se sientan a cenar juntas. La oferta es tan vasta y rica que cada comida se convierte en una exploración cultural por sí sola.
Montreal es una ciudad de capas. Es el encanto empedrado del Viejo Mundo y la verticalidad moderna del Downtown. Es el francés melodioso que se mezcla con el inglés y el español. Es la calma terapéutica de un spa nórdico y la vibrante energía de una terraza en la Place Jacques-Cartier. Para el viajero que valora la historia, la cultura, la gastronomía de vanguardia y el bienestar, Montreal no es solo un destino; es una experiencia integral que espera vivirse. N