El papa volvió a lanzar un llamado al “diálogo” este miércoles en una misa multitudinaria en un estadio de Yakarta, cerrando la primera etapa de su gira por Asia-Pacífico tras firmar una declaración conjunta con un importante imán indonesio.
Ante decenas de miles de fieles que se habían concentrado desde hacía horas en el estadio nacional Gelora Bung Karno (GBK), el papa argentino alentó en su homilía a los indonesios a “recorrer con confianza el camino del diálogo, a continuar mostrando su bondad y amabilidad” y ser “constructores de unidad y paz”.
“Viva Il Papa!!”, “Viva Papa Francesco!!”, reiteraba la multitud, a coro con la música, antes de que empezara la ceremonia en el estadio, que suele acoger los partidos de la selección nacional de fútbol y que tiene un aforo de 80.000 personas.
En abanicos, sombreros, camisetas, gorras, rosarios… la imagen del sumo pontífice estaba por todas partes.
“Quería ver al papa en persona, es mi primera vez, estoy muy emocionada”, contó Caecilia Tutyandari, de 51 años y procedente de Yogyakarta, también en la isla de Java.
“Cada vez que lo veo [al papa] en la tele, lloro porque me siento verdaderamente agradecida, muy feliz… ¡Mi sueño era verlo en persona! Se ha hecho realidad. ¡Y por eso tengo tantos pañuelos!”, añadió.
Encuentro interreligioso
Horas antes, durante un encuentro interreligioso frente a la mezquita Istiqlal, la más grande del sureste asiático, el papa Francisco y el gran imán Nasaruddin Umar firmaron una declaración conjunta en la que expresaron su preocupación por la “deshumanización” causada por la “generalización de los conflictos”, y la “instrumentalización” de la religión en esas situaciones de violencia.
También urgieron “tomar medidas decisivas para preservar la integridad del medio ambiente y los recursos naturales”.
El encuentro tuvo lugar en presencia de representantes de seis confesiones reconocidas oficialmente -islam, protestantismo, catolicismo, budismo, hinduísmo y confucianismo- y constituía una de las principales citas de la agenda de Francisco en Indonesia, desde donde partirá el viernes hacia Papúa Nueva Guinea.
Pese al ritmo frenético de la gira de 12 días, el pontífice argentino, de 87 años, se ha visto sonriente y en buena forma desde que llegó el martes a Yakarta.
La mezquita Istiqlal, que puede acoger hasta 250.000 fieles, se ubica frente a la catedral Santa María de la Asunción y están conectadas por un “túnel de la amistad”, como un símbolo de fraternidad religiosa.
La “Declaración de Istqlal” se enmarca en los pasos dados por el papa Francisco para desarrollar el diálogo interreligioso, una cuestión que ha sido central en su visita a Indonesia, el país de mayor población musulmana del mundo.
Francisco ha realizado varias visitas a países de mayoría musulmana, y en 2019 firmó en Abu Dabi una declaración sobre la fraternidad humana con el gran imán de Al Azhar.
Por su parte, Nasaruddin dijo a AFP que la declaración conjunta con el papa es una expresión de “cómo musulmanes y católicos, y todas las religiones del mundo, pueden conversar juntos sobre cómo salvar el medio ambiente”.
Encuentro con los pobres
A media mañana, el papa se reunió con personas pobres que reciben apoyo de asociaciones caritativas, en la sede de la conferencia episcopal indonesia.
Indonesia, un inmenso archipiélago de 17.500 islas alberga a la mayor población musulmana del mundo, con 242 millones de personas, 87% de la población, frente a 8 millones de católicos, menos de 3%.
Algunos observadores apuntan a la creciente discriminación contra minorías religiosas en Indonesia, sobre todo de los cristianos en ciertas regiones, y ha habido llamamientos para que el gobierno tome medidas.
Francisco es el tercer pontífice en visitar Indonesia, después de Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II en 1989. La capital Yakarta fue adornada con imágenes del papa y banderas del Vaticano para recibirlo.
Esta gira por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía estaba inicialmente prevista para 2020 pero fue aplazada debido a la pandemia del covid-19.
Jorge Mario Bergoglio deberá llegar el viernes a Papúa Nueva Guinea, desde donde irá a Timor Oriental y posteriormente a Singapur, donde el 13 de septiembre concluirá el periplo de 32.000 km.
Este es el 45º viaje internacional de su papado y supone un gran desafío físico para el jesuita argentino, quien a veces se desplaza en silla de ruedas, aunque suele verse vigorizado en sus viajes por el contacto con los fieles.