Un estudio sobre los gatos gordos podría ayudarnos a entender cómo tratar la obesidad en las personas, según un un artículo publicado en la revista Scientific Reports.
Según la investigación, los cambios del microbioma intestinal felino en respuesta a la modificación de la dieta son muy similares a los observados en los humanos, lo cual apunta a que los gatos podrían ser un buen modelo de investigación para evaluar estrategias que mejoren la salud general tanto de las personas como de los gatos.
“Los dueños de mascotas compartimos desde nuestras camas hasta nuestra comida. Es un hábito que hemos desarrollado a través de nuestra relación con los animales y que destaca un modelo natural de enfermedad que se parece mucho a la exposición ambiental humana”, escribió en un comunicado la Dra. Jenessa Winston, autora principal del estudio y profesora asistente de Medicina Interna de Razas Pequeñas en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos.
Para su estudio, el equipo de investigadores analizó muestras de heces de gatos gordos a lo largo de un periodo de varias semanas, durante el cual a los animales los alimentaron con cuatro tipos de dieta, incluidos: dos semanas de alimentación a libre acceso con comida para gatos comercial; una semana de alimentación a libre acceso con alimento para pérdida de peso; 11 semanas de restricción calórica con una dieta para pérdida de peso; y finalmente, volver a la dieta original.
EL MICROBIOMA DEL GATO Y EL HUMANO ES MUY SIMILAR
Los investigadores descubrieron que los cambios ocurridos en el microbioma intestinal del gato son muy parecidos a los observados en los microbiomas humanos después de un régimen dietético equivalente. En específico, un ácido graso de cadena corta llamado ácido propiónico, cuyos niveles aumentaron en las heces felinas cuando los animales estuvieron sujetos a la dieta de restricción calórica para pérdida de peso.
La mayor concentración de ácido propiónico (registrada también en otros mamíferos sometidos a una dieta para regular el apetito y reducir la acumulación de grasa) se correlacionó con la presencia de la bacteria Prevotella 9 copri en las muestras de heces, lo que sugiere que Prevotella 9 puede incrementar los niveles de ácido propiónico, aunque esto no ha sido confirmado.
“Cuando los gatos mantienen una dieta formulada especialmente para bajar de peso, los niveles de ácido propiónico aumentan y permanecen elevados para luego disminuir cuando los animales vuelven a la dieta de mantenimiento. De manera que esto apunta a un cambio dietético real”, puntualizó Winston.
“Nuestro artículo describe que, una vez que restringimos las calorías de los gatos gordos, pudimos alterar el ecosistema microbiano, y ese cambio en la composición del microbioma podría correlacionarse con algunos resultados metabólicos”, agregó la investigadora. “Considero muy interesante que los cambios del ecosistema felino sean tan semejantes a lo que ocurre en el microbioma humano”.
LOS GATOS GORDOS SON UN MODELO EXCELENTE PARA EVALUAR NUEVAS TERAPIAS
Estos hallazgos sugieren que los gatos podrían ser el modelo de estudio ideal para investigar la manera como los microbios intestinales contribuyen a combatir la obesidad.
“La posibilidad de estudiar los cambios ocurridos en felinos, en el contexto de la obesidad y la diabetes tipo 2 humanas, hace de los gatos un modelo excelente para evaluar nuevas terapias dirigidas al microbioma para combatir la obesidad en las personas”, añadió Winston.
“Los microbios observados en nuestro estudio aparecen una y otra vez en las investigaciones humanas, y es evidente que la gente no está comiendo alimentos para gatos ¿O sí?”.
En los países del primer mundo, alrededor de 60 por ciento de los gatos tiene sobrepeso u obesidad, en tanto que 30.7 de los adultos presenta sobrepeso y otro 42.4 por ciento padece de obesidad.
“El trabajo de mi laboratorio se enfoca en la manera como podemos aprovechar el poder terapéutico de los microbios”, explicó Winston. “Para ello necesitamos entender las diferencias entre los estados patológicos y la salud, para así esclarecer y dirigir, de manera mecanicista, los cambios que ocurren en el microbioma”, concluyó el comunicado de la investigadora.