El derechista José Raúl Mulino asumió la presidencia de Panamá, un país con un déficit fiscal de 7,4%, una deuda pública de 50.000 millones y un sistema de seguridad social colapsado. Además, una crisis de migrantes sin precedentes en la selva del Darién.
“Juro a dios y a la patria cumplir fielmente la Constitución y las leyes de la república”, dijo Mulino, abogado de 65 años, ante la nueva titular del Congreso panameño, Dana Castañeda, quien a continuación le colocó la banda presidencial blanca, azul y roja.
Mulino prometió no permitir que su país sirva más de “tránsito” para migrantes, a través de la selva del Darién, durante su discurso de toma de posesión.
“No podemos seguir financiando el costo económico de la migración ilegal (…). Panamá no será más un país de tránsito para los ilegales”, dijo Mulino en referencia a la selva fronteriza con Colombia, por donde cruzaron rumbo a EEUU medio millón de migrantes en 2023.
Este abogado de 65 años, de temperamento fuerte y fama de autoritario, prestó juramento para un mandato de cinco años al mediodía en una ceremonia en el Centro de Convenciones Atlapa, en Ciudad de Panamá, tras la instalación del nuevo Congreso.
Llega al poder impulsado por la popularidad del controvertido expresidente Ricardo Martinelli, a quien reemplazó como candidato en los comicios del 5 de mayo por estar asilado desde marzo en la embajada de Nicaragua debido a una condena de 11 años por blanqueo de capitales.
El vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa hijo, viajó a Panamá para asistir a la transmisión de mando del nuevo gobernante panameño en representación del presidente Nayib Bukele.
Con información de AFP